Historias sobre los perros y la fidelidad de estos hacia sus amos se han podido leer a lo largo de los siglos. «Los perros han demostrado a lo largo de la historia su valor, inteligencia y amor por el ser humano». En este artículo se habla de ese » lazo psíquico» entre el dueño y su mascota.

¿Es cierto que muchos animales tienen un «sexto sentido»?, ¿sabe una mascota cuándo su amo está realmente en peligro? Algunos perros y gatos adivinan cuándo va a volver su dueño a casa; otros saben que está llamando por teléfono, presienten accidentes e incluso llegan a rescatar vidas de seres queridos; todo esto son facultades que desafían toda explicación lógica.

Aún está por probar la existencia de un vínculo psíquico capaz de unir al amo con su mascota. La participación de investigadores profesionales se hace necesaria para determinar la naturaleza de esta conexión y verificar todas la hipótesis posibles.
Existen historias, relatos que jamás fueron tomados en serio debido al poderoso tabú que se opone a todo lo que tiene apariencia paranormal. Tabú o no, la curiosidad de muchos investigadores se ve lo suficientemente acuciada como para ponerse a estudiar este fenómeno sobre bases científicas.

«¡Oh!, es mi héroe», son palabras que están en las mentes de las diferentes personas que han sido ayudadas por sus mascotas en todo tipo de campos.
Han salvado la vida a emperadores como Napoleón y a príncipes como Guillermo I, a niños perdidos y a poblaciones enteras amenazadas por terribles plagas; han sido los primeros aventureros del espacio y hasta han evitado la «muerte» de unos grandes estudios cinematográficos.
Los perros han demostrado a lo largo de la historia su valor, inteligencia y amor por el ser humano. Ciertas mascotas son capaces de imaginar, lejos de los ojos, pero cerca del corazón, las actividades o peligros que rodean a su amo.

Todos recordaremos casos como el de David, aquel niño de seis años que salió a pasear con su cachorro por un monte cercano a su pueblo, al sur de la provincia de Burgos y al caer la noche no supo regresar a su casa. Sus padres, a pesar de contar con la ayuda de todos los vecinos, no pudieron encontrarlo y las bajas temperaturas les obligaron a abandonar la búsqueda. Cuando regresaban, la lágrimas de la madre simbolizaban el temor de todos: el frío y las alimañas amenazaban con provocar un final trágico. Pero el milagro ocurrió. El cuerpo del cachorrillo, al que había abrazado David tras tumbarse en unos matorrales, le dio calor suficiente para resistir hasta las primeras horas del día, cuando fue encontrado por unos vecinos que ya habían iniciado de nuevo la búsqueda.

Existen hazañas extraordinarias de perros que demostraron con gallardía su amor al dueño como la que realizaron tres perros que ayudaron a un viejo artista a ganarse la vida por los pueblos de Piamonte, en Italia, a finales del siglo XIX. Se trataba de un Caniche, un Galgo y un Perro Pastor, que bailaban un Vals mientras su anciano dueño tocaba el violín. En una de las aldeas donde representaban su número murió el violinista. La única comitiva que siguió el ataúd fue la formada por sus tres perros. Al no dejarlos entrar en el recinto sagrado, los animales se pusieron a aullar tan lastimosamente que el guardia se compadeció y les permitió estar presentes en el momento en que el ataúd era bajado a la fosa; terminada la ceremonia, se alzaron sobre sus patas y, sin música ni acompañamiento, bailaron el vals que su amo les había enseñado. Durante diez minutos prosiguieron con su exhibición, y finalmente desaparecieron. Nunca nadie volvió a verlos. Ayudaron a sobrevivir al músico durante su vida y ya le habían rendido su último homenaje.

Historias similares de fidelidad y valentía para luchar con todas sus fuerzas por sus amos las encontramos continuamente en la vida cotidiana. Y es que existe «un lazo psíquico» entre el dueño y su mascota, vinculado a la calidad de su relación.
El conocimiento que tienen los animales de compañía no es más que un aspecto de este famoso «sexto sentido», que está íntimamente relacionado con la calidad – es decir, la riqueza y la efusión – de relación entre el ser humano y su compañero animal.

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