40 alumnos de la Enseñanza Secundaria para Adultos, ESPA, y de diversos talleres del Centro de Educación de Personas Adultas de Laredo, CEPA, visitaron la exposición de Sorolla ‘Visión de España’ en el Museo de Bellas Artes de Bilbao. La salida fue multidisciplinar e implicó a los departamentos de Lengua, Sociales y Pintura.

Catorce enormes lienzos, de hasta 3,51 metros de alto por 13,93 metros de ancho, que representan el paisaje y las costumbres de diferentes regiones de la península, ocupan las paredes del Museo de Bellas Artes de Bilbao. Es la exposición ‘Visión de España’ de Sorolla, que se ha prorrogado hasta el 1 de febrero por la gran acogida.
La última obra en la que trabajó el pintor valenciano antes de sufrir una hemiplejia en 1920 que le causaría la muerte tres años después y que por primera vez se expone en nuestro país.

Fue en 1911 cuando Archer Milton Huntington, fundador de la Hispanic Society de Nueva York, encargó este proyecto a Joaquín Sorolla con la finalidad de decorar las paredes de su biblioteca con imágenes regionales españolas.

Desde entonces, y durante ocho años, el pintor se dedicó a recorrer hasta el más recóndito rincón de nuestra geografía tomando apuntes y realizando bocetos de lo que posteriormente sería esta gran obra. Como hoy haría un gran director de cine en busca del decorado perfecto para sus escenas de exteriores.

En 1913 decidió ponerse manos a la obra y pintó su primer panel y el de mayor tamaño: ‘La fiesta del pan’ (Castilla), pero sería el año siguiente el más productivo ya que finalizó cinco paneles más: ‘Los nazarenos’ (Sevilla), ‘La jota’ (Aragón), ‘El concejo del Roncal’ (Navarra), ‘Los bolos’ (Guipuzcoa) y ‘El encierro’ (Andalucía).
Cuatro más en 1915: ‘El baile’ (Sevilla), ‘Los toreros’ (Sevilla), ‘La romería’ (Galicia) y ‘El pescado’ (Cataluña). A partir de aquí uno por año hasta 1919: ‘Las grupas’ (Valencia), ‘El mercado’ (Extremadura), ‘El Palmeral’ (Elche) y ‘La pesca del atún’ (Ayamonte).

Han tenido que pasar noventa años para que los cuadros salgan de su emplazamiento original en Nueva York y es, que debido a sus grandes dimensiones su traslado, no ha sido tarea fácil, pero al fin se han reencontrado con la luz y el color que les vio nacer.

ESPAÑA VISTA POR SOROLLA
Por Arturo Armas Vela y Rosa Sofía Fermín Mago

Esta exposición tiene un componente que puede entenderse como reparación histórica, en dos sentidos: mostrar en España lo que nunca fue exhibido, porque impedimentos legales lo evitaron, y reivindicar la pintura de Joaquín Sorolla como una de la más importantes y significativas del siglo XX.

Respecto a su acogida neoyorquina, alcanzó mucho menor éxito que la anterior gran muestra de Sorolla en la ciudad de los rascacielos en 1909; en Estados Unidos y en Europa, los rumbos habían cambiado y la pintura del valenciano se quedaba al margen de la nueva moda. La decadencia en la estimación de la obra de Sorolla comenzó a notarse a partir de su muerte y se ha mantenido desde entonces en una especie de letargo –cuando menos apartada de la primera fila internacional-, siendo en este siglo XXI cuando vuelve a afirmarse con potencia.

Creemos que es una obra que vale la pena ver ya que pertenece a Nueva York y no volverá a España.
Llamó nuestra atención el cuadro de ‘La pesca del atún en Ayamonte’ (Huelva), por la forma en que los pescadores capturaban los túnidos. En ese cuadro, teníamos la sensación de poder introducirnos en él, el color de los atunes era casi real, era una sensación difícil de explicar, pero fácil de sentir. A cambio, el que representa a Galicia produce agobio, claustrofobia, debido a la aglomeración de animales y personas.

 

ANÁLISIS DE ALGUNOS CUADROS DE LA EXPOSICIÓN
Por Eloy Santos Revilla

‘La Romería’ (Galicia)

Sorolla hace confluir una romería con una feria de ganado y en ella entrelaza personajes: un gaitero soplando, tres mujeres sentadas en primer plano con una cesta cubierta con un mantel blanco, y el grupo central de cinco muchachas.

Según la guía de la exposición, Joaquín Sorolla asociaba Galicia con la abundancia de alimentos, de ahí que este cuadro se vea tan sobrecargado de ganado, alimentos, etc.

‘La pesca del atún’ (Huelva)

En ‘La pesca del atún’, en Ayamonte, un panel de casi cinco metros de longitud, hay una íntima imbricación entre el paisaje y las figuras de los pescadores. Surge, de nuevo, el blanco y el azul organizando cromáticamente la composición, acompañados por la potencia del amarillo en el toldo y el intenso rojo de la sangre de los pescados.
El conjunto de grandes brochazos, entre los que vuelve a resaltar el brillo del blanco, culmina la obra.

‘El encierro’ (Andalucía)

En esta escena andaluza se aprecia a un grupo de mayorales, dos delante de dos toros y otros tres al fondo, conduciendo una partida de reses bravas a través de un camino rural. Un paraje de pitas y chumberas, bordeando el camino de tierra, y unas vías del ferrocarril, símbolo de la industrialización, completan el escenario. Se aprecia cómo cada zona de color fue motivo de juego para el pintor, destacando el blanco sorollesco.

‘La fiesta del pan’ (Castilla)

Ésta es la obra más grande y la más planificada de la exposición.
A diferencia de las otras, donde pinta una particularidad curiosa de cada región, aquí lo mezcla todo, completando así una amalgama de personajes y motivos propios de la zona.
Para «su» Castilla, el pintor tomó los modelos del natural, pero terminó la composición en su estudio de Madrid.

‘El pescado’ (Cataluña)

El puerto pesquero de Santa Cristina, en Lloret de Mar fue el escenario elegido para la realización de este panel. En El pescado vuelve a surgir el típico eje cromático sorollista blanco-azul, pero con más fuerza que antes: el blanco sigue una línea quebrada a través de las ropas de las mujeres, desde la izquierda hasta la camisa de la mujer del centro de la composición.

‘Las grupas’ (Valencia)

En un primer momento, Sorolla quiso pintar un campo de naranjos, pero cambió de idea al pasar un día por la catedral de Valencia y ver los preparativos de la procesión de San Vicente Mártir. Según los comisarios de la exposición, Felipe Garín y Facundo Tomás, este cuadro es el más alegre en cuanto a colorido, seguramente por tratarse de su tierra natal.

‘El mercado’ (Extremadura)

Sorolla se desplazó hasta Plasencia para observar in situ a las gentes de Montehermoso que trabajaban en el mercado; pero además, compró varias fotografías, en especial a su suegro Antonio García, con las que se documentó para encontrar sus escenarios preferidos.

 

MÁS COMENTARIOS
Por David Ayarza Ortiz

Joaquín Sorolla (1863-1923) trataba de conseguir mediante sus pinceladas un efecto de movimiento, dando especial énfasis al lugar hacia el que va dirigido el foco luminoso. Cortaba la imagen a modo de panorámica y resaltaba las sombras de los elementos que aparecen en el cuadro.

Pudimos apreciar los 14 paneles de la etapa final de este artista y comprobar cómo era la vida en España hace una centuria vista a través de los ojos de Sorolla.

 

Trabajo original