El atentado de ETA en la terminal T-4 del aeropuerto de Parayas, con el que se rompe la tregua iniciada el 24 de marzo y que se llevó la vida de dos ecuatorianos, ha sido el punto de partida de esta reflexión acerca del terrorismo.

El terrorismo o amenaza de recurrir a la violencia con fines políticos se dirige no sólo contra víctimas individuales sino contra grupos más amplios, y su alcance trasciende con frecuencia los límites internacionales. El término de terrorismo implica un acción llevada a cabo por grupos no gubernamentales o por unidades secretas o irregulares que operan dentro de los parámetros habituales de las guerras, y a veces tienen el objetivo de fomentar la revolución (cambio generalmente realizado por la fuerza y a menudo con violencia que experimenta un orden social o político).

El objetivo de los terroristas es la propagación del pánico en la comunidad donde se dirige la violencia. En consecuencia, la comunidad se ve coaccionada a actuar de acuerdo con los deseos de los terroristas. El terrorismo extremo busca a menudo la desestabilización del estado causando el mayor caos posible, para posibilitar así una transformación radical del orden existente.

A lo largo de la historia el terrorismo ha aparecido una y otra vez. Las sociedades secretas detectadas en algunas culturas tribales mantienen su influencia valiéndose del terror. Ya en el siglo XII, un grupo ismailí (secta musulmana) de los musulmanes shiíes, ‘los asesinos’, llevó a cabo campañas terroristas contra los musulmanes zuñes. En Irlanda, grupos protestantes y católicos se aterrorizaron mutuamente tras la Reforma (movimiento religioso iniciado por Martín Lutero en el siglo XVI). En el sur de los Estados Unidos se creó el Ku Klux Klan tras la derrota de la confederación sudista en la guerra civil estadounidense (1861-1865) para aterrorizar a los antiguos esclavos.

En toda Europa, a finales del siglo XIX, los partidos del anarquismo (doctrina política que se opone a cualquier clase de jerarquía) realizaron antiguos ataques contra mandatarios o incluso ciudadanos corrientes. Una víctima notable fue la emperatriz Isabel, esposa de Francisco José I, asesinado por un anarquista italiano en el año 1868. Poco después, en junio de 1914, el partido nacionalista, apoyado por el estado, provocó el asesinato del Francisco Fernando de Habsburgo y de su esposa por un terrorista serbio llamado Gavrilo Princip. Este suceso desencadenó el comienzo de la Primera Guerra Mundial.

Los motivos que subyacen al terrorismo son muchos como, por ejemplo, carecer de un país propio. En España, el grupo terrorista ETA (Euskadi Ta Askatasuna, traducido del euskera al castellano ‘Euskadi y libertad’) comenzó su campaña terrorista en 1960 para presionar al gobierno de que creara de Euskal-Herria una nación independiente.

También en Irlanda del Norte, grupos nacionalistas como el IRA (Ejército Republicano Irlandés) lanzaron su campaña terrorista en la década de los 70 contra el ejército británico.

Durante 1970, la fracción del Ejército Rojo, grupo Baader-Meinhof, protagonizó diversos actos de violencia en la Republica Federal de Alemania. Robaron bancos, y en 1977 secuestraron y asesinaron a un hombre de negocios llamado Hans-Martin Schleyer. También se implicaron en los actos terroristas realizados por terroristas palestinos en Munich asesinando a atletas israelíes en 1972.

En Italia, en 1978, el grupo terrorista llamado Brigadas Rojas cometió no pocos asesinatos como el del ex primer ministro Aldo Moro.

En conclusión, el terrorismo sólo quiere infundir miedo en una sociedad. Los problemas sólo se pueden solucionar respetándonos los unos a los otros, sin importar nuestras ideas políticas o religiosas, porque es muy triste pensar que una persona a la que quieres mucho pueda estar en peligro.

 
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