A estas alturas son pocos los internautas que piensan que las «cookies» son solo ese alimento que antaño preparaban las abuelas y que se moja en la leche. Más o menos, todos hemos oído el término «cookie» sin pararnos a pensar qué se esconde realmente detrás de él. ¿Qué son?

Las «cookies» son en realidad pequeñas estructuras de texto que guardan información sobre nosotros y nuestro navegador.
Al cargar algunas páginas web, el servidor crea en la memoria de nuestro navegador un fichero de texto en el que pueden aparecer, por ejemplo, nuestro nombre, nuestra dirección de correo electrónico, enlaces visitados, etc. Una vez hayamos cerrado el navegador, todas las cookies almacenadas en memoria y cuyo tiempo de vigencia no haya sido superado, se guardarán en nuestro disco duro volviéndose a cargar en memoria en el momento en el que volvamos a acceder a esa página. Esta es una forma de «marcarnos» de manera que la próxima vez que accedamos sabrán quiénes somos.

La utilidad para la empresa propietaria del web con el que conectamos es clara y responde en gran parte al marketing. Con ella saben qué personas visitan sus páginas, de dónde proceden, qué páginas tienen un mayor seguimiento o con qué frecuencia vuelven sus visitantes.

En el caso en el que lo que nos preocupe sea la posibilidad de que una «cookie» que se ejecuta en nuestro ordenador sea en realidad un malévolo virus, hay que saber que las «cookies» son únicamente ficheros de texto, por lo que es imposible que en ellos se encuentre algún cuerpo extraño.

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