Un festival artístico multidisciplinar, donde la gente de Torrelavega pudiera disfrutar de una oferta de ocio distinta, variada y entresacada de lo mejor del panorama español, o aun más allá era una idea que hace algunos años, un grupo de románticos ‘coció’. El empeño no era fácil. ¿Quién iba a venir a presentar su música de cámara, su teatro gestual o su exquisito jazz, a una ciudad pequeña de provincias, en pleno mes de febrero, y a un lugar… que ni siquiera tiene teatro? Pues han venido, y después de 15 años, aquellos románticos han convertido a este festival, al de invierno, en un elemento indispensable del panorama cultural español, al que, y esto es cierto, algunos protagonistas no son llamados, se ofrecen, por que actuar en Torrelavega da caché dentro del circuito nacional… y eso que seguimos sin teatro.
El verano es una época propicia a los eventos culturales de todo tipo, la geografía española se llena de ellos, al calor de las noches amables y, como complemento de un turismo, que ya ha dejado muy atrás el simple veraneo de playa. Pero en el invierno, cuando cada ciudad sólo es cobijo de sus moradores, la cultura suele ser tediosa, máxime en las localidades pequeñas, en eso que llamamos provincias. Menos en Torrelavega.
Contar esta historia no es fácil, así que hemos creído más conveniente ponerla en boca de sus protagonistas, y singularizando, en la boca de quien bien podría considerarse su alma máter, Luis Herreros, algo así como el jefe de la cultura local, y uno de los hombres más respetados en este campo, a nivel nacional.
Es un hombre muy ocupado, del que dicen que cuando acaba de trabajar se va a trabajar. Su despacho se encuentra en la última planta de la Sala de Exposiciones Mauro Muriedas. Pequeño, una amplia mesa llena de archivadores, ordenador, impresora y periódicos sirve de trinchera al motor del festival. Junto a él, afiches de sus películas favoritas, esas que ya no se hacen, y un reflejo de su familia. Joven, pero curtido, tiene fama de serio, distante y frío. Sin embargo, nos hemos encontrado con alguien amable, paciente y que sabe escuchar. Siempre ocupado, gestiona sus horas con premura. Eficiente y gran conocedor del mundo en el que se mueve, sabe administrar las distancias para sobrevivir en él. Pero eso no es antipatía, es virtud.
Pregunta.- Buenos días, señor Herreros.
Respuesta.- Luis, por favor, buenos días.
P.- Ante todo quisiéramos que se presentase, ¿quién es Luis Herreros?
R.- El director de los servicios culturales del Ayuntamiento de Torrelavega y, dentro de ello, director del Festival de Invierno de Torrelavega, director del Festival Nacional de Cortometrajes, responsable de la dirección técnica y artística del Festival de Calle, del Festival de Teatro Aficionado, y en general de todos los servicios culturales de la ciudad.
P.- ¿Desde cuándo está vinculado al Ayuntamiento de Torrelavega?
R.- Desde hace 19 años, como animador socio-cultural, siendo la primera plaza de este tipo que se estableció por oposición en Cantabria. Luego he ido ampliando mis cometidos, hasta la situación actual.
P.- ¿Cómo fueron sus comienzos profesionales?
R.-Yo provengo del campo del periodismo. Me licencié en la Universidad Complutense de Madrid y trabajé en varios medios de comunicación. Luego he trabajado siete años en el teatro, como actor y director, lo que ha sido una buena experiencia para mi trabajo actual.
P.- ¿Cómo comenzó a gestarse la idea del Festival de Invierno?
R.- Lo primero, debéis tener en cuenta que esta ha sido la iniciativa cultural más prolongada de Torrelavega, la próxima será la decimoquinta edición. ¡Y fijaros, que contradicción!, festival de teatro, sin teatro. Así que podéis imaginaros las peripecias que hemos vivido. Hace 19 años, en invierno, al no existir el Palacio de Festivales de Santander, esa parte de la temporada era un páramo cultural frente al verano, en el que el Festival Internacional, la UIMP o los actos culturales de las villas turísticas lo llenaban todo. Yo vi, o quise ver, que era la oportunidad para convertir a Torrelavega en la capital cultural de Cantabria en esa parte de la temporada. La idea se la propusimos al entonces alcalde de Torrelavega, Manuel Gutiérrez Portilla, que la aceptó, al tiempo que encontrábamos todo el apoyo necesario en el entonces concejal de cultura, Tomás Rivero. Todo era una incógnita ante la falta de tradición e infraestructuras. Comenzamos con 8 millones y con un espectáculo del Tricicle, «Slastic», a trescientas pesetas la entrada. Y fue un éxito. Las colas para obtener entradas rodeaban el edificio de las taquillas, y la demanda nos llegó incluso de Santander. Estaba claro que debíamos seguir.
P.- En un clima tan húmedo como este, ¿siempre llueve a gusto de todos?
R.- No, ni en esto ni en nada. Y es normal. Además, el que de vez en cuando te den un cachete permite corregir errores. Es una máxima esencial. Lo que me gusta a mí no tiene porque gustarle a todo el mundo. Mi obligación es observar, sondear, anticiparme a las reacciones del público y aceptar que a veces me equivoco en mi trabajo.
P.- La organización de este evento, ¿a cuántas personas moviliza? R.- A muchas y en diversas áreas. Programación, dirección artística y técnica, servicios al público publicidad, acomodadores… Pero más que cuantos, el público debe saber cuanto trabajan los que desean hacerles felices un rato.
P.- ¿Cuál es el presupuesto, si se puede decir, habitual?
R.- Ahora, con el Festival consolidado y con imagen, tenemos bastantes colaboraciones externas de empresas que apuestan por nosotros (ONO, Jazztel, Caja Cantabria, etc), y eso nos da muchas más posibilidades, hasta llegar actualmente a los casi 30 millones de pesetas antiguas. Pero es variable, porque no todas las compañías tiene el mismo precio y las mismas necesidades técnicas. Además el presupuesto se ve afectado por los límites que impone el actuar no en un teatro, sino en un salón de actos de un instituto, y con poco aforo, lo que nos permite financiarnos muy poco a través de entradas. Lo peor sin embargo, no es el dinero, sino la rabia de ver cerrado el acceso de ciertas actuaciones, por la falta de un teatro adecuado. Cuatro años seguidos he podido traer a Els Joglars, y ha sido imposible no por el dinero, sino por el teatro, que no admite una escenografía de más de 12 metros.
P.- ¿Cómo y cuándo comienza a organizarse cada edición?
R.- Durante todo el año nos dedicamos a ver espectáculos. Reservamos y contratamos, con más de un año de antelación, y aún así, seguimos ojeando, teniendo en cuenta que algunos de los espectáculos fijados se caen, por problemas técnicos, por prolongación de contrato en otras plazas, y debemos reajustar los programas. Otro problema es el equilibrio, porque el Festival tiene varias secciones, y debemos mirar y contratar para todas. Actuaciones para la sección oficial de los sábados (teatro, música de vanguardia, espectáculos gestuales) y espectáculos para las llamadas noches golfas, que abordan las variedades y el cabaret en otra sala, la Oasis. Cuando todo esta casi listo, comienza el trabajo de producción y preparación técnica que se prolonga hasta diez minutos antes de cada espectáculo, la publicidad, la contratación de personal… Daros cuenta que el material que se usa en las actuaciones es nuestro, no de las compañías, en aras de evitar que en el traslado surja un problema y haya que suspender una actuación (un camión atascado por la nieve o la rotura de un foco en un bache).
P.- ¿Donde busca y como encuentra todo lo que luego nos ofrece en el Festival?.
R.- Preferentemente en festivales, revistas especializadas o en la información que nos remiten las propias compañías.
P.- En cuanto a actuaciones, ¿cuál ha sido su mayor satisfacción?
R.- La mayor, ahora mismo, La Cubana y la Fura dels Baus, que fueron muy impactantes para la ciudad. De manera más genérica, el haber logrado para el público de Torrelavega un nivel que no hace fácil sorprenderle, porque ya es entendido tras estos años.
P.- ¿Qué nivel de apoyo se obtiene de las instituciones, aparte del lógico del ayuntamiento?
R.- Menos del que se merece. Y no sólo del gobierno autónomo. Deberíamos encontrar fórmulas de colaboración con el comercio local, con el mundo de la cultura, la universidad y la empresa, que deben tener más presencia. Y no sólo financiera.
P.- ¿Qué proyectos hay en marcha, en cuanto a novedades organizativas y actuaciones?
R.- Los proyectos chocan con una limitación no solo de presupuesto sino de capacidad humana. Somos un equipo no muy grande, que afrontamos 4 festivales (de invierno, de calle, de teatro aficionado y el de cortometrajes, que es el que más trabajos recibe de España), además organizamos la semana grande, las fiestas de la patrona, y toda la coordinación cultural de la ciudad. Además gestionamos los servicios anexos al festival. Daros cuenta que ofrecemos al público reserva de restaurantes, servicios de canguro, transporte a personas con minusvalías. En cualquier caso, nuestro gran proyecto sigue siendo tener un teatro.
P.- ¿Qué tiene de atractivo el Festival para los jóvenes, se ha pensado en convertirle en algo dinamizador de su cultura?.
R.- Realizamos jornadas de teatro joven, por su temática y su lenguaje y ofrecemos ayudas para el acceso. Nos interesa formar al público joven en una cultura sin edad. Queremos que la cultura sea accesible para ellos.
P.- ¿De cuánto se priva Luis Herreros por el Festival?
R.- De nada. Bueno, de muchos fines de semana. Pero a cambio tengo un trabajo que me gusta mucho.
P.- ¿Qué les diría a nuestros lectores para animarles a acompañarnos en el próximo Festival?
R.- Que vengan. Pero sobre todo, que en donde sea, se acerquen al teatro, a la música, que son hechos irrepetibles, maravillosos, que los vivan. Está muy bien comer pipas en la plaza, chatear o ir al fútbol. Pero hay más cosas, y esto es mejor y más enriquecedor. Y, por supuesto, ésta es una ciudad muy acogedora, no les defraudaremos si vienen.
Gracias, Luis.