El viaje de estudios de los alumnos de 3º de ESO del IES Santa Clara a Valencia estuvo lleno de anécdotas, buenas y malas, en estos trabajos hacen una narración crítica sobre estos cinco días en los que visitaron Valencia y Alicante.

 

DIARIO DEL VIAJE
Por Isabel García García

Sábado 12 de abril: Día de salida

El día 12 de abril, a las 7:30 de la mañana comenzó a llegar la gente a la estación de autobuses, donde fuimos guardando las maletas en el autobús. Nos esperaban cuatro días en un hotel de tres estrellas y un viaje de estudios agradable en un «autobús de lujo», o al menos eso es lo que nos habían dicho a nosotros y a nuestros padres y por eso habíamos pagado, y cabe decir que no era barato.

Alrededor de las ocho de la mañana, el autobús se puso en marcha, era un autobús de dos plantas, que a primera vista era normalillo, nada del otro mundo, pero a esas horas de la mañana, tampoco estábamos para fijarnos en detalles. Aunque al sentarse en los asientos, era evidente que la separación entre ellos era mínima y no podíamos sentarnos muy cómodamente.
El viaje fue bastante tranquilo hasta que algunas personas que estaban en la planta baja del autobús advirtieron que se había filtrado agua, es decir, que la planta baja estaba, por así decirlo, inundada. Pero eso no fue todo, poco después el conductor se percató de que el vehículo se había quedado sin gasolina, y tuvo que ir andando hasta la gasolinera más cercana y volver con una garrafa de combustible que, al menos, nos permitió llegar hasta la gasolinera y llenar el depósito por completo.

Después de estos incidentes, al fin, paramos a comer tranquilamente en una gasolinera. Cuando terminamos volvimos de nuevo al autobús y reanudamos el viaje, hasta que pocos kilómetros más adelante (menos mal que fueron pocos), uno de los profesores recordó que se había olvidado la mochila en la gasolinera en la cual habíamos comido, y volvimos con el autobús hasta allí.

Después llegamos a un pueblo llamado Segóbriga donde estuvimos, poco más de una hora, visitando unas ruinas antiguas que había allí.

Alrededor de las once y media de ese mismo día llegamos a Benidorm y fuimos hasta el camping, no un hotel de tres estrellas, no, un camping. Lo primero que hicimos después de sacar las maletas del autobús fue ir al restaurante que había allí, donde cenamos lo que quedaba de la cena, es decir, lo que los otros hospedados del camping no habían querido tomar para cenar. Luego nos dieron las llaves de los respectivos bungalows, después de pagar seis euros de seguro por si rompíamos algo.

Los bungalows eran bastante pequeños, nos dimos cuenta que en el colchón de la cama se quedaba marcado el perfil del cuerpo al tumbarte y que si alguien andaba por la pequeña terraza que había en la parte delantera del bungalow, se movía todo lo que había dentro, desde la mesa, hasta las camas, y eso si andaba, si alguien corría era como un terremoto a pequeña escala. A pesar de esto último dormimos (unos más que otros), pensando que los próximos días serían mejores o sin tantos accidentes, eso esperábamos, pero lo que nos aguardaba era bien distinto.

 

Domingo 13 de abril: Visita al oceanográfico y al Museo de las Ciencias

Nos levantamos, y al intentar ducharnos nos llevamos sorpresa, pues las duchas solo tenían unos pocos, muy pocos, minutos de agua caliente, y a más de uno nos toco ducharnos con agua fría, y por las mañanas, será sano, pero muy apetecible no es…
Fuimos al restaurante a desayunar, y allí los profesores nos dijeron que cogiéramos algunos panecillos y algunos embutidos del desayuno, y que nos preparáramos unos bocadillos para la comida, porque los que debían de habérnosla preparado lo habían olvidado.

Después de desayunar y de hacernos la comida fuimos al autobús que nos llevo hasta El Oceanográfico de Valencia, donde estuvimos toda la mañana, estaba muy bien, lo que pasa es que es muy grande y para verlo entero hace falta bastante más de una mañana, pero así todo a mi me gustó mucho.
Luego comimos los bocadillos que nos hicimos (a eso de las tres de la tarde, mas o menos) y después fuimos al Museo de las Ciencias, que es muy interesante y está verdaderamente bien, también es muy ameno, y entretiene mucho. Lo que pasa es que, al igual que el oceanográfico, son muchas cosas, y no da tiempo a verlo todo en el poco tiempo que estuvimos allí, pero, por lo menos a mí, lo poco que vi me gustó bastante.

A las seis de la tarde salimos del museo y nos montamos en el autobús, teníamos la intención de ir a dar una vuelta por el centro de Valencia, pero lo que ocurrió nos decepcionó bastante: el autobús se había averiado. No se puso en marcha hasta las diez de la noche, cuando al fin consiguieron arreglarlo. Lo bueno fue que, al menos, había un centro comercial prácticamente al lado de donde nos encontrábamos y pudimos ir hasta allí a comprarnos algo para cenar.

Llegamos de nuevo al camping a eso de las once y media de la noche, más o menos, y allí comimos las sobras que quedaban de la cena. Luego fuimos a los bungalows, decepcionados por haber podido ir a Valencia y por nuestro autobús de «lujo», habíamos pasado más tiempo en él que en la calle.

 

Lunes 14 de abril: «Terra Mítica»

Este era quizás el día más esperado para muchos de nosotros, sobre todo para los que nunca habíamos ido a este parque temático. Nada más después de levantarnos y desayunar nos montamos en el autobús que nos llevó (sin ningún percance) hasta «Terra Mítica», que estaba situado a muy pocos kilómetros del camping. Una vez allí nos dieron la entrada para el parque y un vale, que si le entregábamos en algunos de los restaurantes del recinto, nos daban de comer gratis.

Nos dejaron ir a nuestro aire por el parque y solo nos dijeron que a las ocho debíamos estar todos en la entrada. Estuvimos allí todo la mañana y toda la tarde, y está muy bien, es un lugar muy entretenido por todas las atracciones que tiene y, aparte de eso, está muy bien decorado y es muy ameno.

A las ocho de la tarde volvimos todos a la entrada del parque para volver a subir al autobús y regresar al camping. Al llegar, no muy tarde, ya nos dieron de cenar en condiciones y luego fuimos a los bungalows. Nos dijeron que los que quisieran podían ir a dar una vuelta por Benidorm, que les llevaban en autobús, pero que a la vuelta se tendrían que pagar ellos el taxi de regreso. Ante esta última condición, no muchas personas fueron. La mayoría nos quedamos en el camping.

 

Martes 15 de abril: Día de regreso

Nos levantamos, desayunamos y nos montamos en el autobús. Ese día por la mañana teníamos previsto ir a visitar una fábrica de chocolate, pero íbamos con retraso, y no pudimos verlo. Por la mañana fuimos a dar una vuelta por la ciudad de Alicante, estuvimos allí hasta las doce del medio día, cuando volvimos al autobús para regresar de nuevo a Santander.

El viaje de vuelta fue bastante tranquilo. Paramos a comer en un pequeño pueblo, pero bastante gente se metió en un restaurante al ver que lo que nos habían dado de comida, se podía comer, sí, pero no era precisamente una delicia… mas bien todo lo contrario.

Durante el viaje también paramos en Cuenca, y allí vimos las «Casas colgantes», estuvimos viéndolas poco más de 10 minutos, así que tampoco dio tiempo a mucho. Cuando pensábamos subir de nuevo al autobús, ya con ganas porque llovía, el conductor nos dijo que alguien había tocado la puerta de atrás para poder entrar, y que no pensaba moverse de allí hasta que dijéramos quien había sido. Con suerte poco después conseguimos subir al autobús y seguir nuestro viaje normal, parando cada dos horas para descansar. En una de esas paradas, estuvimos en una gasolinera, donde nos compramos algo para cenar aquel día.

Finalmente llegamos a Santander a las dos y cuarto de la mañana, cogimos nuestras maletas y nos fuimos cada uno a nuestra casa.

 

 

LA ODISEA: UN VIAJE DE ESTUDIOS A VALENCIA
Por Pablo López Alonso, Arnaldo Herrero, Manuel Pando Muñoz y Gabriel Zarca.

 

Día 1: En marcha
Si, no me he confundido en el titulo porque eso ha sido nuestro «viaje» una auténtica odisea llena de despropósito e indignación que dejaría en ridículo a la Odisea protagonizada por Ulises.
El viaje debería haber comenzado a las 7:30 am, pero empezó con un breve retraso y además fue un trayecto accidentado ya que el autobús se quedó sin gasolina, por culpa de que el indicador estaba roto y no llevaba barriles de repuesto por lo que estuvimos un buen rato parados en el alto de Somosierra esperando a que llegase el conductor con la gasolina.

Paramos a comer en una gasolinera cuando debíamos de habernos detenido en Cuenca, a más de 100 km. Tuvimos que dar media vuelta y volver a la gasolinera debido a que se había olvidado algo allí. Llegamos al hotel sobre las 11:00 PM dos horas más tarde de lo previsto. El trayecto se debía realizar en un autobús de lujo (tal y como decía el planning del viaje) pero se realizó en uno normal y corriente, más bien malo.

Hicimos una parada en Segóbriga para ver unas ruinas y un alumno llamado Jenaro, en un arrebato de pobreza, no pagó el euro que costaba la entrada y no entró.

Nada mas llegar al hotel nos sirvieron algo que no sé si fuese porque estábamos en Valencia, pero lo llamaban comida. Al terminar «la cena» nos dieron las llaves del bungalow donde nos tocó alojarnos.
Los bugalows tenían una puerta con dos partes móviles, supongo que de cristal. Al entrar a la derecha, detrás de una cortina amarilla con estampados azules estaba la cocina y un grifo. A la izquierda estaba la nevera, un armario y la televisión. Enfrente de la tele había una mesa y encima de ésta estaba el ventilador. A la derecha de la mesa se encontraba el sofá y a la izquierda el baño, que era muy pequeño. Más adentro estaban las dos habitaciones, una de ellas era la de matrimonio y la otra tenía dos camas. En cada una de las habitaciones había una ventana, otra en el baño y otra encima del sofá. Fuera, en la entrada había una mesa y dos sillas de plástico marrón intentando imitar la madera.

Día 2: La espera

Al despertarse, los que habían dormido, nos mandaron a desayunar, y como no tenían el picnic preparado, nos dijeron que cogiésemos dos panes pequeños y nos hiciésemos unos bocadillos con los restos del desayuno.

Estuvimos esperando en el autobús, aproximadamente 30 min. a que a cuatro alumnos les apeteciese acompañarnos al oceanográfico de Valencia. Una vez allí aguardamos a que nos diesen las entradas. Durante tres horas pudimos pasar por debajo de un túnel submarino, varias salas con una gran diversidad de peces y asistir a un espectáculo de delfines donde realizaron saltos impresionantes de hasta seis metros. A la hora de comer, como el picnic no era muy apetecible mucha gente coincidimos en la hamburguesería, con el tiempo justo para llegar a la entrada donde quedamos para ir al Museo de la Ciencia.

El guía que nos habían anunciado brillaba por su ausencia, ya que sólo apareció para comunicarnos las reglas del museo. Una vez dentro pudimos realizar muchas y variadas actividades y experimentos.

Al salir fuimos al Imax, donde nos pusieron una película sobre la nueva estación espacial donde sólo unos pocos valientes consiguieron terminar de ver el documental, pues la gran mayor parte de los espectadores nos quedamos dormidos debido a lo poco que dormimos por la noche y a lo confortables que eran los asientos.

Aquí llega la mejor parte del día: al entrar al autobús, este no arrancó y la gente se empezó a impacientar. Tuvo que venir un técnico un domingo, a eso de las siete de la tarde. Viendo que teníamos para rato la gente optó por irse a cenar a Carrefour y tras cuatro horas consiguieron arrancar el autobús y llegar al hotel a media noche donde nos sirvieron los restos de la cena.

 

Día 3: Terra Mítica

Lunes día 14. Este día fuimos a Terra Mítica. Por la mañana, después de levantarnos de un cómodo y confortable sueño, al salir de la casa cartón-piedra, vimos dos sillas descalabradas en el camino. Más tarde fuimos a desayunar la repugnante comida.

Llegamos a Terra Mítica. Estuvimos esperando a Jesús Bolado a que nos diera las entradas y el vale para comer, porque la comida del hotel era una porquería.

Primero vimos un espectáculo de egipcios, después nos montamos en las Cataratas del Nilo, más tarde nos fuimos al Laberinto del Minotauro; como es de suponer estuvimos esperando a dos chicas un rato (no sé por qué). También nos montamos en el Vuelo del Fénix, en el Tizona, en la Furia del Tritón, en los Arietes y en el Colossus. Lo repetimos todo dos veces.

A la hora de comer, fuimos a una especie de Bocata y dimos el vale para que nos dieran la comida. La señora no se enteraba de nada, y tuvo que venir su jefe a explicarle como iba lo de los vales; después, nos dio dos bebidas de más, pero no la dijimos nada.

Nos volvimos a montar otra vez en todo, pero ahora nos montamos más en las Cataratas del Nilo y en la Furia del Tritón. Como era muy tarde, no hacía mucho calor y las ropas estaban caladas. Nos fuimos de Terra Mítica al hotel, y nos dijeron que si queríamos podíamos ir a Benidorm, pero solo se fueron algunos de 4º.

 

Día 4: El retorno

El día 15 de abril era el día de la despedida a tres maravillosos días, aunque cada uno de ellos con sus contras. Desayunamos pronto, terminamos de empaquetar las maletas y las cargamos en el famoso «autobús de lujo». Una vez arrancado el autobús (seguramente cuestión de suerte) nos comunican que vamos a visitar una fábrica de chocolate. ¡IMPOSIBLE No, no somos tan afortunados… visita anulada.

A continuación nos dirigimos a Alicante para dar un paseo por la ciudad de aproximadamente una hora. El problema de esta ciudad era que estaba entera en obras y además el tiempo no era muy bueno. Después paramos a comer el picnic, pero al igual que en el segundo día coincidimos sino todos la mayor parte de nosotros en uno de los restaurantes del pueblo. Luego fuimos a Cuenca donde vimos las casas colgadas, para lo cual tuvimos que subir una calzada interminable. Por cierto, antes de partir tuvimos un incidente con el conductor.

El resto del viaje fue una carretera interminable… que mucha gente aprovechó para dormir.

Trabajo original