Los alumnos de 3º ESO prepararon un engaño para sus compañeros de Secundaria para demostrar que a veces consumir «con los ojos» no es práctico.
Los alumnos de 3º de la ESO intentamos engañar a nuestros compañeros de Secundaria. Escogimos a cinco alumnos de cada curso y les dijimos que habían sido elegidos por sorteo para participar en las pruebas ciegas de sabor de un nuevo producto que una conocida marca internacional tenía previsto sacar al mercado este verano.
Los «elegidos» probarían cinco refrescos diferentes y tendrían que decidir si les gustaba uno más que otro, el motivo por el cual les gustaba alguno de ellos, el nombre que le pondrían…
Pero el engaño estaba en que los cinco refrescos sabían igual. La única diferencia entre ellos era el color: uno rojo, otro verde, azul, amarillo y transparente. En definitiva: una conocida marca de gaseosa con diferentes tintes alimentarios sin sabor.
Cuando leímos las encuestas nos tronchamos de risa. A unos les gustaba más el refresco verde que el azul, y el motivo era su sabor. Otros decidían que el de color amarillo tendría que ser mucho más barato que el transparente…
Total, que exceptuando dos o tres personas de un total de 25, todos cayeron en la trampa que les habíamos preparado.
CONCLUSIÓN
La conclusión de todo este experimento es clara. Nos engañan como quieren. Compramos los productos que son para comer no por el sentido del gusto, sino por el de la vista… Y eso nos sucede con otras muchas cosas: la ropa, las carpetas, las zapatillas…
Espero que esto nos sirva de lección… o por lo menos para pensar un poco en ello ¿no?