Esta alumna nos cuenta las características del valle de Liébana, una de las zonas más genuinas de Cantabria tanto por su paisaje como por sus costumbres.

Liébana es una comarca natural española ubicada en Cantabria. Aparece rodeada por las cumbres de los Picos de Europa. Las gentes de estas tierras descendientes de los Cántabros viven de la ganadería cuya crisis ha provocado el descenso casi continuo de la población en las últimas décadas; buen ejemplo lo encontramos en Potes.

Cabecera de la comarca cuyo nombre proviene de Puente y que cuenta con un caserío con sabor a Reconquista.

En la comarca se ubican notables monasterios e iglesias, como el monasterio de Santo Toribio de Liébana, donde se conservan los comentarios al Apocalipsis del Beato de Liébana, y la iglesia románica de Santa María de Piasca. Su microclima, suave y húmedo, permite cultivos, como cerezas, vid y manzanas.

En la cabecera se encuentra el funicular de Fuente Dé, y núcleos de población como Cabezón de la Liébana, Camaleño, Mogravejo y Vega de la Liébana.

Potes, corazón de Liébana

Potes, situado en el punto de confluencia de los ríos Deva y Quiviesa, es el centro geográfico, histórico, turístico y comercial de la comarca de Liébana. Magnífico mirador, también sobre los Picos de Europa, cuyo macizo Oriental se ofrece en primer plano, casi abalanzándose sobre la villa.

Contemplando su ordenado conjunto urbano, en nada asoma el recuerdo del terrible incendio que lo asoló durante la pasada contienda civil. Incluso su barrio antiguo conserva él más puro sabor tradicional, con casonas solariegas y otras de recia estirpe popular que se asoman, en aparente anarquía, a la estrechez de sus calles y plazuelas, a veces con pasadizos cubiertos como la Fuente de la Riega, o nombres que fácilmente identifican su origen antiguo: Cimavilla, Barrio la Solana, el Llano…

Hasta llegar, por la calle Cántabra, a los soportales y la plaza, lugares del comercio tradicional y donde todavía, cada lunes, se celebra el más famoso mercado de la comarca.

Buena ocasión para ojear, degustar y comprar, si es menester, el amplio surtido de productos agroalimentarios típicos de la Liébana: Quesucos como el famoso «picón» de Tresviso, luego destacan los embutidos y los productos lácteos de vaca y oveja, para refrescarnos tenemos los aguardientes de orujo, puros o en licores de miel, guindas… y, como no, el famoso licor de tostadillo para acompañar a una surtida repostería de rosquillas de yema, sequillos, torronillos…

La Liébana: país encantado

Sorprende, por incomparable, el marco orográfico del territorio: un circo natural conformado entre la grandiosidad caliza de los Picos de Europa, por el norte, la Cordillera Cantábrica, al mediodía, y la sierra de Peña Sagra, cerrando hacia el levante una especie de fortaleza, de casi treinta kilómetros de diámetro, defendida por torreones almenados en todo su perímetro: Peña Prieta, Coriscao, Peña Remoña, Pico Cortés, Tabla de lechugales, peña Sagra…
Rural y plenamente integrado en el paisaje, a pesar de la fuerte incidencia turística, es el poblamiento de la comarca.

Más de cien núcleos, agrupados en siete municipios, se distribuyen sobre los cuatro valles que integran el territorio.
Cuatro valles que tienen eje principal en el río Deva: Valdebaró; desde Fuente Dé, donde nace, hasta Villa de Potes; Valle de Cillorigo, prolongación del anterior hasta el desfiladero de la Hermida, por donde el Deva abandona la Liébana y escapa hacia el Cantábrico; Valle de Pesaguero, surcado por el río Bullón, afluente del Deva, nacido en los puertos de Pineda y Piedras Luengas, y Valle de Cereceda, también confluyente a la altura de Potes, con el río Quiviesa descendiendo desde los puertos de San Glorío y Riofrio.

Todo el Valle disfruta de un microclima cuyas influencias se traducen en una sorprendente vegetación, plena de contrastes, que va desde los cultivos típicamente mediterráneos en las zonas bajas (viñedos, frutales, almendros, cítricos) hasta los de característicos atlánticas en las alturas (robles, hayas y pastizales).

Una naturaleza de increíble vistosidad cromática, tanto por la propia variedad de las especies como por el decalaje temporal de la floración. Por eso, la Liébana es como una prolongada primavera sobre el rojizo lienzo de un otoño permanente. Y todo, bajo la cúpula de las nieves perpetuas de sus cumbres.

Fiestas y romerías

Muchas son las fiestas y romerías de origen antiguo que todavía mantiene La Liébana. Festividades que, por otra parte, lejos de apagarse, cada año reviven con más fuerza que el anterior y, además, conservan las purezas de su origen. Santo Toribio y el Lignum Crucis están en el centro de las celebraciones.

Cada 16 de abril, Fiesta del Santo, el monasterio se convierte en lugar de peregrinación romera. Pero si tal fecha coincide en domingo aún lo será mucho más, pues la tradición otorga especiales indulgencias a cuantos visitan el monasterio ese día o en los siete posteriores. Entre fervor popular, en la que pudiera ser manifestación tradicional más arraigada de toda la comarca, la imagen de la Virgen de la Luz – La Santuca, la cuál desciende el 2 de mayo desde su ermita de Aniezo, sobre las laderas de Peña Sagra, hasta el monasterio de Santo Toribio.

Son dieciséis kilómetros a pie, en procesión, con los pendones al frente, acompañando a la patrona de La Liébana, que se adorna con ramas de las cerezas más tempranas, en un ritual de solicitud de protección para los campos.

Con la llegada del verano, los lebaniegos buscan el cielo abierto y las alturas. El 2 de julio ascienden en romería hasta los verdes praderíos de los puertos de áliva, donde se halla la ermita de la Virgen de las Nieves, al pie de Peña Vieja.
Hay procesión merienda campera, carreras de caballos y bailes regionales. Algo parecido ocurre el 15 de agosto ante la ermita de la Virgen de Valmayor, patrona de Potes, donde, además de los actos de rigor, el visitante es obsequiado con galletas y vino tostadillo de la región.

Expresiones peculiares

En esta región se utilizan sobre todo por los más antiguos del lugar, expresiones peculiares, frases hechas y numerosos refranes.
Algunos de ellos son:

«Siempre está jargueando en la cama»
«Hay siempre comida a trisca»
«Sallar los tomates»
» Mullir las patatas»
«Echar la lengua a pacer»
«Se lo enjalmó al otro»
«¡Atiza y escarboniza!»
«Es una secaliñona»
«No dejes nantos»

Trabajo original