‘Diabólico paraíso’ recuerda al amado en el aniversario de su muerte y la dura convivencia que mantuvieron marcada por unos excesos que se cobraron un alto precio.

 

El día del accidente, creí morir
Te imaginaba bañado en sangre, sin poder elegir,
Entre quedarte conmigo o no volver a sufrir.
Sé que la vida es dolorosa,
Más lo es para nosotros ahora,
Que te recordamos y no podemos hablarte

Aunque juro intentarlo en adelante.
Muchos de nosotros daríamos la vida por tí.
Pero no podemos elegir.
El destino ha llamado a nuestras puertas
Pero tan sólo has abierto tú.
Ahora entiendo ese poema
Que dice que la muerte está tan segura de ganar
Que te da toda la vida de ventaja.

Hoy es tu aniversario,
¿Sabes?, aquí hay mucha gente llorando,
Montones de amigos recordándote
Y yo aquí, mi amor, intentando olvidarte.
Por mucho que esto duela mi corazón seguirá adelante

Aunque por el momento, cura las heridas que en su día
dejaste. ¡Dichosa muerte!, eras demasiado joven para morir,
No debiste abrir esa puerta que te llevaba y de mí te separaba.
Dudas torturándome, desconsuelo desbordándome,
Y tú, te fuiste igual.

Te quise y te quiero, tú lo sabes,
Por mis labios al sellarte,
Por mis caricias en tu cara,
Por cómo mi sonrisa estaba siempre dibujada.
Al dejarme sola aquí,
Me planteé mucho las cosas;

Conocí dónde vivía en verdad,
En que mundo me había tocado vivir.
Comprobé que el humo de un cigarro,
Tan sólo nos tapaba la visión,
Nos decía que este mundo
Era tal y como nosotros lo habíamos diseñado.

Dijo que creamos mariposas
Para poder arrancar sus colores,
Que maldecíamos la lluvia
Para no dejar ver que eran nuestros errores.
Afirmó que nos apoyábamos en el diablo

Para camuflar de algún modo nuestros fallos.
Que probábamos éxtasis y cosas raras
Para acabar de una vez con la raza humana,
Pues tras nuestros disfraces
Sólo había rencores, envidias y chantajes.

Ahora que ha desaparecido esa cortina de humo,
Lo olvidamos todo y volvemos al principio:
Creemos que somos buenos y misericordiosos
Y que por los nuestros lo daríamos todo.
Señor, gracias por hacer que alguien encienda otro cigarro,
Que podemos contemplar esa pequeña llama

Esa llama que dice que las piedras tienen vida,
Que si un río se seca es tan sólo por envidia,
Que si ocurre algo malo es para que aprendamos la lección,
Que cuando lo que más queremos nos abandona
Es porque siempre encuentra algo mejor.

Mi mayor deseo es que todo lo sucio se aclare,
Que las negras nubes que enturbian el cielo
Agachen la cabeza y se marchen,
Que las blancas palomas sigan siendo un símbolo para alguien.

Deseo que los árboles dejen de darnos la vida,
Mientras nosotros sigamos robándoles el aire,
Que salga el arco iris con los colores que en verdad nos cubren,
El negro y el blanco, lo bueno y lo malo, el humo y el aire.

 

Trabajo original