El Beato de Liébana, monje medieval, está considerado como el primer gran promotor de una devoción por el apóstol Santiago, que se ha perpetuado durante mas de los mil años. Los beatos, copias del primitivo Beato de Liébana se guardan en Roma, Nueva york, Lisboa, Manchester, de México, París, Londres y Turín.
La principal conclusión a la que llegaron durante su intervención estas autoridades es que Beato de Liébana ha significado una de las figuras más importantes desde el punto de vista religioso, pero también político y cultural.
José Ramón Saiz indicó la posibilidad de la figura del apóstol como evangelizador de España, subrayó también que al Beato «le debemos el honor de ser el primero en difundir la noticia del Apóstol Santiago como evangelizador de la península y ser autor del himno O Dei verbum que abonó la semilla que permitió el descubrimiento de la supuesta tumba del apóstol, por el obispo de Iría Flavia, Teodorino. Hallazgo fundamental para aglutinar a los cristianos del norte en una causa común frente al islamismo».
El impacto causado por el texto Comentario al Apocalipsis de Beato de Liébana, escrito en el año 776, fue tal que hasta el siglo XIII se copio, más que ningún otro, y no solamente en Península Ibérica.
Los vientos de inquietud, sembrados por le arzobispo de Toledo, Elipando, motivaron el nacimiento de fuertes vibraciones en Liébana que atravesaron la estructura de Europa.
Se ignora el lugar y la fecha de nacimiento del Beato. En varias ocasiones es titulado de lebaniego o de asturiano.
En cualquier caso es indudable su condición de presbítero. Tampoco es seguro que fuera un monje, ni que fuera miembro del monasterio de San Martín, llamado mas tarde Santo Toribio de Liébana, aunque algunos indicios apuntan en esta dirección.
La figura singular del Beato de Liébana está espléndidamente estudiada por el profesor Joaquín Yarza, en su ambientación histórica y literaria. Por otra parte, dicho profesor estudia a fondo la tradición artística que condiciona a la aparición de las famosas miniaturas del Beato. Se piensa, que también podría ser objeto de atención intentar enmarcar el famoso personaje en el ambiente lebaniego en medio del cual surgió. El Beato fue considerado por sus contemporáneos como lebaniego. El mismo se hace eco de esta atribución cuando, asociado con el obispo Etéreo, se refiere así a su polémica obra El Apologico con la frase:
«nos lebanenses» nosotros los lebaniegos.
El monasterio de Santo Toribio de Liébana donde con todo fundamento se supone que vivió y escribió allí todas sus obras, es el centro geográfico del valle de Liébana.