La casualidad acompañada de un gran afán investigador llevó a unos científicos a descubrir la radioactividad, un elemento que salva tantas vidas como las que ha destruido. 

Wilhem Conrad Roentgen descubrió en diciembre de 1895 los rayos X, un tipo de radiación capaz  de penetrar en los cuerpos y producir, además, fosforescencia.  
Henri Becquerel descubrió al año siguiente que las sales de uranio emitían una radiación capaz de atravesar papeles negros además de otros materiales opacos. Tras varios experimentos, interpuso una cruz hecha con una lámina de cobre, entre un papel negro y las sales. Quería exponer estos elementos a la luz solar y estudiar si la silueta de la cruz se plasmaba. Pero ese día, 26 de febrero, el sol no salió en París, tampoco salió al siguiente y guardó la placa fotográfica en un cajón.

Posteriormente, y para su sorpresa, la silueta se dibujó con gran intensidad. Estos rayos impresionaban las placas fotográficas de la época, ionizaban el aire y eran desplazados por los campos magnético y eléctrico, lo que les diferenciaba de los rayos X. Se observó que este fenómeno era característico de todas las sales de uranio, con lo que se llegó a la conclusión de que era una propiedad del átomo de uranio. Estos rayos se denominaron en un principio rayos B, haciendo honor a su descubridor.

Hoy en día el fenómeno recibe el nombre de radioactividad y se sabe que es una propiedad nuclear de ciertos elementos químicos. Sin saberlo, el investigador francés había descubierto la radioactividad.

Este científico no fue el único en interesarse en esta materia, ya que también trabajaban en su casa los esposos Curie, Marie en colaboración con su marido Pierre, abrieron las puertas del estudio y la utilización de uno de los fenómenos físicos que más aplicaciones a tenido a lo largo del presente siglo, que tantas vidas a salvado y salvará como tantas ha destruido, por eso este temible descubrimiento es digno de ser observado desde dos diferentes puntos de vista por los hombres y mujeres del siglo XXI.

 

Trabajo original