Experiencias de un alumno del IES Gutiérrez Aragón en Granadilla, localidad cacereña que se encuentra en ruinas. Su viaje se engloba en el Programa de Recuperación de Pueblos Abandonados en Granadilla, orientado a recuperar y utilizar de forma educativa el pueblo.
Granadilla es un pueblo antiguo de Extremadura que se encuentra en ruinas, la mitad más o menos. El entorno del pueblo se encuentra rodeado por una gran muralla de piedra de cinco metros de altura aproximadamente.
La expedición del IES Manuel Gutiérrez Aragón partió de la estación de FEVE una fría mañana de diciembre, comandada por dos profesores: Eduardo Muñoz y María, la profesora de Orientación. Llegamos a Granadilla a las 17,00 horas y media hora después llegaban más compañeros procedentes de dos Centros de Extremadura.
Una vez estuvimos todos reunidos, nos alojamos en las casas del pueblo para coger la cama que nos asignaban y dejar colocadas las mochilas. Al día siguiente se hicieron grupos de trabajo integrados por alumnos de los tres institutos para iniciar las tareas y así iniciarnos en la convivencia.
El primer día, a mi grupo nos tocó realizar trabajos de agricultura, que consistían en recoger las aceitunas de los árboles para hacer aceite. Por la tarde teníamos programados diversos talleres, que estaban a cargo de monitores de allí.
El primer taller fue fragua y después nos reuníamos con nuestros profesores para hacer las estelas cántabras con vistas a regalárselas a los compañeros de otros centros.
El segundo día me tocó ganadería, que consistía en dar de comer a las ovejas y soltar las vacas y el toro. Por la tarde fui al taller de carpintería y luego me indicó mi profesor que debía seguir haciendo estelas.
El tercer día matamos la cerda y estuvimos cortando carne, picando cebolla, pimiento, etc.
Al día siguiente, hicimos chorizos y morcillas. Por la noche, hicimos juegos nocturnos y a continuación nos dieron permiso para estar fuera de las casas hasta la una de la madrugada.
El último día entregamos las estelas que nos quedaban a los compañeros de los otros Centros y por la noche se hizo una boda medieval.
El último día -el más triste- fue el de las despedidas. Todos nos volvimos para casa un poco apenados por las buenas jornadas que pasamos en convivencia y amistad en Granadilla y deseando volver a reunirnos algún día.