El primer fin de semana de marzo la villa de Santillana del Mar regresó al medievo. En sus calles caballeros, juglares, princesas, comerciantes, ofreciendo productos típicos de la región, músicos, poniendo música en las calles, malabaristas… Todos ellos formaron parte de un espectáculo que nos cuentan dos alumnas del Manuel Gutiérrez Aragón, un instituto cercano a la villa de las tres mentiras.

La villa de Santillana regresa a sus orígenes gracias a la colaboración del Ayuntamiento y de los mercaderes llegados desde todos los puntos.
En el primer fin de semana de marzo, en las calles de Santillana del Mar, se reviven los tiempos en que los nobles caballeros, princesas, juglares y patanes llenaban las calles de esta villa.
Esta es la imagen que siglos más tarde se recupera con gran entusiasmo tanto por los lugareños como por el Ayuntamiento, que viendo el gran éxito que está obteniendo, tiene planeado que el próximo año se amplíen las calles y queden a disposición de los mercaderes medievales para que puedan colocar más puestos y con más contenidos.

La participación y entrega es tal que diversos comerciantes y artesanos del lugar sacan sus productos a las calles y se visten con los ropajes del medievo.
Las representaciones de los músicos, juglares, comerciantes, malabares, escenas tragicómicas o escenas con fuego se veían acompañadas por la decoración de estandartes y pendones medievales, que ofrecían una vistosidad muy diferente de esta villa añadiendo belleza y encanto a unas calles que destacan por sí solas. Estos divertidos actores trabajaron sin descanso intentando animar a los visitantes e involucrarles en el ambiente.
Los mercaderes provienen de varias comunidades españolas e incluso de varios países extranjeros: Turquía, Francia,… que nos mostraron parte de su gastronomía, juegos y vestuarios de cada una de sus culturas.

Dentro de nuestra gastronomía nos podíamos encontrar diversos productos típicos como pueden ser: chocolates, dulces, bollos preñaos (pan relleno de chorizo, atún…), orujo de Potes (destilado a la vieja usanza), sobaos pasiegos y quesada. Por otra parte, se podían encontrar puestos medievales en los que servían numerosas clases de té e infusiones turcas procedentes de diferentes regiones.

En definitiva, se ha valorado de forma muy positiva la experiencia y ya se apunta a que de cara al próximo año se repita.

Trabajo original