Teléfono dental desarrollado por dos investigadores británicos que no estaría fuera de lugar en una película del espía James Bond.
Los teléfonos han ido evolucionando de una forma progresiva. Han pasado de ser grandes y pesados hasta convertirse en móviles capaces de transportar en un bolsillo. Ahora la evolución ha llegado a otra mejora y esta vez se puede implantar en una muela, con el mismo funcionamiento que los demás teléfonos, recibir llamadas. El sonido, que llega al diente como una señal de radio, es transferido al oído interno de forma que la información puede ser recibida en cualquier lugar y en cualquier momento y nadie más puede escucharlo.
Muy pronto será posible cambiar el teléfono que tenemos en casa por un teléfono dental o, más bien, molar. Los diseñadores del teléfono «mini-molar» aseguran que no es complicada su colocación y que podrá ser implantado en un diente o una muela durante una operación quirúrgica dental rutinaria.
En estos momentos, el «teléfono dental» es sólo una maqueta y le falta el circuito impreso que lo debe convertir en un teléfono que funcione, por lo tanto aún esta en proceso.
Auger, uno de sus inventores, dijo que ya existe la tecnología para convertirlo en un aparato funcional y que se trataría simplemente de incorporar el chip en el modelo. Su utilidad se asocia más a las personas que se dedican a comprar y vender en la bolsa, para recibir información al momento sobre los precios de las acciones. Sin embargo, el diseño actual por ahora sólo sirve para estimular el debate sobre el futuro de las comunicaciones sin cable.
El invento no solo es útil para las personas interesadas en la bolsa sino que también toda esa gente que se dedica al mundo de los negocios y que siempre tiene que estar atenta a las ultimas noticias, Ahora pueden ir tranquilamente al cine y desde allí recibirlas.