Ser vaquero no es fácil. El cuidado del ganado requiere un talante especial ante tantas horas de soledad. El protagonista de este poema cuenta qué es lo que hace un vaquero para sobrellevar las horas.

Entró en el invierno,
época de descansar
y me entran las preocupaciones
para poder invernar.
Viene la primavera
y las llevo a pastar
como tienen poco pasto,
son muy malas de guardar.
Entramos en el verano,
ya empezamos a segar,
son las noches pequeñas
y tenemos que madrugar
pasamos al otoño,
de otra manera las vuelvo a guardar
sólo por estos montes,
sin tener con quien hablar.
Me gusta el periódico leer,
para dar mi opinión de las noticias que pasan en la Nación.
Muchas de ellas que traen
a mi, me hacen sufrir
por ver lo que trabaja,
nuestra guardia civil.
También, sufro por las huelgas
y paros en el trabajo
eso bien se evitaría,
dando buenos estacazos
porque quien arma las huelgas
esta muy bien de aclarar
los que quieren vivir bien
y todo sin trabajar.
Soy un pobre pastor
que pasteo en Peña Sagra
donde guardo unas ovejas
y un rebaño de cabras y para pasar el tiempo,
me toco un ratito la guitarra
y de estos perímetros
te canto una plegaria.
Virgen Santa de La Luz,
yo siempre te estoy pidiendo
ahora te vuelvo a pedir,
que me des buenos corderos,
para poder sacar
un poco de dinero,
espero que los des, por lo mucho que te quiero.
Ahora marcho pa’ mi choza,
donde tengo mi morada
que para dormir yo tengo
un saquito de paja.
Para cenar, me pongo
un puchero de patatas
y después vuelvo a tocar
otro rato la guitarra.

Trabajo original