«Nadie tiene derecho a utilizar a un inocente», esta es la idea que transmite esta simbólica carta dirigida a Elián, el niño cubano que está ocupando las portadas de todos los medios al haberse convertido en el centro de un «conflicto diplomático» entre Cuba y Estados Unidos.
Querido Elián:
Me he decidido a escribirte una carta aún sabiendo que será difícil que llegues a leerla porque a tu edad, con 6 años, no es muy habitual recibir correspondencia (supongo que estarás aprendiendo a leer o si ya sabes lo harás con titubeos); y menos de alguien lejano a Cuba y a Miami, ni más ni menos que de España.
No te doy más datos porque quizás desconozcas mi país, de modo que sería inútil hablarte de mi ciudad. Además, la atención y la vigilancia en torno a ti serán extremas en estos momentos como consecuencia de las circunstancias que te rodearon hace unos meses, de modo que estoy convencida de que alguien cercano a ti (quienquiera que esté cuidando de ti cuando recibas mi mensaje) lea la carta y la rompa en pedazos. Sin embargo no me importa, me conformo con que sea leída.
No pretendo hacer daño a nadie, conozco tu historia a través de los medios de comunicación, fuentes de información poco fiables según mi punto de vista ya que en su mayoría se mueven por intereses políticos y económicos, de modo que no sería extraño que mis datos fueran erróneos. Si ése es el caso pido disculpas.
Hace unos meses, el 25 de noviembre, tu destino te jugó una mala pasada: viajabas con tu mamá y otras 10 personas en una lancha con destino a EE.UU., huyendo de Cuba y del régimen de Castro, (ese señor de barba, vestido siempre de uniforme de general, amante de los puros habanos, del que habrás oído hablar en tu país en repetidas ocasiones), y sólo tú tuviste la suerte de salir vivo de la travesía.
Te rescataron flotando en la cámara de un neumático frente a Fort Lauderdale (Florida), después de que tu mamá y las otras 10 personas perecieran ahogadas en un naufragio. Nadie sabrá nunca cómo te sentiste.
Algunos parientes te esperaban en Miami, por una parte apenados por lo ocurrido y por otra felices de que te encontraras sano y salvo, pero allá de donde viniste también tu papá estaba esperando alguna noticia tuya: Había perdido a tu mamá y podía perderte a ti.
A partir del momento de tu rescate, el Gobierno de Cuba y los grupos anticastristas más activos mantuvieron una guerra permanente de comunicados y acciones públicas.
El exilio cubano te procuró todo tipo de atenciones, incluida la mejor asistencia legal. Tus familiares de Miami y muchas otras personas ajenas a ti te compraron muchos regalos, muchas cosas bonitas que no tenías en Cuba; te llevaron a muchos sitios divertidos, te lo pasaste en grande con ellos y ellos contigo. Te convertiste en su «arma de juego».
En ningún momento te permitieron que expresaras tus preferencias sobre tu destino futuro: «Es injusto mandarle para allá. Allí va a tener una vida incierta» – decía tu prima Maryleysis. Y en Cuba las gentes gritaban: «Elián pertenece a su padre, debe volver a casa».
Todos te consideraban una víctima. ¿Lo crees así? (bueno, quizás ni siquiera sepas qué diablos significa esta palabra). En mi opinión, por más que no quepa la neutralidad ideológica en este asunto, no te consideraría una víctima si en Cuba no existiera el Régimen Castrista. Pero esta realidad no justifica que los contrarios al Régimen te tomaran como rehén; tú un niño inocente que podrías haber sufrido el desarraigo de lo que te queda de familia, de amigos y de tu entorno.
Si tenían intención de iniciar una lucha, bien; pero que lo hubieran hecho sin utilizarte a tí como pretexto.
No perteneces ni a Miami ni a Cuba, pero te debes a tu padre. Tus raíces son cubanas, tu tierra natal es Cuba, y si no lo sientes ahora quizás lo sientas dentro de unos años porque la tierra de uno siempre tira.
Desconozco quien es la persona que te acompaña en estos momentos, no me importa, pero espero que entienda bien esto: nadie tiene derecho a utilizar a un inocente, a costa de su felicidad, como excusa para iniciar un enfrentamiento político o de cualquier naturaleza.
Elián, has vivido momentos muy tristes y difíciles que probablemente nunca puedas olvidar. Por eso, Castro nunca debió organizar sobre este episodio una campaña política para pedir tu regreso a Cuba, ni los más radicales opositores de Miami debieron hacer otra de signo contrario.
Sé feliz allá donde estés.
Se despide una amiga.