Bueno, no me andaré por las ramas: el mundo ha perdido un lunático; un fanático de la destrucción mundial. Su nombre es Sadam Husein y nació en 1937 y ha muerto el 30 de diciembre de 2006. Bueno, no se ha muerto, le han matado. Le pusieron la soga en el cuello sí, pero, ¿por qué?. Crímenes contra la humanidad tales como el ataque químico a Halabja, la ejecución de 148 chiítas, el aplastamiento de la rebelión chiíta, las fosas comunes, la guerra contra Irán y la invasión de Kuwait.

A Husein le condenaron por todos estos delitos, para mí, justamente. Pero yo me hago una pregunta: ¿Es su muerte justicia, venganza o maniobra política?. No lo sé. Lo único que sé es que ya no esta aquí, y la verdad es que no me da ninguna pena, pero sí preocupación sobre un sistema que pretende acabar con los asesinos de forma rápida y segura. Cierto es también que puede haber métodos también efectivos y no poniéndose a la altura del condenado y creo que se podría aplicar en este país. Me refiero, claro está, a la cadena perpetua, ya que esto nos aseguraría, por ejemplo, que todos estos etarras que nos destrozan el país día a día, sin el menor signo de arrepentimiento ni deseo de reparación, encerraran su odio entre hierros e invadidos por la soledad de su violencia.

Pero no, aquí nos dedicamos a juzgar a estos impresentables con condenas de 300 años o cosas por el estilo y cuando nos queremos dar cuenta están en la calle, sí, un asesino en la calle. Empezamos con los rollos de la buena conducta que tanta gracia hace, ¿cómo va a tener buena conducta un ser que es capaz de hacer lo que ellos hacen, se jactan de ello, y nos desafían incluso desde su celda?

Pero en fin, aquí todo el mundo callado. Es más, les dejamos que en pleno juicio empiecen a dar patadas al metacrilato que les protege y a amenazar a los jueces con una tranquilidad pasmosa. Permitimos también manifestaciones de eso que llaman gestoras pro amnistía, que quieren traer a los presos etarras al País Vasco, eso sí que tiene gracia, todavía tienen la cara dura de decir cosas del estilo de: “poneros en la piel de la familia de un ETARRA; vale, si ha matado que cumpla la pena pero que la cumpla en el País Vasco para que le podamos ir a ver, que también tiene derecho”. Seguro que los huérfanos que han dejado a su paso también tenían derecho a crecer junto a sus padres.
Que frases más bonitas tienen los asesinos y sus acólitos. Pero, qué pensaran si yo les digo: De acuerdo, ¿Y la familia del asesinado? ¿Quién se pone en la piel de una familia que pierde a uno de sus miembros, que ya no le puede ver, tocar, hablar…? ¿Quién se pone en esa piel? NADIE, NADIE.

Sadam Husein mató, destrozó, invadió… pero después lo pagó, lo pagó con su muerte. Aquí se mata, por ejemplo, a Miguel Ángel Blanco; se destroza, por ejemplo, la T4 de Barajas; se acaba con la vida y las esperanzas de dos inmigrantes, y por no decir que se invade… ¿Y qué? No pasa nada. Ustedes, si asesinasen a uno de sus seres queridos, ¿se sentarían a negociar con esta banda?. Yo creo que no. ¿Ustedes serían capaces de acusar a uno de los líderes de ETA por tan solo uno o dos años de cárcel? Yo creo que no. Pero sin embargo, esto se hace y lo vemos día a día.

Después de reflexionar sobre esto, no sé ustedes, pero yo no tengo ni la más mínima duda de que se debe utilizar la cadena perpetua en este país para acabar con aquellos que carecen de todo respeto por la vida humana y carecen del mas mínimo deseo de enmendar este clima de violencia que nos invade. Y, sobretodo, estamos en nuestro derecho de evitar que vuelvan a la calle y vuelvan a amenazar nuestra existencia. El tema de la pena de muerte es más discutible, y desde una perspectiva moral, claramente inaceptable. Hay gente que piensa que se sufre más toda una vida en la cárcel que siendo asesinado. No digo que no, pero… ¿Vieron la cara de Sadam Husein cuando tenía la soga a solo unos metros?. ¿Lo vieron?. Esa cara llevaba consigo locura, miedo, paranoia… yo me preguntaba lo que pasaría por la cabeza de este ser en aquel momento y apostaría a que también sufriría muchísimo; y por qué no pensar que pasaría por su cabeza también la palabra arrepentimiento, aunque cuesta verlo en este tipo de seres demenciales.

Un caso reciente y en proceso es el del etarra Iñaki de Juana Chaos, un ser fanático y repleto de odio, que pretende jugar con todos nosotros y que, tras asesinar vilmente a muchos españoles, pretende cargar sobre nosotros la responsabilidad de una muerte, la suya, de la que sólo el es culpable, como lo ha sido de la muerte de tantos inocentes. ¿Qué no quiere comer?, ¿tenemos nosotros la culpa?.
¿De verdad que a esos asesinos ya capturados y condenados no les condenarían ustedes a cadena perpetua? No sé, pero yo seguro me quedaría más tranquilo sabiendo que toda esta gente se pasará su vida en la cárcel. Estaría más tranquilo por mí, estaría más tranquilo por mi familia y, sobre todo, estaría más tranquilo por España.

Por lo tanto, está bien claro lo que hay y también está bien claro lo que puede haber si todos luchamos juntos: justicia. Quiero que piensen bien lo que han leído y vean lo que tengan que ver, pero está más que claro que aquí cada día muere gente y lo único que se hace es poner condenas exageradas que luego se quedan en nada, y claro “negociar” o “dialogar”, pero nada de nada. Esto es imposible pararlo así. ¿Podemos negociar el regreso de los muertos?.

 

Trabajo original