Lebeña, la cueva del Pindal y Colombres fueron los destinos de la primera excursión del grupo de senderismo del IES Santa Clara. No era el plan previsto, pero los alumnos volvieron realmente encantados por la experiencia y por todo lo que aprendieron.

Por culpa del mal tiempo se canceló la excursión prevista: San Pedro de Bedoya-Lebeña.
Entonces decidimos cambiar la ruta para poder realizar otra en la que la mayoría del trayecto fuera en autobús.

Primero fuimos a conocer la iglesia mozárabe de Santa María de Lebeña, que fue construida en el siglo X. En el retablo mayor se puede ver a la Virgen de la Leche, que es una talla del siglo XVI. Cerca de la iglesia se pueden observar un tejo de 3,20 metros y un viejo olivo.

Más tarde, nos dirigimos a unas ruinas a comer y descansar un buen rato, pues nos quedaba por ver lo más bonito: La cueva del Pindal. A esta cueva no pudimos entrar todos y lo siento por los que no entraron, porque aquello era asombroso.
La cueva está situada en el Cabo de San Emeterio (Asturias) y se descubrió en el año 1908 gracias a Hermilio Alcalde. A la cueva se accede por un vestíbulo de unos 10 metros de ancho. La cueva tiene dos zonas principales decoradas: la primera a unos 118 metros de la entrada, y la segunda a 58 metros de la anterior. En la segunda hay una de las pocas representaciones de mamuts de la zona franco-cantábrica. Sobre él, encontramos el grabado de un atún nadando.
En 1954, F. Jordá y M. Berenguer encontraron nuevas figuras. En esta cueva se usaron las técnicas típicas del Arte Paleolítico en tonos ocres y negros.
Se ha descubierto que estas cuevas tienen una antigüedad de 13.000 o 14.000 años. 

Por último, nos dirigimos a Colombres, un bonito pueblo al nordeste de Asturias. Es la capital del concejo de Rivadedeva, que se sitúa justo al oeste de Cantabria.
Esta es una villa campesina y ganadera, poblada por casas construidas por los indianos. Allí, visitamos la casa construida en 1906 por Íñigo Noriega Laso, y que bautizó como «Quinta Guadalupe» en honor a su mujer. Actualmente, en su interior está situado el Museo de la Emigración de la Fundación del Archivo de Indianos. El museo está organizado para que pueda verse como el «viaje de un emigrante».

Desde aquí, y tras parar un rato en Unquera, nos dirigimos de vuelta a Santander. Tras doce horas de diversión, llegamos a Santander y todos estábamos bastante cansados, aunque deseando volver a realizar otra excursión.

Trabajo original