Segunda parte de un extenso e interesante trabajo sobre la trayectoria de la capital del Besaya realizado por los alumnos de 2º curso de Administración de Sistemas Informáticos del IES Miguel Herrero Pereda de Torrelavega. Ha sido utilizado para la elaboración de un CD realizado en Visual Basic v.5 como parte de un proyecto para la asignatura ‘Implantación de Aplicaciones Informáticas de Gestión’ que ha sido coordinado y dirigido por la profesora Maribel de la Peña. En el siglo XX se han producido numerosos cambios: económicos, sociales,…

Industrialización y desarrollo urbano de Torrelavega en el siglo XX

El territorio del entorno de Torrelavega se ve modificado por la instalación de grandes empresas como: Solvay, R.C.A., Sniace, Armando Alvarez y Autogomas.

La implantación de las industrias se ha realizado en el área periférica, ocupando grandes extensiones de suelo agrario, lo que ha supuesto la destrucción del espacio productivo, la desaparición de la actividad agraria y la reconversión del campesinado, pasando a ser asalariados e impulsando la actividad comercial y los servicios urbanos.

Las empresas industriales han necesitado además espacio para las infraestructuras (ramales ferroviarios, viales) almacenamiento y residuos industriales y poblados residenciales para trabajadores.

Han precisado materias primas, imprescindibles para el desarrollo de las actividades productivas, y con ello su impacto sobre el territorio rural ha sobrepasado los límites comarcales. Esto ha sido posible gracias a una red de comunicaciones que permite además comercializar sus productos.

La industria ha incluido una corriente migratoria que genera el crecimiento demográfico y, consiguientemente, la ampliación de la ciudad.

En el siglo XX ha supuesto cambios profundos para Torrelavega en la organización y calidad de tejido urbano y en su imagen física, cambios que son el reflejo, aunque de forma un poco retardada, de las distintas etapas de la evolución socioeconómica de este centro industrial y comercial que es hoy el segundo de Cantabria, después de la capital.

Torrelavega se configura como núcleo mercantil y embrión industrial. Esa culminación ha quedado simbólicamente representada en el año 1895, año en el que debido al aumento de la población y al progreso económico la reina María Cristina concede a Torrelavega el titulo de ciudad.

Una primera industrialización con la aparición de fabricas de harina y curtidos de las industrias de calzados y azucarera, provoca el crecimiento de la población en Torrelavega, que pasa de 1.222 habitantes en 1851 a 3.969 en 1900 generando la expansión del núcleo urbano, que en la primera fecha tiene una superficie de 8,5 Has. y en 1900 ocupa ya 11,5 Has. Aunque todavía se encuentran vacíos algunos espacios del casco urbano, la morfología urbana, regular y ordenada, presenta una red viaria y racionalizada, de calles generalmente alineadas, disponiéndose los 430 edificios destinados a vivienda existentes en manzanas bien definidas, localizadas en torno a las plazas de mercado que son elementos esenciales de la vida y estructura urbana.

En esta ciudad del umbral del siglo se observa una incipiente estructura dotaciones, en las que destacan algunas actuaciones singulares, como la creación del colegio Sagrados Corazones, la Escuela de Artes y Oficios y el Asilo – Hospital o el Circulo de Recreo, con la que da cubierta las necesidades básicas de la población.

La población urbana alimentada por un mercado de corriente inmigratoria, crece a un ritmo elevado, pasando de los 4.000 habitantes en 1900 a cerca de 10.000 en 1940, y esto tiene una clara incidencia en la construcción de edificios destinados a viviendas, que se duplican en este periodo, alcanzando los 645 en 1940.

En ese momento Torrelavega se configura como una pequeña ciudad perfectamente equipada y urbanizada, alcanzando su cénit urbanístico y cultural.
Otro servicio surge de la dinámica urbana: la traída de aguas del manantial de Cohicillos, la mejor del servicio extinción de incendios, y el establecimiento de un servicio de autobús comarcal. Y es así mismo una etapa de mejora del equipamiento cultural y creativo de la construcción de teatros, instalaciones deportivas, la Biblioteca Publica, la banda de música, etc.

Con la crisis industrial experimentada fundamentalmente a partir de 1979, los cambios de la estructura socioeconómica de Torrelavega y la difusión de sus efectos, van a generar una transformación profunda de la estructura física de la ciudad.

La transición del complejo al aglomerado urbano – industrial, en particular por la consolidación y diversificación productiva de las grandes empresas, a las que se une Sniace en 1941 -1944 (generando 3.500 empleos en poco más de diez años), y el desarrollo de un conjunto de pequeñas y medianas empresas locales (Alvarez, Cepisa, Obregón, Vila…), junto al crecimiento del sector terciario (el aumento y diversificación del comercio, y en la potenciación de la Feria de Ganado, que culmina con la creación del Mercado Nacional de Ganado en 1973).

En los años más recientes se ha puesto de manifiesto la evolución general de disminución de la construcción de viviendas, en una tendencia que se inició en los 70 y que se ha acentuado en los últimos años. Entre 1981 y la actualidad las áreas en las que se han concentrado la mayor parte de los nuevos desarrollos residenciales han sido el casco urbano – en donde los nuevos edificios se han construido siguiendo las determinaciones sobre altura, volumétrica (Campuzano, Nueva Ciudad y Tanos). Se proponen nuevos equipamientos y espacios libres: Estación de Autobuses, Hospital Comarcal, Matadero Frigorífico, Centros educativos superiores, el parque del Barrio Covadonga, el complejo polideportivo de Sierrallana y pabellones como el Vicente Trueba.

 

Edificios destacados

Ayuntamiento

Es una obra de Joaquín de Rucoba, construida entre 1890-1906. Este edificio expresa tendencias eclécticas de influencias francesas, con columnas en el pórtico y pilastras que recorren las dos alturas, contrarrestando la horizontalidad de la fachada. Frontones y cornisas clasicistas.

El interior es muy cuidado en todas sus dependencias, destacando la escalera principal, con balaustrada de mármol de carrera, iluminada con un gran vitral y cubierta con cúpulas decoradas con pinturas murales y sobre todo el salón principal, de planta rectangular y bóveda plana. Se encuentra completamente decorada con lienzos pintados al óleo, adheridos a los muros y pintura al fresco en la bóveda. La temática en rococó, con escenas galantes y alegóricas en los muros y angelotes con guirnaldas en el techo.

La iglesia de Nª Sra. de la Asunción (1892 – 1901)

Edificio de estilo Neogótico, obra del arquitecto vasco José Mª de Basterra. Construye una de las creaciones mas serias y representativas de este estilo en Cantabria.

Además de su calidad arquitectónica, con su espléndida torre, rosetón y espacio interior con girola, contiene excelentes obras artísticas, como el Cristo de madera policromada, varios lienzos pictóricos al óleo del siglo XVIII, en los que se observa una buena replica de la Crucifixión, los retratos se los papas León XII y Pío X, y diversas obras de platería como una custodia de plata dorada mexicana de principios del siglo XIX.

 

Deportes y deportistas

Bolos

Por qué no empezamos, como un podio imaginario.
A su diestra, un jugador de bolos de leyenda, Federico Mallavia (Torrelavega 1895-1979, primer campeón de España honorífico, 1920), el que reinó en las boleras de su tiempo bajo el sobrenombre de Ico el Grande.
¿Y adónde han ido a parar las gloriosas tardes de bolos de Manolo Gándara?, caballero sin tacha, le nombró Nel, campeón de España en 1941, ganador, junto a Ramón Mallavia, de la Copa de la Reina (1929), un trofeo más preciado en su tiempo que el vellocino de oro. A Gándara, que se había doctorado en la Cátedra de La Robleda (Puente San Miguel), se le disputaban como escudero predilecto y el Zurdo de Bielva, «los dos colosos del juego más castizo de mi tierra», según el verso de Chus Cancio.
¿Se conoce agravio mayor a la verdad histórica que omitir el nombre de Fidel Linares?, quinta esencia de nuestro juego vernáculo, ídolo de la afición de Torrelavega, cuando parecía que Ramiro González, El Chaval de Casar, ganador de cinco campeonatos de España en el lustro 1950-1955, había colmado la capacidad de asombro de los aficionados.
Y también, por qué no elogiar al bello juego de bolos montañés, entretuvo los días y los socios de Telesforo Mallavia, de sus hijos Federico, Ramón y Forín, y de los nietos y bisnietos que se han mantenido fieles a la querencia familiar.
Su amor al juego montañés por excelencia ha ganado en firmeza y perennidad a la famosa cagigona.

Baloncesto y Voleibol

Merece un tiempo muerto el juego vivo, brillante y espectacular, de nuestros hombres en Cataluña: Tinuco Lorenzo, ganador de tres ligas de Baloncesto en el Barcelona de Kurchski, la primera de ellas en 1949, y Alejandro Viana, la figura del Granollers, 23 veces internacional; ¿y no revela un concepto machista de la historia el simple hecho de dejar casi para el final el nombre de una mujer, Teresa Hernando?, hija de Hilario Hernando, notable atleta de la fallida Olimpiada Popular de Barcelona (1936), prima de Hernando, meta gimnástico en los 60, primera jugadora de Torrelavega que alcanzó la internacionalidad en la selección española de Voleibol femenino. Que pensaría de su pueblo, nada bueno desde luego, si no la mencionáramos.

Atletismo
(Tiro al Plato y Salto)

El mayor recuerdo son las dianas de Pedro Saiz Bustamante, campeón del mundo de tiro al plato en foso universal (Zaragoza, 1983), y de Ricardo Ruiz Rumoroso, récord mundial, con un registro insuperable, 200 de 200.
Y sobre aquellos días de esplendor sobre las pistas de ceniza del Malecón, dos poderosos atletas, Manuel Pardo Castillo, admirador de la figura emblemática del Miguelón, y Luis Ruiz Capillas, mantenían en vilo a los aficionados que iban a verlos batir los records de salto de longitud y de triple salto.
Merece algo más que una simple mención honorífica el esfuerzo cotidiano, en medio de la jungla de asfalto, del atleta José Luis Tavera.

Ciclismo

Un ciclista irrepetible, Vicente Trueba (Sierrapando, 1905 – Santander 1986) la genial y mundialmente famosa pulga de Torrelavega se habrá encaramado de un gran salto a lo más alto del pedestal, como corresponde al rey de la montaña por antonomasia.
¿Y qué ha sido de los seiscientos mil kilómetros que registraba al final del viaje el kilométrico de Victorino Otero?, primer corredor español, junto a Janer, que logró terminar el Tour, en 1924, a lomos de un velocípedo que pesaba 15 kilos.
¿Y qué se hizo de las hazañas de Fermín Trueba, derribado de la bici, en plena ascensión hacia la gloria, por el rayo de la guerra, que le hizo perder los tres mejores años de su vida?
Ciertamente, no todos los siglos nacen seis hermanos y todos ellos ciclistas.

 

Algunas fotografías han sido obtenidas de la nueva página web del Ayuntamiento de Torrelavega.

 

Trabajo original