Estudiantes del IES Santa Clara visitan el Museo de la Minería y de la Industria de Asturias, un repaso a la historia de la minería desde los comienzos hasta hoy en día y un recorrido a través de los distintas herramientas, técnicas, maquinaria… utilizadas en este peligroso oficio.

No es que nos entusiasmara tener que levantarnos a las seis y media de la mañana aquel día, pero el hecho de perder una jornada de clase nos hizo, al menos, esperarlo con algo de ilusión.

Cuando el autobús partió apenas se oía un murmullo; casi entre sueños la gente se quejaba de la hora y de lo aburrido que iba a ser el Museo de la Minería. Claro que ni se imaginaban lo que allí nos aguardaba…

Todos pensábamos que el viaje sería un tostón, pero no resultó ser así, ya que entre todos, empezamos a charlar, a ir de un lado a otro, a contar chistes, etc…

Cada uno iba a lo suyo, que si música, que si chistes, total que el viaje acabó siendo muy divertido, y además se hizo muy corto, bueno, menos para los que se les revolvió el estómago, que ésos no creo que lo pasaran excesivamente bien. A mi me resultó entretenido el viaje, ya que todo el rato estuve charlando con Luis, Daniel, Javier y Charo, ninguno de nosotros tuvo un viaje «movidito», por lo que disfrutamos mucho, menos cuando veíamos que nuestros compañeros se encontraban mal…

A la llegada al museo nos repartieron unos cuadernillos que contenían preguntas y textos, los cuales debíamos realizar durante la hora y tres cuartos en que gozamos de la visita del museo. Accedimos al museo por el vestíbulo principal…

Nada más entrar estaba la tienda de recuerdos, llena de figurillas y llaveros, de esos que siempre acaban llenos de polvo en un cajón sin que nadie se acuerde de ellos. Esta sala, junto con las otras que completan la planta, nos permitió viajar a través del tiempo, ayudándonos a comprender la Historia de la Tecnología y de la Minería. Nos desplazamos por un paisaje de grandes máquinas que eran utilizadas en las antiguas minas y otros tipos de trabajos. Estas máquinas utilizaban las fuentes de energía tradicionales. Un ejemplo de estas máquinas es la llamada «Maquina de drenaje».

Un poco más allá había un artilugio que llamó la atención de todo el mundo, de aspecto parecía una gran rueda como las que hay en las jaulas de los hámsteres, pero después descubrimos que era una máquina para sacar agua, una persona se metía en la rueda y al andar, por medio de un mecanismo de poleas, se extraía agua de un pozo.

Pudimos ver únicamente la planta de abajo antes de bajar a una mina simulada. En esta planta pudimos encontrar máquinas de diferente tipo, tamaño y finalidad. Éstas eran:

· Malacate: usaban las caballerías para extraer minerales y agua de las minas.
· Deslizador: hacía el transporte más cómodo
· Máquinas de extracción de agua: sacaban agua hidráulicamente
· Sistemas de ventilación: gracias a un fuelle ventilaban los túneles
· Forja: se forjaba el hierro

Poco rato después nos llamaron y subimos a la jaula. La jaula era una simulación bastante acertada de la realidad, el ascensor minero, en la que alcanzaban una velocidad de 6 m/s durante 30 segundos para bajar unos 600 m de profundidad. Ya abajo, nos apoderamos de un casco para nuestra seguridad. La visita guiada comienza y el minero nos explica los tres tipos de piedra que se pueden encontrar (pizarra, arenisca, caliza) y las diferentes formas que hay para que la mina no se venga abajo.
Primero la de madera, después la reja de hierro para evitar desprendimientos.

El minero sigue guiándonos por la mina hasta que llegamos al lugar donde trabajan. Entonces nos hace subir por una rampa y posteriormente por unas escaleras hasta otro túnel más amplio y reforzado. En éste nos enseña la sujeción hidráulica y la forma de extracción con cintas transportadoras, que avanzan y recogen el carbón para posteriormente sacarlo de la mina.

En la visita al Museo de la Minería pudimos aprender más de cerca lo que significaba y significa la minería y todo lo que ello conlleva. Había una maqueta de un poblado minero en el que se mostraba cómo estaba organizada socialmente la vida de los mineros, siempre en función de la mina y del trabajo en ella. Y lo que quizás más llama la atención: los múltiples peligros a los que se someten los mineros.

A mí, lo que más me gustó, fue el lugar relacionado con la enfermería. La enfermería es una de las más importantes instalaciones mineras. Había multitud de figuras que representaban enfermedades. Algunas parecían muy reales e incluso daban algo de asco. A través de eso, la gente que acudía al hospital podía aprender cosas sobre medicina. También había algunas muestras de herramientas de medicina que usaban médicos y enfermeras. Los paneles te informaban sobre algunas enfermedades. Dos de las más importantes eran la silicosis y la tuberculosis. La silicosis es la enfermedad profesional de los mineros. Es una enfermedad pulmonar que se debe a la inhalación prolongada de polvo de sílice. El afectado con este mal tiene dificultades para respirar.

La tuberculosis es una enfermedad que se localiza en los pulmones y que tiene muchas fuentes de contagio: por el polvo, la mala higiene, la suciedad, el contacto entre personas..,
El hospital tenía varias dependencias: el quirófano, la enfermería, el dentista, la consulta…

Otro sitio también interesante es la lampistería. La lampistería era donde los mineros pasaban para recoger su lámpara y así poder alumbrar la mina. Allí se nos informaba de la evolución de las lámparas de mina. A lo largo de la historia ha habido distintos tipos de lámparas: páxarea, sapu, carburo Davy, Wolf, portátil… Las primeras tenían poca luz y ninguna seguridad. Utilizaban grasa animal o vegetal. Más tarde se usó el aceite o la gasolina, con la que lograron mejores resultados. Por último, la lámpara portátil, de energía eléctrica, aporta mejor luz y tiene gran seguridad.

Una instalación minera con gran importancia es la brigada de salvamento. Había aparatos a los que recurrían para prevenir peligros o en caso de accidente. Como, por ejemplo, el pulmotor, que era un aparato de reanimación; el anemómetro, que medía la velocidad del aire; o algunos con nombres más raros, como la jaula con pájaro, que detectaba el monóxido de carbono; el grisuómetro Vernenil, que medía el grisú; o el Casco Spirelmo, que se utilizaba contra los gases.

Algunas láminas nos señalaban los peligros que podía tener la mina. Los accidentes, las explosiones de grisú, los derrumbamientos y hundimientos, eran algunos de los más comunes.

En esta misma planta hay un espacio dedicado a la química. En ella se pueden ver paneles en los que te explican la forma de obtener el salitre, el azufre, la destilación, entre otras cosas. También hay un pequeño laboratorio en el que se muestran distintas herramientas.

La visita al Museo de la Minería terminó sobre la una del mediodía y volvimos al autobús para conocer la ciudad de Gijón y poder comer allí, ya que el hambre empezó a hacerse notar. La plaza de Don Pelayo, en la que está el palacio de Revillagigedo, fue el lugar elegido para encontrarnos con el autobús y regresar a Santander. Nos dejaron una hora y media «sueltos» por Gijón para comer y descansar un poco antes del viaje.

Como mis abuelos viven allí, decidí ir a hacerles una visita porque sabía que les haría mucha ilusión. Algunos compañeros me acompañaron porque sabían que si no se perderían entre calles. Después de rechazar una buena fabada de mi abuela por falta de tiempo, volvimos a comer nuestros bocadillos a los bancos del muelle y nos dimos un paseo por él para bajar la comida.
Aunque no tuve mucho tiempo para verlo, Gijón me pareció un sitio bonito.

Sobre las cuatro y media, volvimos a poner rumbo hacia Santander, poniendo así punto y final a una excursión que recordaremos con cariño.

Trabajo original