Los alumnos del instituto Marqués de Santillana realizamos el pasado 15 de abril el tradicional viaje de estudios, esta vez destino Italia. Nuestro objetivo principal era completar un mini-tour de 10 días por Italia, en el cual visitaríamos ciudades como Niza, Milán, Verona, Venecia, Padua, Pisa, Florencia y, por supuesto, Roma, no mostrando ni el más mínimo síntoma de cansancio, ojeras o similar.

En nuestro periplo por Italia descubrimos las grandes obras de arquitectura, escultura y pintura tales como los Duomos de Venecia, Milán y Florencia, los Baptisterios de Pisa y Florencia, San Pedro del Vaticano o el Coliseo de Roma (eso simplemente nombrando algunos monumentos que visitamos). En lo referente a la escultura pudimos contemplar la Piedad, el David y El Moisés de Miguel Ángel y las fuentes de Bernini en Roma ya para terminar con el breve, que no poco denso, recorrido histórico-cultural.
Terminaré nombrando las pinturas que pudimos contemplar, eso sí, la gran mayoría mirando hacia el techo como, por ejemplo, la Cúpula de Brunelleschi, la capilla Sixtina o los frescos del Giotto.

Pasando al recorrido lúdico-gastronómico pudimos disfrutar de un muy sabroso aunque no muy variado menú. Consistente principalmente en pasta de todo tipo y pollo.

Y pasando ya a la diversión me gustaría destacar la cantidad de excursiones de fin de curso de todo el mundo, y especialmente de España, que encontramos por todas partes. Me sorprendió la gran cantidad de gente joven que se puede llegar a concentrar en la Plaza de España de Roma. Creo que es ahí donde se puede encontrar la mayor concentración de turistas jóvenes y extranjeros de toda Italia.

Y en contestación a la pregunta que seguramente se le está pasando a todo el mundo por la mente, si me pidieran que eligiera un lugar para visitar, os diría que me quedaba con el día de Venecia, la noche de Florencia y el alma y las gentes de la Ciudad Eterna.

Y como en todo viaje que se precie, en el nuestro tampoco nos faltaron las anécdotas. Desde la mítica pérdida del grupo en un monumento (en mi caso particular fue mientras tuve la feliz idea de pegar con un chicle a la pared de la tumba de Julieta el típico papel que se pone con tu nombre y el del chico que te gusta que, por cierto, se pegó bastante bien, mientras una multitud te rodea) y la posterior llamada al grupo para avisar que nos habían perdido.

También tuvimos el gran honor de disfrutar de una variante de la anterior, ya que nos despistamos en un manifestación pacífica por las calles de Roma, pasando por la experiencia de hospedarnos en un hotel regentado por una familia idéntica a los Corleone que pasaba bastante de nosotros, todo sea dicho. Basta decir que pedimos una manta extra porque la calefacción en vez de calentar enfriaba el cuarto. Aunque al final el jefe del clan acabó jugando al escondite con nosotros.
Además, tuvimos la inolvidable experiencia de montar en góndola con un gondolero que pasó por un canal que era dirección prohibida, aunque el hombre, tan feliz, preguntaba que quién era la más inteligente de la clase y cómo se decía en español, sin comentarios. Pero es que luego, al final, el hombre nos salió andaluz, porque nos dijo que uno de sus cantantes favoritos era Camarón de la Isla (o por lo menos eso nos pareció entender).