La poesía ha sido el género elegido por dos alumnos para describir cómo son en otoño, dos villas cántabras: Cabezón de la Sal, población en la que se sitúa el IES Valle del Saja, y Comillas, emplazada a 11 kilómetros del centro educativo.

 

CABEZÓN DE LA SAL
Por Cristina Riega. Alumna de 1º ESO A del IES Valle del Saja.

Cabezón despierta fría y húmeda como la sal que habita en sus entrañas. Sus casas y pisos son gigantes de piedra rodeando una gran avenida, y sus riachuelos van a morir al río Saja.

Como todas las semanas, sus calles empiezan a vivir celebrando su mercado como si de una gran fiesta se tratara: quesos, frutas, ropas y demás artículos para todas sus gentes y las de sus alrededores.

 
El día va transcurriendo y con él desaparece el bullicio, el color, los puestos y sus olores. Sus calles se quedan desiertas, sin luz, sin brillo, y es entonces cuando reina ese frío intenso que envuelve toda la villa. Y los plátanos, desnudos ante el invierno, esperan ansiosos la llegada de la primavera y así volver a llenar de color parques y avenidas.

 

 

COMILLAS
Por Rubén Paz. Alumn0 de 1º ESO A del IES Valle del Saja.

Comillas es una pequeña villa que abraza con cariño a los muchos turistas que quieren visitarla. Es alegre y dorada en verano, pero más triste y parda en el otoño, como si se un árbol perdiendo las hojas se tratara. Está cubierta por un manto verde y salpicada por las alegres y espumosas aguas del mar. La arropan los montes con sus árboles llenos de vida que purifican el aire que se respira. 

Desde lo alto, la mira con cariño la universidad Pontificia, que saluda al majestuoso palacio del Marqués. Su vecino, El Capricho, luce orgulloso el diseño arquitectónico de Gaudí.
Si quieres pasear, una playa anaranjada de terciopelo , te ofrece y, si quieres divertirte, comparte con nosotros las animadas fiestas de San Pedro y de El Cristo del Amparo. Después de saborear el tradicional y sabroso «Sorropotún», bailaremos con ritmo y alegría.

 

Trabajo original