Soy un niño de 13 años, dentro de dos meses cumpliré 14, que estudia 2º curso de la ESO. Me gustan las mismas cosas que les gustan a los niños de mi edad: tener amigos, salir con ellos a pasear, ir al cine, estar con chicas, etc; pero, en mi caso es más complicado y hasta imposible porque tengo un grave problema: nací con Parálisis Cerebral, voy en silla de ruedas y alguien tiene que desplazarme porque yo sólo no puedo.

Tampoco puedo hablar para expresar lo que siento y pienso; sin embargo, sí puedo comunicarme a través de mi tablero que lleva el abecedario, porque se leer y escribir desde los 6 años a pesar de mi parálisis cerebral.

A pesar de ser así procuro tener ilusiones, soy muy entusiasta y en ocasiones hasta soy alegre, pero otras veces no soy feliz porque echo en falta todas esas cosas que me gustan y no puedo hacer.

Me gusta el colegio y hacer los deberes, también estar en casa con mi familia, celebrar las fiestas como la Navidad, que me encanta, etc; pero necesito tener otros alicientes en la vida porque soy muy sociable y me gustaría relacionarme con otras personas y, es aquí, donde tengo el principal problema.

Recuerdo con nostalgia años pasados cuando y era pequeño, y existía en la C/ Rualasal de Santander una institución llamada Frater. Allí nos reuníamos los sábados por la tarde niños y niñas que, como yo, tenían problemas motóricos. Allí, unos monitores estupendos, se preocupaban de que los pasáramos bien. Recuerdo con mucho cariño a: Ángel, Javi, Tino, Chuspi, Raquel, Blanca, Andrés y Cuca, organizaban actividades como: teatro, juegos, salidas, meriendas, excursiones, viajes, campamentos…
Aunque han pasado ya varios años todavía recuerdo, y mi emociono al hacerlo, las salidas que hicimos por la ciudad y la provincia:

  • En una ocasión nos llevaron a Puente Viesgo a visitar las Cuevas.
  • Un domingo de Carnaval, nos disfrazamos y nos sacaron a la calle.
  • Otro domingo fuimos en tren a Maliaño, a oír misa.
  • Recuerdo que un sábado por la tarde visitamos un museo.
  • Otro sábado nuestros padres no llevaron a Mataleñas y allí los monitores nos organizaron una merienda. Antes habíamos jugado al juego de la oca.
  • En otra ocasión nos llevaron a conocer el Ferry (vimos los camarotes, los salones, cubiertas, botes salvavidas).
  • Y la última salida por Cantabria, hará unos tres años, fue a San Vicente de la Barquera, pasamos un fin de semana en un hotel invitados por el dueño, creo que se llamaba Hotel Miramar.
  • También hicimos varios viajes por España: A la Expo de Sevilla, a Madrid, a Port Aventura… donde monté en casi todas la atracciones y me lo pasé genial.
  • Además de estos viajes, en verano, nos llevaban de campamento, 8 o 10 días; recuerdo que, el primero al que fui, estaba en Carrión de los Condes, y desde allí viajamos a Sevilla, nos quedamos en un hotel de la ONCE y por la noche hubo «fuego de campamento» en el jardín. El último día del campamento dormí en una tienda de campaña.
  • El segundo campamento fue en el pueblo de Saldaña y el último en Puentenansa.

El viaje a los campamentos la hacíamos en un autobús que tenía televisor y durante el viaje veíamos películas.

En aquella época yo tenía 7, 8 y 9 años y aunque me acordaba a ratos de mis padres, lo pase estupendamente y me gustaría volver a repetirlo.
Yo, lo que quiero, es salir de la monotonía, disfruto haciendo cosas distintas, estando en grupo con chicos de mi edad, visitando gente y lugares que no conozco, etc.

Desearía que hubiera algún club donde poder asistir los fines de semana, de este modo estaré ilusionado y los días se me pasarán más rápido y creo que sería mucho más feliz y distraído.

Trabajo original