Sniace y Enel-Viesgo, dos fábricas situadas en la comarca del Besaya, promueven actualmente la construcción de dos centrales térmicas. Empresas y ciudadanos se han enfrentado en los últimos meses por este motivo.

«El desarrollo sostenible hace referencia a la utilización, de forma racional, de los recursos naturales de un lugar, cuidando que no sean esquilmados y que las generaciones futuras puedan hacer uso de ellos igual que hemos hecho nosotros, es decir, sin que nuestras prácticas, fundamentalmente económicas, imposibiliten el futuro de la vida humana en la Tierra». Esta es la definición de desarrollo sostenible. Está claro que, por un lado, el desarrollo económico de algunas empresas lleva consigo la explotación abusiva de los bienes naturales y con ello la contaminación. Por otra parte, el estancamiento del desarrollo producido por no obtener las materias primas de la naturaleza, frena notablemente la economía. Por ello, no está bien abusar de los recursos naturales pero tampoco lo está no utilizar esas materias primas que ayudan al progreso y a hacernos la vida más sencilla. Por ello, hablar de sostenibilidad es hablar de buscar un punto medio entre dos extremos.

Sniace y Enel-Viesgo, dos fábricas situadas en la comarca del Besaya, promueven actualmente la construcción de dos centrales térmicas. La empresa Sniace ha alcanzado un acuerdo con el grupo belga Electrabel para la construcción de una planta de ciclo combinado de 800 MW. Enel-Viesgo, por su parte, gestiona la instalación de otra central térmica de 400-500 MW en terrenos de Solvay.

Por lo tanto, podemos apreciar ventajas de la construcción de las térmicas, ya que mejorará notablemente el futuro de ambas empresas con los beneficios obtenidos de la venta de electricidad, además de la creación de nuevos puestos de trabajo.

Sin embargo, el Informe de la Calidad del Aire del año 2004, elaborado por el Centro de Investigación del Medio Ambiente (CIMA) de la Consejería de Medio Ambiente del Gobierno de Cantabria, recoge que los habitantes de Torrelavega respiran un aire que supera los límites de sulfuro de hidrógeno (H2S) y partículas PM10. A esta altísima contaminación se le sumarían los daños que producirían las centrales térmicas en caso de su construcción.

En estos últimos meses, el proyecto de las térmicas y sus consecuencias para el medio ambiente han sido noticia en los medios de comunicación. Parte de la población y algunos cargos políticos están en contra. Las empresas por una parte, defendiendo sus proyectos, y los ciudadanos por otra, defendiendo que será negativo para nuestra salud, se han enfrentado varias veces en los últimos meses.

«La gravedad de la contaminación no es como para declarar la alarma»; «Medio Ambiente rechaza la declaración medioambiental de la central de Sniace»; «El CES desaconseja las plantas de ciclo combinado de Sniace y Solvay»; «Greenpeace apoya en Cantabria a los grupos contrarios a centrales térmicas». Estos son algunos de los titulares de periódicos de los últimos meses.

Al final se ha sabido que el Ministerio de Medio Ambiente ha rechazado la petición que había presentado Sniace para desarrollar su proyecto. Han explicado que Torrelavega ya sufre bastante contaminación y que, en ocasiones, los límites están por encima de lo permitido por la ley.

La ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, dijo este verano, en Suances, que era casi imposible que se le diera permiso a Sniace porque los niveles de contaminación del aire en esta zona no admiten más. Queda ahora por saber qué va a pasar con el proyecto que se quiere instalar en terrenos de la empresa Solvay. Para conseguir mejorar el futuro en nuestra ciudad, sería importante que no olvidáramos lo que significa la palabra sostenibilidad.

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