Cuando quise darme cuenta, estaba en el interior de una pequeña y oscura cavidad, en la que me sentía incomoda. Así que comencé a moverme para intentar salir de allí. Este es el diario de una mariposa.
De esta forma, el lugar eclosionó y pude ver, por fin, la luz. Arriba, cielo azul; abajo, hierba salpicada de flores intensamente coloridas. Salí de allí para dar un paseo y conocer esos lugares tan insólitos para mí.
Aprendí muchas cosas: como a alimentarme de hojas y también descubrí que pertenecía a un grupo de insectos llamados mariposas, más concretamente a una clase de mariposas diurnas, la Macaón, o Papilio machaon, de nombre científico. Pero todavía era una larva, aunque ya madura.
Ya cansada de éste estado, decidí ser, por fin, una mariposa, ya que las había visto volar, ¡A las de mi propia especie! Y sus alas marrones con dibujos negros y motitas azules y rojas me fascinaban.
Así que sin prisa pero sin pausa me fui transformando en pupa hasta que por fin forme el capullo entero. Allí sufrí una serie de transformaciones que no pude ver por mi misma hasta que salí al exterior ¡Y cual fue mi gran alegría al ver que me había convertido en mariposa!
Mis bellas alas marrones me llevaron surcando los aires en un viaje sin igual. Me sentí intensamente feliz por poder disfrutar tanto y decidí tener hijos para que también ellos pudieran disfrutar de aquella experiencia tan maravillosa.