Más de doscientos robles plantados fue el resultado de la excursión que un grupo de alumnos del Instituto Santa Clara realizó a la Vega de Pas. Allí, acompañados de tres monitores de la Asociación para la Defensa de los Recursos Naturales de Cantabria (ARCA) y azada en mano, aprendieron cómo plantar un árbol y lo importante que éstos son para los seres vivos, entre ellos nosotros, los humanos. Este actividad de los alumnos del centro se inscribe dentro del Proyecto Trenti, que consiste en repoblar con árboles autóctonos, con ayuda de jóvenes y escolares.

El último día de clase antes de las vacaciones de Semana Santa y con el fin de quitarnos agobios de exámenes y pasar un día fuera del Instituto juntos, los alumnos de 2º de Bachiller de Biología, Ciencias de la Tierra y Geología del Instituto Santa Clara nos fuimos a un pueblecito, La Vega de Pas, para pasarlo bien y plantar algún que otro árbol, en compañía de nuestras profesoras Mª José Ojeda y Carmen Argüelles.

Por si alguien no sabía nada sobre el tema de la reforestación, tres monitores de la Asociación para la Defensa de los Recursos Naturales de Cantabria (ARCA), que fueron quienes nos acompañaron, se encargaron de hacernos saber que los árboles son fundamentales porque:

  • Producen y liberan gran cantidad de oxígeno.
  • Favorecen la creación de suelo.
  • Defienden al suelo de la erosión del viento y la lluvia.
  • Retienen agua.
  • Regulan el clima, suavizando la temperatura y manteniendo el nivel de humedad ambiental, evitando la sequedad.
  • Constituyen el medio en el que viven numerosas especies animales.
  • Son fuente de recursos, tanto para los animales como para el hombre (madera, paisaje, etc.).
  • Participan de manera decisiva en el ciclo del agua.

Cuando bajamos del autobús cada uno recogió una azada y unos guantes y nos dirigimos hacia una colina donde empezaríamos el trabajo. La subida fue un poco penosa: somos «chicos de ciudad» y el tiempo no nos facilitó las cosas pero llegamos al sitio en cuestión.
Allí nos explicaron como ARCA lleva años reforestando bosques arrasados por diferentes motivos (pastoreo, construcción de barcos, cultivos, etc.). Utilizan sólo especies autóctonas, adecuándolas a las características del terreno en donde se van a ubicar y a la vegetación de la zona. Algunas de las especies utilizadas son: roble, encina, fresno, arce, haya, sauces…
Nosotros fuimos responsables de plantar unos 230 robles más o menos. Y la tarea no es tan sencilla como parece:

Primero hay que despejar un trozo de terreno de hierbas y malezas. Luego debe hacerse un hoyo ayudándose de la azada (haciendo palanca con ella); este hoyo debe ser lo suficientemente profundo como para que toda la raíz del pequeño roble quede tapada por completo (si algún pelo radical queda en superficie el árbol no crecería). Después se introduce el plantón en vertical cubriendo el hueco con tierra desmenuzada libre de raíces; se compacta bien la tierra pisando alrededor de árbol y se recubre con un poco más de tierra. Por último, se colocan un par de piedras en la parte delantera del recién plantado árbol, con el fin de retener agua y a modo de aviso.

En la bajada hubo algún que otro resbalón por las prisas de tocar suelo asfaltado. Fuimos a comer a la Vega de Pas y cuando terminamos volvimos a Santander.

La experiencia fue muy positiva y lo pasamos en grande. Además, dar golpes con la azada es un buen método para descargar tensiones. Ya sólo nos queda escribir un libro y tener un hijo (a la mayoría).

Trabajo original