La Ley de Murphy es, además de una de las leyes menos prácticas para la historia de la ciencia, una de las curiosamente más conocidas. Esto es una prueba más del carácter estúpido de la raza humana y de la capacidad que poseemos para retener tonterías. Es por eso por lo que hemos querido acabar con este mito base del pesimismo y demostrar que no es cierto de la forma más objetiva posible: con las matemáticas.
En primer lugar nos gustaría explicar -desde la parte más psicológica-, que el motivo de que la Ley de Murphy parezca tan cierta es la memoria selectiva. Si un día la tostada se te cae por el lado de la mantequilla y te mancha todo el suelo, enseguida te cabrearás con tu suerte y te acordarás de la Ley de Murphy pensando que es cierto. Sin embargo el día que la tostada se te cae por el lado que no lleva mantequilla pasará a la historia ya que nada de lo que ocurrió te llamó la atención. A esto es a lo que nos referimos con memoria selectiva, al hecho de que no nos acordamos del pasado por completo sino que nos acordamos de lo que nos llamó la atención y, generalmente, de lo malo.
En otros aspectos, incluso nosotros demostramos la certeza de esta ley cuando, por ejemplo, nos obcecamos con nuestro ‘mal día’. Esta forma de asumir un día como malo, sumado a nuestro propio mal humor característico de estos días, es lo que nos lleva a incidir otra vez sobre los mismos errores, o nos hace más vulnerables ante los malos sucesos, haciendo que incluso estemos más irritables y discutamos con algún amigo o compañero.
Así que con el pretexto de violar una ley, nos pusimos en marcha y realizamos el estudio sobre el que nos pareció el más interesante y representativo de los postulados de Murphy, el referente a las tostadas que caen por el lado de la mantequilla. En él Murphy dice algo así como: «…además, si al caerse una tostada existe la posibilidad de que esta caiga con el lado de la mantequilla hacia abajo, lo hará, manchando todo el suelo o la mesa sobre la que haya caído».
El experimento fue realizado partiendo de la base de que cuando Murphy dice que siempre que una tostada pueda caer por el lado de la mantequilla lo hará, se refiere a un 80% (dando un 20% de margen a ese «siempre»). Y teniendo en cuenta ese «siempre que pueda» le dimos la oportunidad de poder caer hacia abajo a todas las tostadas realizando los lanzamientos mediante tiradas aleatorias, sin condicionar así el numero de giros de la tostada en el aire con ninguna altura desde ninguna mesa, ya que descubrimos que podías conseguir casi un 100% de aciertos de cualquiera de los dos lados dependiendo de la altura si lo tirabas suavemente desde el borde.
Condicionar el experimento pensando en que Murphy se refería a caerse desde una mesa, desde un plato o, incluso, desde una sartén, nos pareció una tontería, ya que, lógicamente si el lanzamiento es realizado desde un mismo sitio a una misma altura y con igual fuerza todas las veces hay mas posibilidades de un resultado que de otro y no dejaríamos entonces lugar al azar, que es a lo que Murphy se refiere con el «siempre que se pueda», es decir, siempre que haya posibilidades de ambos.
El experimento nos dejó, tras cien tostadas de muestra, que 62 cayeron hacia el lado sin mantequilla y solamente 32 de la manera que Murphy predijo. Al extrapolar esta muestra al total de la población el resultado fue, con un margen de error del 1,2%, que de cada millón de tostadas 637.584 tostadas se contrapondrán a la teoría de Murphy y el resto caerán hacia el lado de la mantequilla.
De esta manera no hay que premiar a Murphy por su fiabilidad matemática… sino por su originalidad en el arte de descubrir los motivos de esos «malos días» que con o sin tostadas nos hacen la vida imposible.
Pero si para algo nos ha servido este experimento es para saber que no podemos basar los problemas en leyes o corolarios. Debemos pensar en qué fundamento tiene el hacerlo y si nos sirve para algo, además de para satisfacer nuestro ansia por echarle la culpa a otros, en vez de a nosotros.
Tras esta reflexión solo les deseo una cosa, tengan un mal día.