Nunca antes una bandera, un simple trozo de tela, había causado tanta polémica y tal cantidad de declaraciones. Pero está claro que la bandera de la discordia no es un simple trozo de tela inservible, es el premio que se concede tras ganar la regata de la Bahía de La Concha en San Sebastián, probablemente la más prestigiosa de la temporada y también una regata que concentra una de las mayores afluencias que se pueden dar en el deporte español hoy en día, ya que unas 120.000 personas año si y año también, se reúnen allí para pasar una jornada de traineras, folclore y sentimiento patrio.
“Los vascos no aceptan que los cántabros hoy somos mejores que ellos remando, que tenemos tanta tradición remera como ellos y que esto no lo han inventado los vascos”, fueron las declaraciones que un indignado Miguel Ángel Revilla, presidente de Cantabria, realizó a numerosos medios de comunicación tanto cántabros como nacionales. ¿A qué se debe este enfado más que personal, casi diplomático, en una jornada que debe servir de unión entre pueblos y de disfrute colectivo? Si ustedes no lo saben les pondré en situación…
El pasado 11 de septiembre de este mismo año se disputó la Bandera de La Concha. Los favoritos de este año eran dos embarcaciones cántabras: La Marinera de Castro Urdiales y la San José XIII de El Astillero. Los aficionados cántabros sabían que alguna de sus embarcaciones sería la ganadora y lo tenían todo preparado. Como en todas las pruebas del calendario, se disputan dos tandas -la de honor (donde se citan las mejores embarcaciones) y la de consolación-. Siempre se disputa primero la tanda de consolación: Este año partían en ella las embarcaciones de Orio, Cabo Da Cruz, Pasai Donibane y Pedreña. Con una mar picada y con un gran viento las embarcaciones de Pedreña y Orio tenían una lucha sin cuartel por la primera posición, aunque casi nadie les prestaba atención, ya que todos los aficionados esperaban a la tanda de honor. Pese a esto, las dos embarcaciones seguían luchando y, debido a esta lucha sin cuartel, tras un golpe de mar, Pedreña pasó a la calle de Orio golpeándola. La tanda siguió y la lucha prosiguió entre las dos embarcaciones y cuando llegaron a la meta el resultado marcaba un segundo de diferencia a favor de la embarcación de Orio.
Tras la primera tanda venía la importante, la que había provocado que mucha gente madrugara e hiciera un viaje de muchos kilómetros. En esta tanda participaban las traineras galácticas: Astillero, Castro, Hondarribia y Arkote. Aunque las dos embarcaciones cántabras se las prometían muy felices, la mar es impredecible y lo que en la primera tanda era una marejadilla en la segunda se convirtió en una mar gruesa y con grandes olas que se colaban en los botes y los hacían saltar brutalmente. Pese a esto las embarcaciones, tras una salida nula, salieron velozmente, pero se encontraron con un muro impenetrable. Gracias a esto Hondarribia, que se vio beneficiado por el sorteo de calles, conseguía con bastante dificultades irse, poco a poco, de sus perseguidores.
Tras la primera ciaboga (para los no entendidos es una boya en la cual las traineras giran para realizar otra vez el tramo recto es probablemente la parte más complicada, pero también la más bonita de las regatas) aventajaba al segundo en 10 segundos y, al llegar a meta, aventajó finalmente a Astillero en 18 segundos. Tras la contabilización de los tiempos de las dos mangas y sumándolos a los de la prueba del 5 de septiembre daban como ganador a…. Pedreña, sí Pedreña la que era tercera embarcación cantabra en discordia y que no partía en ninguna de las quinielas.
El comité se pronuncia
La sorpresa era general, nadie se podía creer el resultado, pero la mar dictó sentencia y los remeros de Pedreña celebraban la inesperada victoria, aunque todavía nadie les daba el premio, y esto tenía una explicación muy sencilla. La cuestión es que la victoria se estaba fraguando no en el mar sino en los despachos, ya que Orio había denunciado a Pedreña por traspasar su calle y golpearla, probablemente presionado por Hondarribia, aunque nunca se sabrá, y finalmente tras una hora de deliberación el comité dictó que Pedreña había sido descalificada y que, por tanto, Hondarribia con el segundo mejor tiempo era la ganadora de la bandera de la concha 2005. Los aficionados cántabros, y más concretamente los de Pedreña, pasaron de la alegría desbordada a un sentimiento mezcla de tristeza y mezcla de indignación. Este sentimiento se vio reflejado en el presidente de la comunidad, y gran seguidor de este deporte, el cual manifestó lo siguiente:
“Sacar una bandera aquí es como llevarles el árbol de Guernika”; “Piensan que como son los más fuertes y los que más saben de todo no pueden consentir que esto que es su emblema se lo lleve otro”; “tengo que hacer grandes esfuerzos para contenerme”- manifestaba Miguel Ángel Revilla tras la finalización de la entrega de la bandera a Hondarribia.
Tras esto también anunció que la tripulación cántabra recibiría la bandera de Cantabria, “más valiosa que la de la Concha”. Al mismo tiempo que Cantabria estaba indignada, los de la Ama de Guadalupeko la embarcación de Hondarribia celebraba con los hondabirritarras una triunfo que no conseguían desde 1968; mucho tiempo esperando que valía la pena por ese momento.
Tras la prueba, durante la siguiente semana, se sucedieron las declaraciones tanto en uno como en otro bando. Y junto a ellas, las pruebas, como las del GPS que controla balizas y posición de las embarcaciones, y que no dejaban lugar a dudas sobre la mentira urdida contra los cántabros. Pese al frío del mar cantábrico, el presidente regional seguía caliente y fue uno de los que polemizaron con el tema, poco a poco, mientras transcurría la semana se fueron calmando los ánimos y ya ha pasado casi un mes y medio y la borrasca se ha despejado, pero en el corazón de todos los cántabros permanece el sentimiento de cuando se te da un premio y luego se te castiga y te lo quitan, un sentimiento de frustración y de pensar que te falta algo. Por suerte, las embarcaciones cántabras siguen luchando y entrenando para el año que viene enfrentarse a las embarcaciones vascas en una tradición que perdura más de un siglo y que esperemos que perdure más porque levanta el sentimiento patrio tan importante en los tiempos de hoy en día en los cuales cualquier sentimiento hacia tu tierra resulta ante los ojos de los demás como un acto de ignorancia.
Los hechos no son sin embargo una anécdota aislada, sino un paso más en una penosa trayectoria de marginación, por parte de los clubs vascos, de las embarcaciones de otras tierras del Cantábrico, a través de medidas como la creación de ligas y asociaciones que van dejando en el camino a muchos rivales.
Y dicho todo lo anterior me gustaría añadir al tema, y quitándome el traje de cantabro y ponerme el de aficionado sin más, una conclusión a toda esta polémica. Espero y deseo que el año que viene no ocurra ningún hecho que altere la competición lo mas mínimo, ni la mar, ni ningún choque entre embarcaciones….. Para evitar ante todo lo que es la polémica del deporte y dejar la regata pura y que se pueda decir que ha ganado el mejor. Porque quizás este año no ha ganado el más fuerte, eso nunca se sabrá, lo que si se sabe es que ganó Hondarribia y eso no se puede reprochar y lo que también pediría desde este modesto reportaje que el año que viene no se trasladara el deporte al campo político porque lo que hace esto es manchar el deporte y el deporte nació y para seguir sobreviviendo tiene que ser puro, porque con todo esto lo que se provoca es una gran rivalidad mas allá de la sana competencia que puede hacer pensar a algunas personas en el hecho de doparse alterando notablemente el resultado final, así que pediría una mayor deportividad y que el deporte prevaleciera por delante de tontas disputas políticas.
Trabajo original