El gallo es un animal al que le gusta cantar todas las mañanas. Su cara es una pequeña plaza en la cual hay una fuente y dos niñas jugando con unas muñecas negras.

La plaza está sobre una ladera dorada y suave como el terciopelo que, de vez en cuando, sufre pequeños terremotos en los que la tierra se hincha, en los que aparecen dos islas al lado de la ladera y en los que de la fuente sale un sonido glorioso.

Cuando pasa esto, la luna se apaga, su brillo se quita, las estrellas se marchan corriendo y las nubes dejan paso al sol.

¡¡EL DÍA HA COMENZADO!!
Esto repite el gallo todas las mañanas,
esto escucha la gente al levantarse,
esto es una señal, señal en la que se dice que la noche ha terminado.
Esto, esto es…..

A la boca del gallo vuelve esa pequeña flauta que todas las mañanas despierta a las moscas que revolotean siempre encantadas, a los pajarillos que cantan siempre sus alegres melodías, a las mariposas que le dan color a la vida, las flores que salen de la tierra para enseñarle sus pétalos al sol, las hormigas que corretean por el hormiguero, los ríos que se marchan de excursión al mar y, por último, los humanos que….. nadie sabe cómo, pero consiguen que en todos los lugares del mundo la calma se acabe.

 

Trabajo original