Desde 1950 se ha producido una reducción gradual de la cantidad de luz solar observada que alcanza la superficie terrestre. Este oscurecimiento global crea un efecto de enfriamiento que ha podido llevar a los científicos a subestimar los efectos de los gases de efecto invernadero en el calentamiento global.

Este nuevo problema medioambiental, que ha pasado inadvertido hasta la fecha, comienza a ser conocido en los últimos tiempos. Aparte de la gravedad de las consecuencias que en sí mismo conlleva, resulta más preocupante su relación con el conocido calentamiento global terrestre, del que sólo a finales del siglo XX se han empezado a tomar medidas. Al igual que éste último, el oscurecimiento global es debido a la actividad humana. Desde la década de 1950 hasta la de 1990 se han ido registrando importantes cambios en la cantidad de radiación solar que recibe la superficie terrestre; es más, globalmente se calcula que hasta dicha fecha se produjo una pérdida del 5% de luminosidad, aunque en zonas como EEUU, Europa o Asia ha sido mayor. Un ejemplo significativo es Hong Kong, que alcanza el 37% de pérdida.

Otro hecho significativo es el estudio de la evaporación del agua. Como todos sabemos, la tierra se calienta, por lo que resulta lógico que la evaporación aumente. Sin embargo, se ha descubierto que debido al oscurecimiento global la evaporación disminuye, por lo que las precipitaciones también lo hacen.

La teoría del oscurecimiento apenas tiene 25 años, y establece que la más probable causa de este fenómeno sea la presencia de ciertos aerosoles y otras partículas en la atmósfera, que hacen que las nubes sean más reflectoras de la luz solar haciendo que progresivamente se devuelva más luz al espacio. Otra posible causa es la teoría de las nubes más densas, que se deriva del calentamiento global, y constata que al poseer esa cualidad, las nubes dejan pasar menos luz a la tierra. De este hecho se deduce que el fenómeno implica el enfriamiento terrestre, lo que conecta directamente con el calentamiento global y el efecto invernadero, pues se llega a pensar que el oscurecimiento ha menguado el verdadero poder del efecto invernadero, casi compensando la subida de temperaturas provocada por éste último.

Un hecho comprobado es que el proceso parece haberse revertido en los últimos años por las medidas antipolución tomadas y la reducción de los aerosoles. Aquí radica el problema, por un lado, el oscurecimiento tiene efectos muy negativos como puede ser su impacto sobre el ciclo del agua, como ya se ha dicho, lo que es muy perjudicial para las regiones más áridas y desérticas. También afecta a la fotosíntesis de los vegetales, lo que implica una alteración en todas las zonas de bosques y vegetación y de la propia actividad humana que es la agricultura.

Por otro lado, cabe pensar que solucionar el oscurecimiento de raíz y de forma brusca puede traer consecuencias nefastas por el efecto invernadero. No sabemos la intensidad real de este último por haber sido mitigado por el oscurecimiento global, con lo que al ser eliminado, las temperaturas en 25 años podrían aumentar en 10º C, cambios sin precedentes por el periodo tan corto de tiempo en el que se producirían. De hecho, algunos científicos afirman, que si este hecho sucediera, se liberarían a la atmósfera toneladas de metano que ahora están sepultadas en el mar, con unos efectos catastróficos; que podrían incluir la extinción de millones de especies, incluyendo la humana. Incluso se ha llegado a sugerir, por parte de algunos investigadores, que las grandes extinciones prehistóricas están provocadas por un proceso similar de liberación de metano.

La disyuntiva está provocando una creciente preocupación en la comunidad científica, sabedora de la importancia de este fenómeno ya no sólo aislado, sino junto al del calentamiento global. Es notable señalar que un alto porcentaje de la población desconoce aún este hecho, lo cual es muy negativo para su solución, ya que hablamos de un proceso que puede cambiar la vida humana en un periodo relativamente pequeño de tiempo.

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