Como este año las fiestas de Carnaval han sido más tarde que de costumbre y el período que va desde Navidad hasta Semana Santa es bastante largo, los alumnos de 2º de Bachillerato del IES José Mª de Pereda, decidimos tomarnos un respiro y preparamos un viaje de esos que se han dado en llamar culturales a Burgos y Madrid al sentirnos amenazados por la vorágine de exámenes que se avecinaba.

Salimos de Santander el jueves 24 de febrero a las tres y media de la tarde con destino a Burgos. Allí llegamos a eso de las seis, donde nos estaba esperando un guía muy amable para enseñarnos la catedral, de estilo gótico, dedicada a Santa María la Mayor, cuya primera piedra fue colocada por el rey San Fernando y el Obispo don Mauricio en 1221. De la catedral caben destacar sus torres laterales rematadas en agujas, las torres de la capilla del Condestable y la linterna del crucero, las puertas del Sarmental y de la Coronería de los Apóstoles, la capilla de los Condestables, la Escalera Dorada, el camino del Calvario del trasaltar o el sepulcro donde se suponen que descansan Rodrigo Díaz de Vivar (El Cid) y su esposa doña Jimena.

Una vez fuera de la catedral, cuando ya se nos había hecho de noche, un trenecillo turístico estaba preparado para conducirnos por un recorrido a través de los monumentos y lugares más significativos de la ciudad, todos ellos iluminados, con lo que resaltaban mucho más: infinidad de parques, plazas y paseos, como el de las Islas; múltiples iglesias góticas como las de San Esteban, San Gil, Santa Águeda o San Nicolás; el Monasterio de las Huelgas; y el cerro del castillo con sus numerosas puertas a lo largo de la muralla y su espectacular mirador, desde el que se divisa todo Burgos y, a lo lejos, la Cartuja de Miraflores.

Después del «paseíllo» nos dirigimos al hotel, donde nos instalamos y repusimos fuerzas; desde allí nos encaminamos, ya casi entrada la media noche, a la rotativa del «Diario de Burgos», donde se imprimen el citado periódico, «El País», el «As», el «Marca», el «Expansión» y algún que otro diario de la zona norte de Castilla, desde donde se distribuyen por la territorio norte de España.

En este lugar no se redactan las noticias, sino que llegan por vía satélite y luego se sigue un proceso mediante el que se fabrican unas planchas que luego servirán para crear una especie de sellos de caucho gigantes por los que pasan unos interminables rollos de papel de periódico, y una vez imprimido el mismo, éste se dobla y es cogido por unas pinzas y transportado por lo pue se podrían denominar «vías del tren un tanto enrevesadas boca abajo», hasta que es empaquetado.

La verdad es que es muy curioso ver cómo por una tela de araña pero de hierro circulan y se entrecruzan a la vez y sin chocarse dos o más noticieros como si de trenes por unas vías colocadas hacia abajo y desafiando las leyes de la gravedad se tratase (sólo se caen los que están defectuosos, que se reciclan).

Al día siguiente, con una hora de retraso sobre el horario previsto, salimos con destino Madrid a las diez de la mañana.
Con el tiempo pisándonos los talones llegamos al Senado, primera parada que figuraba en nuestra agenda.

Después de hacernos la mítica foto de grupo a los pies de la estatua de Cánovas del Castillo para la profe de Historia, una guía muy agradable nos condujo por los «insondables recovecos» del edificio de la cámara alta, al que logramos acceder tras pasar por el detector de metales.

Lo primero que vimos fue una sala de conferencias, decorada con cuatro cuadros que cubren casi la totalidad de las paredes, donde hay una serie de asientos dispuestos de dos en dos como los pupitres de antaño, sólo que complementados con mullidos asientos.
Luego pudimos pasear por pasillos muy largos elegantemente decorados con alfombras no menos distinguidas, a lo largo de los cuales había cuadros y esculturas por doquier, para llegar a diferentes habitaciones.

Una de ellas, que nos dejó boquiabiertos un rato, es la espectacular biblioteca hecha toda de hierro forjado, que consta de dos pisos y que custodia algunos libros de incalculable valor como Constituciones anteriores a la actual, etc.

Más adelante visitamos otras dos salas decoradas de forma tan ditinguida como los pasillos anteriormente citados, que se empleaban para hacer recepciones, etc.
También tuvimos la ocasión de ver una exposición sobre el origen del metro como medida universal, que se había hecho con motivo de la celebración del Año Mundial de las Matemáticas.

Por último se nos dio la oportunidad de tomar posesión de un escaño o sentarnos en el banco del partido gobernante, aunque sólo fuera por unos instantes. Dos fotos de recuerdo y el obsequio de un libro de la Constitución vigente nos condujeron a la salida.

Por la tarde visitamos el inigualable Palacio Real. En una hora escasa (pues nuevamente el tiempo mandaba sobre nuestros deseos) pudimos disfrutar de los metros y metros de salones, habitaciones y cavidades varias plagadas de alfombras, cuadros, lámparas, techos pintados al fresco y un sinfín de objetos decorativos que no puedo incluir por la cantidad de papel que necesitaría para ello pero que no por ello dejan de ser lo espectaculares que son.

Esta plataforma concebida como signo de poder de los reyes situada junto al Manzanares, fue en otro tiempo el alcázar real, arrasado por las llamas en 1734. En su lugar, Felipe V mandó construir esta residencia palaciega que abarcó el reinado de varios Borbones, cuyo último «inquilino» fue Alfonso XIII y que en la actualidad se utiliza para actos oficiales.

De él hay que destacar la Plaza de la Armería, el vestíbulo de entrada, la farmacia, el Salón del Trono, el comedor, la sala de Porcelana, la sala de las Columnas o el salón de Gasparini, entre otros.

Más que rápido nos encaminamos hacia el autobús porque nos esperaban no precisamente en un museo, una iglesia o una exposición, sino en un lugar bastante más diferente: Antena 3. Tras los «consejos» de un «simpático» guardia que nos hizo «compañía» durante toda la visita y que nos «recomendó» no sacar fotos, ni fumar y guardar silencio, una azafata se encargó de guiarnos a través de los entresijos de la cadena: platós en los que se graban varios programas (por ejemplo «Lluvia de Estrellas», «Trato Hecho», «Menudas Estrellas» y «El Patito Feo» se graban en el mismo, sólo que cambian los decorados); salas de control; el plató de «Sabor a Ti»; la zona de los servicios informativos, donde fuimos recibidos por Ernesto Sáenz de Buruaga; la sala donde se hace «Impacto TV» y los programas del tiempo; Y «paseamos» por la «Calle de Farmacia de Guardia».

Para terminar nos agasajaron con un libro con lo mejor de los diez años de la cadena, y vuelta al autobús.

Después de tanto famoso como habíamos visto el día anterior aún nos quedamos con ganas de más, pero no de carne y hueso concretamente sino de «óleo sobre lienzo», y nos fuimos al Museo del Prado.

Un recorrido por las obras más importantes de Goya y Valázquez (entre las que no faltaron las «Majas» de uno ni «Las Meninas» de otro) nos llevaron a cuadros como «Las Tres Gracias» de Rubens, «La Anunciación» de Fra Angélico o «El Jardín de las Delicias» de El Bosco, pasando por «David y Goliat» de Caravaggio o el «Descendimiento» de Roger van der Weyden.

Y para terminar nuestro fin de semana en lo que a cultural se refiere, mientras unos nos íbamos al Centro de Arte Reina Sofía, otros prefirieron el Museo del Ejército.
Una vez visitados los citados museos se nos dejó un tiempo libre hasta la hora de regreso a Santander (que se fijó en las siete de la tarde debido al tráfico que se esperaba iba a haber debido al partido de fútbol que enfrentaba al Real Madrid con el Barcelona), que cada uno empleó en lo que más le apeteció: ir de compras, visitar a familiares o amigos, dar una vuelta por la ciudad y sus monumentos más señalados…

Y ya que lo prometido es deuda, el sábado 26 de febrero a la una de la madrugada más o menos volvimos a Santander, tras una parada en un pueblo cercano a Burgos para enterarnos de cómo iba el partido y con algún que otro mareo que había dejado el paso por el sinuoso puerto de El Escudo.

Trabajo original