Los alumnos del IES José Zapatero de Castro Urdiales, han realizado en ‘Cartas apócrifas’ un interesante trabajo partiendo de una investigación sobre las obras y la biografía de dos importantes autores: Kafka y Goethe. Su profesora nos explica los motivos por los que se plantearon estos trabajos.

Los trabajos de Werther y Kafka surgen de la programación da la optativa de Literatura Universal de 2º de Bachillerato. En dicha programación resaltaba como objetivos principales la lectura y la creación literaria.

Entre otras obras leímos (no de forma completa) Werther de Goethe y analizamos su estructura epistolar y los sentimientos del protagonista. Sin embargo, nos quedaba la duda de lo que realmente sintió Carlota por Werther y por ello les pedí que escribieran siguiendo el mismo estilo epistolar de la obra , una carta de Carlota a una amiga contando sus sentimientos y su reacción ante la muerte del protagonista.

En otra evaluación leímos de forma completa La metamorfosis de Kafka y trabajamos sobre su vida y su obra. Buscando bibliografía sobre el autor, encontré una carta que le había escrito un lector a Kafka a raíz de leer La metamorfosis y no haber entendido el sentido de la obra. Tomando como punto de partida esa carta y viendo además que también a muchos de ellos les resultaba difícil entender la obra, hice que se pusieran en el lado contrario y que contestaran al lector como si fueran el propio Kafka, de esa manera veía si después de todo habían conseguido entender el sentido de la obra.

La experiencia ha sido altamente positiva y satisfactoria y los alumnos-as han disfrutado de las lecturas y con las creaciones. Los trabajos que he mandado son los que hemos seleccionado entre todos después de su lectura en clase.

Lourdes de Pablo. Profesora de Literatura Universal y Jefa del Departamento de Lengua y Literatura.

 

Carta apócrifa de Franz Kafka a un lector interesado por el significado de Metamorfosis
Por Gonzalo de Elosua. Alumno de 2º de Bachillerato del IES J.Zapatero de Castro Urdiales.

Praga, 12 de abril de 1917

Estimado lector:

Acabo de recibir la carta en la que usted me plantea el problema que tiene con su familia derivado de la difícil interpretación de mi obra «Metamorfosis».
Bajo mi punto de vista este libro no es sólo palabras sino sentimientos, y las cosas no son como parecen. Pueden tener distintos significados, todo ello depende de la actitud del lector en el momento de la lectura. La obra no tiene un significado único, sino que cada uno puede interpretarlo de distinta manera.
Para mi este libro es como una parte de mi cuerpo ya que siempre está conmigo y forma parte de mí.
En él se ven reflejados mis sentimientos y mis miedos. En esta obra el protagonista se convierte en escarabajo. Este se pregunta el porqué de la transformación y empieza a pensar cuáles han podido ser las causas de ese cambio. En el momento en el que él cambió, todo en su entorno lo hizo también, el cómo le trataban e incluso el cómo se trata él mismo debido a su aspecto. En el fondo no ha cambiado, pero por fuera sí.

Yo en esta obra critico la sociedad de la que todos formamos parte mediante esta historia de una transformación. Utilizo una gran simbología y abundancia de metáforas de acuerdo con la vida real.
También se puede apreciar una satisfacción hacia la vida y hacia el entorno que nos rodea. Así, como otros hablan de lo positivo de la vida, yo prefiero hacer que transcurra tal cual es, no de forma negativa, sino dura, pero cierta.
Por lo tanto la interpretación de mi obra es un tanto compleja y se pueden entender cosas distintas dependiendo del momento y de la situación que se escoja para leerlo. En ella muestro cómo marginan a alguien por ser distinto, a pesar del afecto que sienten por él, y ahí se aprecia una escala de valores, ante lo que los lectores como usted, quizá se puedan asustar, pero no debería ser así, ya que todos pensamos igual de forma indirecta.

Espero que mi carta le ayude a salir del apuro y consiga explicar a su familia el sentido de mi obra.

Un saludo: KAFKA

 

Carta aprófica de Carlota a su amiga Sally a raíz de su relación con el joven Werther
Por Beatriz Pérez, alumna de 2º de Bachillerato del IES J. Zapatero de Castro Urdiales.

22 de diciembre de 1772

Querida Sally:

Tal vez estés enojada conmigo por no haber respondido antes a tus cartas, pero este se debe a lo que a continuación voy a contarte.

Hace unos meses, durante la fiesta que todos los años los Wolfgang organizan en su casa, conocí a un joven, no muy apuesto a primera vista, llamado Werther.

Unos días después de la fiesta, Alberto, mi entonces prometido, tuvo que hacer un viaje por motivos relacionados con su trabajo.

Durante ese tiempo que Alberto estuvo fuera, Werther y yo entablamos una estrecha relación, pasábamos largos ratos juntos, paseando por los campos iluminados por los rayos del sol, conversando en animadas tertulias tomando té, mostrando nuestras diferentes opiniones sobre diversos temas; en definitiva, llegamos a establecer una buena amistad.

Hasta el momento en le que conocí a Werther, nunca me había cuestionado mi amor por Alberto, aunque nuestro compromiso fue siempre un mero acuerdo económico, por parte de nuestros padres.

Yo sí le amaba, aunque ahora me pregunto si era amor verdadero o simple conformidad.
Las tertulias y los paseos con Werther generaban en mí unos sentimientos de confianza y estabilidad que con Alberto nunca había ni he alcanzado, debido a sus continuos viajes de negocios.

Cuando Alberto regresó de su viaje, mis sentimientos estallaron: ¿realmente le amaba? ¿Estaba comenzando a querer a Werther?.

Intenté quitarme esta última idea de la cabeza, ya que yo creía amar realmente a Alberto, o al menos eso debía parecer ante nuestras familias.

Éstas comenzaban a hablar ya de boda y a mí me entusiasmaba la idea de casarme, pero me cuestionaba si el hombre era el adecuado.

Pocos días después de la llegada de Alberto, Werther se marchó una tarde dándome las simples explicaciones de que iba a trabajar a otra ciudad.

Werther no regresó para mi boda, cosa que me hirió ya que yo le consideraba un buen amigo.

Una mañana lluviosa de diciembre regresó Werther, y mi corazón, al verle, comenzó a palpitar muy rápidamente.

Con la intención de explicarme su aventura en esa otra ciudad, ambos nos quedamos solos en el salón.

De pronto me cogió de las manos. Nuestras miradas se cruzaron. Nuestros labios se fundieron en un beso.

Mi cuerpo se estremeció por unos segundos, pero al volver en mí me di cuenta del error que habíamos cometido y enojada le dije que nunca más nos volveríamos a ver. ¡Qué tonta fui, Dios mío!
¡ Si hubiera sabido lo que iba a ocurrir…!

Al cabo de unos minutos se acercó a la puerta de mi habitación y me dijo:
«¡ Adiós, Carlota… adiós para siempre!».

¡ Dios estas palabras todavía resuenan en mi mente!

Sobre las seis de la mañana, el criado de Werther irrumpió en la habitación de mi marido y mía dándonos la fatal noticia:

– Werther está muerto, señores.

No logro recordar nada más de la trágica muerte de Werther porque caí desmayada a los pies de Alberto en cuanto el criado nos dio la terrible noticia.

Aunque sé que estas palabras no pueden demostrar todo el dolor que siento pensando que Werther murió por amor, por mi amor, vivo sumida en un inmenso dolor provocado por el amor verdadero, el amor que siento por Werther.

De modo, Sally, espero que entiendas los motivos por lo que me ha sido imposible escribirte antes.
Sería de mi agrado tener noticias tuyas lo más pronto posible.

Te quiere,

Carlota Egmon.

Trabajo original