Apatía, depresión, fatiga, tensión, nerviosismo, incapacidad para descansar, dolor de espalda, absentismo laboral… el llamado síndrome del Burn-out o del quemado afecta cada vez a más profesores, los más estresados.

Algunos profesionales, que llevan a cabo actividades relacionadas con el cuidado de las personas, sufren un tipo de estrés nada común. Se llama el síndrome del quemado o Burn-out y es el nivel más alto de perjuicio del estrés. Viene del deporte y una comparación puede ayudar a entenderlo. Cuando un deportista no es capaz de obtener los resultados que se esperan de él, aun cuando ha empleado todos los recursos de que disponía para conseguirlos, se considera que está quemado. Así que podemos decir que es el último peldaño de una escalera de circunstancias que llevan al trabajador a sentirse incapaz de realizar su tarea como se supone que debe realizarla.

En numerosos estados europeos se percibe desde hace unos veinte años en la profesión docente, pero en España es un descubrimiento reciente y un problema laboral de hace escasos años. Ahora es cuando empieza a dársele importancia y cada vez son más las investigaciones o estudios que se realizan, así como las medidas activas para ayudar a superar esta situación. Los talleres de tai-chi y yoga son algunas de las actividades elegidas para instruir a los propios educadores.
Sí es cierto que a la enseñanza le afecta más que a otros sectores. Los docentes sufren un estrés laboral creciente y extremo que hunde sus raíces en unos cambios sociales y laborales, así como en unas condiciones de trabajo muy concretas.

¿Qué es lo que ocurre con los profesores para que registren tales niveles de estrés? ¿Qué es lo que ha cambiado que provoca unas consecuencias tan nocivas? El estudio de la Facultad de Deusto señala como motivos principales algunas actitudes negativas en los alumnos, además de la creciente falta de motivación de estos estudiantes. Se añaden además los problemas de disciplina en el aula o las malas condiciones de trabajo, como pueden ser el número excesivo de alumnos en cada clase o no contar con el equipo adecuado, la sobrecarga de trabajo… sientan las bases de la posterior enfermedad.
No sólo eso sino que, además, la falta de motivación de los estudiantes, la influencia de los medios de comunicación, la pérdida de consideración de la sociedad ante la labor de los profesores y la sensación de sentirse constantemente juzgado… ayuda a fomentar esta enfermedad
Si las clases son demasiado numerosas o la iluminación no es la adecuada, el exceso de ruido, la presión en los horarios, la falta de promoción o los bajos salarios, la inseguridad en el empleo o la intensidad del trabajo, contribuyen de forma definitiva a desencadenar este síndrome del quemado.

Los periodos vacacionales tan largos ayudan a que el Burn-out se geste más lentamente, pero se manifieste más radicalmente al final. Todos los que lo padecen se plantean no un cambio de trabajo, sino abandonar la profesión.

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