Repaso a los estereotipos relacionados con la mujer y el mundo laboral. El rol que se asigna a las féminas desde el mismo momento de su nacimiento perdura con el paso de los años, una situación que se complica cuando hay que hacer compatible la vida familiar con el desarrollo profesional.

Durante mucho tiempo se han confundido las diferencias biológicas propias de cada sexo con los comportamientos, normas y valores que cada sociedad considera adecuados para los hombres y las mujeres.

Desde que nacemos se nos asignan vestidos, juguetes y actividades diferentes e, incluso, se nos presupone una manera de ser, de pensar y de sentir determinada según seamos niñas o niños. Recibimos distintos mensajes, aprendemos a comunicarnos según nuestro género, adoptamos actitudes de acuerdo con lo que se espera de nuestro sexo y se nos crean expectativas diferentes.

Antes de que tomemos conciencia de si somos hombres o mujeres se nos asigna a cada sexo un rol social distinto. Los roles tradicionalmente asignados a las mujeres han tenido que ver con las funciones maternales y el trabajo doméstico. Los roles tradicionalmente masculinos han estado relacionados con el mantenimiento económico de la familia y la profesión.

Estos modelos de conducta tienden a coexistir con otros nuevos. Si analizamos cómo afectan estos modelos en el empleo, vemos que a las mujeres, en muchos trabajos, se les sigue exigiendo tener una apariencia impecable y femenina, aun cuando ello suponga una incomodidad a la hora de realizar su trabajo.

Asimismo, se les añaden determinadas exigencias por el hecho de ser mujeres y además se les presupone una actitud de abnegación y complacencia, así como estar disponibles y mostrarse agradables.

Si observamos, la imagen de la mujer moderna, que con tanto interés nos transmite la publicidad, es la de una mujer atractiva, delgada, dinámica, profesional, que no descuida su belleza, ni su trabajo ni, por supuesto, a su familia, para la que está siempre dispuesta y feliz y que, además, es tan resolutiva como los hombres. Pero este modelo es una trampa para las mujeres, puesto que las mantiene en la obligación de demostrar; demostrar que son buenas profesionales, buenas esposas, buenas madres… sin darles tiempo ni espacio para satisfacer sus propias necesidades.

Después están los estereotipos, que son ideas preconcebidas sobre las cualidades y formas de actuar de las personas. Los estereotipos se transmiten de generación en generación y suelen evolucionar más despacio que la sociedad, influyendo negativamente sobre quienes se aplican.

Los estereotipos que existen en torno a qué profesiones pueden desempeñar hombres y mujeres restringen las posibilidades laborales de ambos. Así, por ejemplo, solemos encasillar a los hombres en profesiones como carpinteros, mecánicos, electricistas, pilotos, arquitectos, ingenieros… y a las mujeres como empleadas del hogar, secretarias, telefonistas, enfermeras, maestras de escuela infantil…

Veamos, a continuación, algunos estereotipos relacionados con las mujeres y el empleo:

«Tener un empleo no es tan necesario para las mujeres como para los hombres, muchas de las que trabajan lo hacen porque quieren».

Esta creencia no tiene en cuenta que la mayoría de las mujeres tienen un empleo por necesidad, otras lo hacen para mejorar su situación económica o bien para tener independencia y autonomía. Desarrollar una profesión también puede ayudar a desarrollar sus capacidades y a que se sientan más satisfechas. Además, el trabajo remunerado les permite entrar en contacto con otras personas fuera de casa y ampliar el ámbito de sus relaciones sociales.

«Las mujeres no están capacitadas para realizar determinados trabajos que exigen fuerza física o son peligrosos«

Si bien en nuestro país la incorporación de las mujeres a profesiones a las que tradicionalmente se nos había negado el acceso es más lenta que en otros, hoy podemos encontrar mujeres en servicios de vigilancia y de bomberos, ejército, minería, construcción, conduciendo vehículos pesados, etc. El desarrollo tecnológico y, sobre todo, el paulatino cambio de estereotipos les está permitiendo a las mujeres desarrollar actividades inimaginables hace unos años.

«Los cargos de poder y responsabilidad no son para las mujeres«

Hay muchos factores que dificultan el acceso de las mujeres a puestos de mayor responsabilidad: la disponibilidad horaria que exigen estos cargos es difícilmente compatible con el cuidado de la casa y de la familia. Se les pide más a las mujeres que a los hombres y tienen que estar demostrando continuamente su capacidad. Si cometen errores se les atribuyen al hecho de ser mujeres más que a las dificultades del puesto que desempeñan. Han de soportar críticas sobre su imagen, su forma de vestir, de actuar, etc. Pero, a pesar de la doble carga y esfuerzo que supone para las mujeres adultas, cada vez son más las que comienzan a ocupar cargos de poder y decisión política, social o económica.

«Las mujeres faltan a trabajar más que los hombres»

Las malas condiciones laborales son los motivos principales que determinan el absentismo tanto para las mujeres como para los hombres. Se ha observado que el número de ausencias de trabajo son similares en ambos, aunque las causas sí son diferentes. Así, por ejemplo, los hombres, cuando faltan a trabajar, lo hacen más para realizar gestiones administrativas o bancarias o para asistir a actos sociales o cursos de promoción. Las mujeres, cuando se ausentan del trabajo, lo hacen más por motivos familiares, como enfermedad de los hijos e hijas, que por causa propia.

Socialmente, se asume que el cuidado de las criaturas y personas enfermas de la familia es un problema que atañe exclusivamente a las mujeres. Ante esto, muchas madres reaccionan reforzando su presencia en el trabajo y cuidando al máximo la responsabilidad de no faltar.

«Una mujer ‘que vale’ sale adelante de cualquier modo»

Es cierto que las mujeres van incorporándose al mercado de trabajo y participando más en la vida pública, pero aún la proporción no es demasiado grande, ya que han de enfrentarse a una serie de discriminaciones laborales.

 

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