El suicidio entre los adolescentes y jóvenes ha tenido un aumento dramático en los años recientes. Es la tercera causa de muerte entre los jóvenes de 15 y 24 años de edad.
El suicida piensa que no tiene medios ni formas para afrontar los problemas de su existencia y decide acabar con su propia vida. Es preciso que nos miren, nos observen, nos escuchen, nos comprendan y nos apoyen a nosotros, los jóvenes.
No podemos desentendernos de lo que están viviendo estas personas, angustias, tristezas, inseguridades; es preciso acercarnos y mostrarles el camino de la felicidad, del amor, de la alegría. No podemos permitir que por sentir su vida vacía terminen con ella.
A veces los adultos dicen: ¡Que mal se sentía uno cuando tenía 15 ó 25 años ¡La juventud sufre tanto! Esa es la verdad…
No estarán de acuerdo con esto los veteranos que añoran los años jóvenes. Lástima que ya olvidaron las torturas que padecieron entonces, y sólo quieren recordar que se divertían y no cargaban sobre los hombros las responsabilidades propias del adulto.
Si la etapa juvenil fuera todo lo dulce que nos cuentan los poetas, la cifra estadística de suicidios sería cero en esa edad y no incrementaría a pasos agigantados como está pasando ahora.
El suicidio es la reacción de algunas personas ante problemas que les parecen insalvables. Ejemplos hay muchos, como el aislamiento social, la muerte de un ser querido, un hogar desecho en la niñez, una enfermedad física grave, la vejez, el desempleo, desilusiones amorosas, etc., sin embargo, estas personas no se dan cuenta que todo tiene solución menos la muerte.
El suicidio entre los adolescentes y jóvenes ha tenido un aumento dramático en los años recientes. El suicidio es la tercera causa de muerte más frecuente para los jóvenes de entre 15 y 24 años de edad.
Los adolescentes y jóvenes experimentamos fuertes sentimientos de estrés, confusión, dudas sobre nosotros mismos, presión para lograr el éxito y otros miedos que van creciendo. Para algunos, el divorcio, la formación de nuevas familias con padrastros y hermanastros, pueden intensificarles las dudas acerca de sí mismos; en donde en algunos casos el suicidio aparenta ser una «solución» a todos los problemas.
La depresión y las tendencias suicidas son desórdenes mentales graves, que se pueden tratar. Muchos de los síntomas son similares; algunos son los cambios de hábitos en el dormir y en el comer, actuaciones violentas, comportamiento rebelde, uso de drogas o de alcohol, abandono en su apariencia personal, cambios en su personalidad, aburrimiento constante, dificultad para concentrarse, deterioro en la calidad de su trabajo escolar, quejas frecuentes de dolores físicos tales como dolores de cabeza, de estómago y fatiga, que están por lo general asociados con el estado emocional del joven.
El suicidio es un problema multifactorial, es decir, que son muchos los factores que existen e influyen para que se realice un suicidio.
Existe una clasificación del suicidio que puede ayudarnos a entender un poco más sobre la psicología y la personalidad de los individuos que optan por esta puerta sin salida. Podemos hablar del suicidio egoísta, en el que se cree que se origina en la falta de integración de la persona en la sociedad, estas personas son en general solitarias, no se relacionan con su comunidad ni dependen de ella.
Por otra parte está el suicidio altruista, en el que la persona esta integrada en un grupo en el que no cree que ningún sacrificio que haga es demasiado grande; y el suicidio fatalista, en el que se cree que lo provoca una excesiva regulación social que delimita por completo la libertad personal, sus víctimas piensan que no existe un futuro viable para ellos.
En todos los casos anteriormente citados, se siente una desesperación que les lleva a pensar en el suicidio como último recurso.
El suicidio es la manifestación de dolor más grande a la que uno se puede enfrentar, el que un ser humano decida dar término a su vida, nos habla de un dolor profundo, de un vacío real que hay en su persona, en el que no encuentra ningún sentido, ningún motivo para vivir. La autoestima es muy baja o más bien nula. La persona no encuentra en su ser recursos que le ayuden a afrontar las situaciones que vive por lo que prefiere morir.
En muchos casos, causarse dolor es una manera de «escapar» a pensar acerca de lo que les inquieta. Es esto realmente triste, doloroso. Pensar en las causas de que un ser humano se sienta vacío, sienta que no vale la pena, sienta que es un estorbo, que nada tiene de bueno, que no tenga el apoyo de nadie, que se sienta rechazado e inútil; es verdaderamente alarmante, ya que si mencionamos en párrafos anteriores que las causas que influyen son la soledad, el abuso o el maltrato físico, divorcios o separaciones, problemas en el trabajo, fallecimientos de seres cercanos… podemos echar un vistazo a nuestra realidad actual: ¡Cada día aumenta la tasa de divorcios, el índice de personas maltratadas, de personas víctimas de abusos sexuales, el desempleo cada vez más frecuente, el activismo que lleva a una soledad tremenda ya que nadie tiene tiempo ni para uno mismo y menos para los otros, la falta de comunicación y de vivencia de valores que dan sentido a la vida misma!
¿Qué esta pasando con la juventud? Pensemos las ideas que nos venden los medios de comunicación, que pretenden que el divorcio sea una opción más para destruir a la Institución familiar, único lugar donde puede y debe conformarse el yo sólido de un ser humano.
Un problema tan grave como este tiene soluciones complejas a nivel psicológico a modo de curar aquello que ha lastimado tanto al ser humano y ayudarle a encontrar su motivo de vida. Sin embargo, parte importantísima, determinante y no tan compleja es el amor. Así, con el amor familiar y con el tratamiento profesional, los niños y adolescentes con tendencias suicidas se pueden recuperar y regresar a un camino más saludable de desarrollo, y no sólo ellos, sino también aquellos que sufren depresión, ansiedad y otros trastornos que merman la salud del ser humano; teniendo como resultado una juventud más sana.