Y sucedió que, no precisamente gracias a la colaboración estudiantil sino al empeño de un profesor por no defraudar a un reducidísimo grupo de alumnos que habían depositado sus esperanzas en él, la antaño hipersolicitada actividad de senderismo por parte de los escolares del Pereda no quedó arrinconada en el olvido y pudo continuar desarrollándose con iguales ganas, pero con algunas modificaciones.

Tras una primera convocatoria allá por noviembre para realizar la subida a Tresviso que no obtuvo la respuesta esperada, se decidió esperar para más adelante para llevarla a cabo. Pero de las pocas personas que se habían presentado a las reuniones informativas (cabe destacar que había más profesores interesados en la actividad que alumnos), el mencionado profesor advirtió que dichas gentes tenían ganas de ir de marcha fuera como fuese y no tenían cómo.

Así que contactó con compañeros de profesión que trabajan en los institutos «Cantabria» y el de Muriedas, los cuales llevan un tiempo organizando excursiones conjuntas debido al mismo problema con que nos enfrentamos nosotros, que no es otro que la falta de personal, y les planteó la posibilidad de unirnos a ellos en sus salidas, a lo que accedieron encantados (quizá por eso de que la unión hace la fuerza…).

Y de este modo, el día 29 de enero del presente año TRES intrépidos montañeros ansiosos de aventura se montaron en un autobús en compañía del anteriormente citado enseñante y fueron recogiendo a los demás compañeros de andanzas para llegar hasta Tagle y allí comenzar la Ruta de los Acantilados. Ésta les llevaría de Tagle a Santillana del Mar pasando por lugares como la ensenada de Santa Justa, Ubiarco o Arroyo, cuyos caminos recorrieron unas veces por extensas praderas pegadas al mar, otras por angostos caminos en pleno acantilado (desde los que se obtenían las mejores vistas, con el mar muy azul y al fondo las montañas nevadas…), a lo largo de los cuales puderon observar una ermita muy llamativa por estar «incrustada» en la roca, los paisajes donde se rodó la película protagonizada por el actor santanderino Eduardo Noriega «El Invierno de las Anjanas», grutillas oradadas en un saliente del acantilado, los antiguos Baños de Ubiarco, hoy en ruinas… De todo ello disfrutaron incluso comiendo, ya que se colocaron en una explanada y mirando al mar (como dice la canción).

Pero la excursión no sólo iba encaminada a respirar un bastante de aire fresco y puro sino también a repasar lo aprendido en las clases de Arte (unos) o aprenderlo (otros), de lo que se encargó uno de los profesores que componían la compañía (de Arte, por supuesto) al servirles como guía turístico en la Colegiata de Santillana, cuyo claustro tuvieron la oportunidad de contemplar.

Una vez visitada la villa de las tres mentiras (puesto que ni es santa, ni llana, ni tiene mar) el autobús los recogió y los trajo de vuelta sanos y salvos a sus respectivos lugares de origen. Esto ponía fin a la primera de las salidas que estos muchachos (mayoritariamente muchachas) tenían previsto hacer con aquellos otros dos institutos pioneros en las marchas conjuntas de varios centros.

Trabajo original