Atapuerca y el monasterio burgalés de Las Huelgas fueron el destino de los alumnos de 1º de Bachillerato (A y B) y 2º de Bachillerato de Arte que salimos el día 6 de noviembre de Castañeda con dirección a Burgos, acompañados por los profesores Javier Obregón, Mar Vega y Rosa Ramírez.

Llegamos a Atapuerca hacia las 12 de la mañana, Aunque el acceso fue un poco complicado, pero después de rodear la sierra, al fin lo encontrarnos. Allí nos esperaba un arqueólogo que nos contó en una charla como trabajaban mientras veíamos algunas diapositivas antes de la visita al yacimiento prehistórico.

Afortunadamente, ya no corremos el peligro de entrar en un campo de entrenamiento militar, como hace poco les ocurría a los arqueólogos que allí trabajaban y que en alguna ocasión tuvieron que salir corriendo y olvidarse de su tarea científica. Unicamente tuvimos que soportar la visión de algún ratón digerido (que nadie se atrevió a tocar) y que fue encontrado en la excavación, y caminar sobre el barro entre las dolinas mientras viajábamos con la imaginación a la búsqueda de nuestros antepasados de las cavernas.

Algún alumno demostró tanta afición a un pedernal que nos dio un arqueólogo que no paraba de darle vueltas, hasta que se le sugirió que lo dejase, no fuese a quebrar semejante obra de arte prehistórico.

Por lo demás, según nuestras noticias más recientes se sigue buscando el eslabón perdido… si alguien lo encuentra estaremos muy interesados en observarlo de muy cerca.

A pesar de tanta historia, el sentido común se impuso y a nadie se le olvidó que ya iba siendo hora de comer, por eso nos fuimos a buscar una taberna en el pueblo.

Después de recuperar las fuerzas nos esperaba a la tarde el monasterio de las Huelgas, tan lleno de tesoros artísticos. Llegamos a las 16,00 horas, ya cansados de una jornada que empezaba a pasamos factura.

Allí un amable guía nos introdujo en los secretos de esa auténtica joya arquitectónica. Supimos que Huelga viene de holgare, lugar de descanso de los reyes; que era un monasterio del Cister, una de las innumerables reformas que la iglesia ha emprendido a lo largo de los siglos para intentar estar más cerca de los pobres.

Nos acercamos también a la manera de vestir que tenían los nobles en esa época. A más de un estudiante de arte se le añadió a su cuerpo cansado un dolor de cabeza con tanto nombre en las explicaciones del guía. ¿Qué secreta intención pudo alguno tener para cuando volviera a casa? ¿Buscaría en el libro de arte repuesta a sus dudas?

La catedral de Burgos, iluminada y poderosa, se nos mostró ya en penumbras a las 18,00 horas. Sus alrededores, con sus calles peatonales casi vacías de gente, nos hizo soñar con épocas pasadas, donde clérigos y nobles daban a la ciudad su aspecto señorial. Las tiendas, modernas y bulliciosas, al acercamos al Espolón, nos hizo comprender, también, que el pasar del tiempo ha hecho de Burgos, igualmente, una ciudad alegre y cosmopolita.

Cansados y alegres, regresamos, a las 22,00 horas, a nuestros puntos de origen con la secreta intención de regresar en un tiempo no muy lejano.

Trabajo original