Sara opina sobre las obras que se están realizando en el patio de los colegios Cisneros, Magallanes y Antonio Mendoza, en el que ella estudió. Además, explica la situación que vive el IES Santa Clara, una situación que asegura conocer de primera mano por la relación que mantiene con estudiantes del centro.

Parece que el señor alcalde está tomando nota de su colega de oficio Álvarez del Manzano y está plagando Santander de obras. Puede ser que aún la gente piense que es por la mejora de la ciudad, pero los que lo piensan son unos ingenuos.

Ya el año pasado las instituciones públicas tuvimos más de un quebradero de cabeza, como el del instituto Santa Clara. El constructor del hotel del solar de los cines Coliseum, tuvo la magnífica idea de tocar los cimientos de este antiguo instituto, provocando grandes grietas y el desprendimiento del falso techo del tercer piso. Los alumnos y la mayor parte de profesores se unieron en una huelga justa, en la que también participaron alumnos de otros institutos. Lo que más me llamó la atención, es que este suceso no salió en las televisiones, ni alarmó a la opinión pública, por lo que no se pudo hacer nada más, pese a los intentos infructuosos de los afectados. Y la obra siguió adelante como si nada.

Hace casi dos años, en el patio de los colegios Antonio Mendoza, Cisneros y Magallanes, se comenzó a excavar el suelo, con intención de quitar a los niños suelo de su patio y convertirlo en un polideportivo privado para las escuelas de deportes y los que pagasen por la entrada. La obra quedó parada más de un año porque había demasiada roca en el suelo. Pero eso no era nada nuevo, y nuestro señor alcalde debería acordarse de la cantidad de obras paralizadas en la calle Magallanes por esa causa. Y no le estoy hablando de hace muchos años, se lo dice una joven de 16 años que ha vivido toda la vida allí y lo conoce. Las diferentes bajadas de agua subterráneas y la enorme cantidad de terreno rocoso, hace de esta calle casi imposible de construcción subterránea. Pues bien, después de haberlo paralizado todo ese tiempo, reanudan las obras cuando el calendario lectivo se pone en marcha. Es realmente vergonzoso ver cómo tienen a los niños en sus recreos. Dentro del patio, hay un espacio muy reducido en el que pueden estar los niños del Antonio Mendoza. Unas vallas mal hechas retienen a los niños del Cisneros en la calle del mismo nombre. Y, por último, han cortado la carretera de Magallanes para que los niños de este colegio puedan pasar su recreo, tan sólo protegidos por unas barreras de poco más de medio metro, que están abiertas a los lados para permitir el paso de los transeuntes. No lo veo lógico. Basta que se descuiden un poco los profesores, para que se escape algún niño y pueda acabar mal. Porque, no olvidemos, la cantidad de tráfico que hay en esa zona.

De esto y mucho más debería fijarse el señor alcalde, ya no por el espacio de patio que quitarán a los niños con esta obra, que es decepcionante, sino que también permite reanudar las obras cuando están los niños en clase. ¿Acaso no han tenido suficiente tiempo en verano para reanudar las obras? La respuesta es evidente: no. Siempre no. Ahora vuelven a trabajar, gastando más dinero del presupuesto inicial, molestando a los alumnos con el ruido que acontecerán esas obras, con la incertidumbre de que (con lo inteligentes que están saliendo los constructores) toque un pilar maestro de uno de los colegios y se venga abajo… en fin. Siempre la misma historia, el cuento interminable: los burgueses contra el pueblo obrero. Y todo, por qué. ¡Bien claro! Por el dinero. No se meterían en esos proyectos si no tuviesen la certeza de que iban a sacar dinero. Ellos no miran por el bienestar de los futuros ciudadanos de Santander, sino por su propio bolsillo. Eso, no debería estar permitido.

Trabajo original