Viajamos al municipio de Santiurde de Toranzo, donde vamos a descubrir sus costumbres, historia, cultura y economía de la mano de dos alumnos del IES Santa Cruz de Castañeda.
El municipio de Santiurde de Toranzo está compuesto por los pueblos siguientes: Santiurde, Villasevil, Soto-Iruz, Penilla, Acereda, Bárcena, Vejorís, San Martín y Pando.
Los habitantes de esta comarca, ya en el siglo XIX cultivaban habas y patatas. En todos sus pueblos se dedicaban a la recogida de sus abundantes y apreciadas castañas, y en Vejorís exportaban fruta. En cuanto a la ganadería, el ganado vacuno aprovechaba el pasto de los montes en verano y se recogían en los invernales, en las zonas mas bajas. También criaban ovejas y cabras. Igualmente se practicaba (como se viene haciendo hoy en día) la pesca de trucha y salmón.
En Vejorís se contaba con tres molinos harineros y en Bárcena se dedicaban a la construcción y venta de carros, como lo hacían otros pueblos toranceses.
En cuanto a la cultura local, la zona es muy rica en tradiciones populares y leyendas, como la que da nombre a una cueva en Santiurde, la cueva de la Ojáncana (ser de la mitología local y la cántabra), por la creencia de que este ser vivía en su interior.
Historia del municipio
La historia de Santiurde de Toranzo, compuesto por cuatro de los concejos que, en la Edad Media, formaban el Real Valle de Toranzo (concretamente los centrales situados en la rivera derecha del Pas), parece comenzar en algún momento tras el paleolítico, aunque realmente se habita y se fundan los pueblos en torno a las construcciones religiosas en el siglo IX.
Tras los siglos de luchas y de la instauración del Señorío hasta el siglo XVIII, Santiurde de Toranzo, su actual nombre y dimensión, se incorpora a la recién nacida provincia de Cantabria.
Economía basada en la ganadería
Aunque no está atravesada por la nacional Santander-Burgos, sí que guardaría su economía gran relación con su importancia, de manera que con el abandono de este corredor en beneficio de la carretera de Santander-Palencia, por Reinosa, como principal acceso a la meseta, esta comarca ha sufrido un cierto desequilibrio en el plano económico. Sin embargo, ha sabido resistirse al declive al tratarse de una zona muy bien comunicada.
Al igual que los municipios de la zona, su economía se basa principalmente en la ganadería y el tradicional sistema de explotación de vacas y pastos y además la explotación de manantiales subterráneos cuyas aguas abastecen a Santander.
Patrimonio artístico
En primer lugar, trataremos la importante arquitectura religiosa, comenzando por la románica iglesia de Villasevil, de la que se conserva el ábside, donde se casó el infante Don Juan (hijo de los reyes católicos) en 1497.
Se cuenta con la iglesia románica de Pando y del románico-gótico nos encontramos con la primitiva iglesia de la Acereda. De ésa época sólo se conservan el ábside, dos puertas y una ventana, el resto es del siglo XVII.
Del siglo XVI es la iglesia de Vejorís, de tres naves, que es de donde procede un retablo esmaltado que se encuentra actualmente en el Museo Diocesano de Santillana del Mar. Del siglo siguiente (XVII) son la iglesia parroquial de San Andrés, en Penilla, y el conocido y destacado convento franciscano de El Soto, con torre gótica.
En lo que corresponde a la arquitectura civil, destacaremos la Torre Bustillo, situada junto a la iglesia de Penilla y construida en el siglo XVI sobre las ruinas de la anterior que fue derribada en el famoso pleito de los valles; la torre de los Villegas, en Villasevil, con acceso de arco de medio punto y escudo señorial; la de Sierra en Iruz; y en Vejorís la casona de Escalante.
Naturaleza
El municipio se extiende como una estrecha franja de terreno entre la cuenca del río Pisueña y la margen derecha del Pas. Es el río el que funciona como eje de sus poblaciones, con sus prados y cultivos en la rivera del Pas y con las superficies de pinos y espacios agrarios en las laderas.
En la rivera podemos ver chopos y alisos, mientras que rodales de roble salpican el resto del municipio, con especial presencia en Vejorís y San Martín, destacando el bosquete en el nacimiento del arroyo Tronada.
El arbolado de la finca Los Hoyos en Iruz y las cajigas en el parque San Martín destacan por su singularidad.