Samanta nos cuenta su excursión a Cabaña Verónica. Allí se encontraban el guarda Mariano y su hijo Marianín con su perro Dardo.

En verano del 2001 mi madre y yo subimos a Cabaña Verónica. Es un refugio de montaña que está situado en un lugar acogedor. Además al lado está el pico de Horcados Rojos. Le llaman así porque toda su ladera es roja. También tiene detrás el pico Tesorero que tiene forma de montaña.

Esa mañana cogimos el teleférico pronto y una vez arriba cogimos rumbo a la Vueltona, una curva muy cerrada que es el comienzo de una larguísima cuesta. Allí se metió una niebla muy densa y casi no se veía. Cuanto más subíamos, la niebla más abajo se quedaba, hasta que por fin vimos relucir el sol.

Para no subir toda la cuesta, mi madre me subió por un atajo. Es un caminito muy estrecho por el que baja Mariano (el guarda de cabaña) todos los días al teleférico a por comida, bombonas de butano, agua, etc.

Al llegar, Marianín, el hijo de Mariano, nos esperaba vendiendo chocolatinas, bebidas… siempre acompañado por su perro Dardo, un golden retrieber. Marianín llama a su padre Chauchescu como mote.

Mariano siempre desea que llegue el fin de semana para que Marianín no vea culebrones; incluso habla como los mexicanos de las series. Lo que más me gustó fue cuando Marianín me enseñó el chubasquero y el abrigo de Dardo. Mientras mi madre y Marianín hablaban, Dardo y yo jugábamos por los neveros. Allí me encontré a mis monitores de escalada del campamento los Cholos, que son de aquí de San Vicente. También estaba mi profe de inglés del campa, Pilar.

¡Ese día me lo pasé bomba!

Trabajo original