Ciriaco Ceballos Neto y Bustillo, capitán de navío, nació en Quijano, Ayuntamiento de Piélagos (Las Presillas), el 8 de agosto de 1764, hijo de Jerónimo Ceballos y Neto y María Bustillo y Ceballos.

Sus antepasados se remontan al siglo XII, de forma que se puede llegar a sus ascendientes con relativa facilidad; lo que distingue a esta rama de los Ceballos es precisamente el NETO, que por primera vez se le otorga a Juan Díaz de Ceballos por ser el nieto de Gutierre Díaz de Ceballos.
Dos cosas más de acuerdo a lo que dicen los historiadores en un momento dado: los Ceballos suprimen de su apellido el DIAZ y los mismos eruditos nos dicen que el apellido Ceballos se ha escrito de cuatro formas distintas, es decir: Ceballos, Cevallos, Zeballos y Zevallos. La rama Neto es oriunda de Las Presillas.

Primeras intervenciones

Pero sigamos con el joven Ciriaco, quien sienta plaza de guardia marina en el 1779, con apenas 15 años de edad y embarcando como tal en el navío San Vicente de 80 cañones y con base en el Arsenal Naval Militar de El Ferrol, provincia de La Coruña. Con este navío se integra en la flota que manda el director general de la Armada.
Poco después es destinado a la fragata Santa Bárbara en la que asciende a alférez de fragata. Desde este destino sale para incorporarse el navío Galicia artillado con 74 cañones y está en este barco cuando se realiza, con sólo 16 años, el apresamiento de un convoy inglés de 55 velas cerca del Cabo de San Vicente el 8 de agosto de 1780. (Casualidad o no, es el mismo día de su cumpleaños).

Pasa el tiempo y de nuevo lo encontramos participando en el bloqueo Naval de Gibraltar y en el combate de la flota española contra la inglesa de lord Howe esto sucede en el 1782 en la embocadura del estrecho.
En la escuadra de Francisco de Borja interviene en la campaña de Guarico, río de Venezuela de su nombre que desemboca en el océano Atlántico, siendo navegable mas de 358 kilómetros.

Sale de allí para formar parte de en la escuadra de José Solano dependiendo de la Capitanía General de la Habana, en cuyo Castillo del Morro presta servicio de guarnición hasta el término de la contienda con Inglaterra.

Regreso a España y ascenso

Regresa a España al acabar la guerra en el navío San Nicolás de Bari de 80 cañones con el que se incorpora a la flota del Mediterráneo comandada por Juan de Lángara. Con este nuevo destino asciende a teniente de fragata.
En el 1788 forma parte de la oficialidad de la expedición que sale hacia el Estrecho de Magallanes mandada por el capitán de fragata Antonio de Córdoba, con los dos paquebotes Santa Casilda y Santa Eulalia para levantar con muchos más medios técnicos la parte occidental del estrecho. Esta expedición de acuerdo al registro que existe de las mismas hace la número 25.

El Estrecho de Magallanes es descubierto por el marino Fernando de Magallanes, quien lo cruza con una flota de cinco naves entrando por el lado del océano Atlántico el 6 noviembre de 1520 saliendo al océano Pacífico el 27 de diciembre del mismo año. En esa flota va un marino español nacido en el pueblo de Guetaria, quien con la nave Victoria será el primer hombre que de la vuelta al mundo. Ese hombre fue Juan Sebastián Elcano (desde el año 1927 lleva ese nombre el Buque Escuela de la Armada)
Más datos: el Estrecho se encuentra situado a los 52º 12′ de latitud sur entrando por el Pacifico y a los 52º 22′ de latitud sur si se entra por el Atlántico, su longitud desde el Cabo Pilares hasta el Cabo de Vírgenes es de 592 millas y de 415 como vuela el pájaro es decir en línea recta.

Expedición Malaspina

Cuando los dos paquebotes de Antonio de Córdoba entran por el Atlántico en el estrecho, saben a fondo que la misión que tienen que realizar es levantar toda la cartografía de la parte occidental de esta vía de comunicación. Habían entrado a finales de 1788 y salen por el Atlántico otra vez terminada sus investigaciones y con un gran tesoro náutico en sus Cuadernos de Bitácora y sus Diarios de Navegación, cartas que llegadas las dos naves a Cádiz, serán estudiadas y comparadas con las ya existentes en los Archivos de la Marina.

Ese mismo año asciende a teniente de navío y se incorpora a la Expedición que al mando del capitán de navío Alejandro Malaspina se prepara para estudiar a fondo unas rutas más rápidas y seguras hasta las posesiones españolas, Marianas Carolinas, Filipinas etc. pero, claro está, pasando al hacerlo por todos los dominios que España tiene en las Américas, del Sur, Central y del Norte.
En esta expedición aparte del comandante de la Atrevida, segundo comandante José Joaquín Bustamante y Guerra, se encontrará también Ciriaco con Antonio de Tova y Arredondo, con el que había estado en el Estrecho de Magallanes el año anterior.
Aunque hoy por hoy nos parezca mentira, el equipo que se reúne por órdenes expresas del Baylio Fr. Don Antonio Valdés y Bazán Ministro de Marina, a las ordenes de Alejandro Malaspina, es lo mejor de lo mejor en cuanto ciencia y navegación tenía España, es más, era lo mejor, lo más preclaro y lo más erudito de la época. En esa expedición no se escatimó nada de nada, se reunió el mejor equipo que ninguna nación podía soñar en reunir (médicos, naturalistas, matemáticos, dibujantes, cartógrafos, etc); en otras palabras, los miembros de esta aventura por calificarla de otro modo, si hoy hubiesen de ser calificados en una escala de 0 a 10, todos ellos sin excepción hubieran estado con más que un sobresaliente (hoy por hoy todos sin excepción hubieran merecido los Premios Nobel, cada cual en su categoría).

Tal era la calidad no solamente humana si no científica de los miembros de la expedición, pero a esa altura estuvieron también la mayor parte de la marinería y personal subalterno reclutada en los Departamentos Navales Militares de Cádiz y El Ferrol. Salvo muy raras excepciones, todos y cada uno de ellos demostró su valía, su sentido del deber, su amor a España, su fidelidad a una bandera, a un propósito a un destino.
Nadie podría haber pedido más de esos hombres, todos ellos a una, realizaron una epopeya digna del mayor elogio; otras naciones cantan las glorias de sus hombres sin que ninguna de ellas tenga posible parangón con todo lo que España realizó en los 309 años que duró su Imperio de Ultramar.
Inglaterra, Francia, Alemania, Bélgica, Holanda, Portugal, ninguna de estas potencias fundó jamás una Universidad, ni en el siglo XVI, XVII, XVIII ni en el XIX o XX, solamente España creó Universidades al paso de su colonización. México, Lima, Manila, son exponentes claros de una cultura que se extendió a las razas autóctonas, en el siglo XVI se había traducido el catecismo a más de 500 lenguas aborígenes.

Una disciplina ejemplar

Ceballos Neto, fue un claro exponente del español por antonomasia de aquella época. Desde los 15 años demostró en cuantas ocasiones le proporcionó el destino que el hecho de ser español no era nada baladí, que era algo que de por sí lo decía todo. En menos de cincuenta años, menos de medio siglo, habíamos conquistado imperios centenarios, y la conquista la habían realizado apenas unos cientos de hombres.
Ceballos Neto, no solamente participa activamente en la expedición de Malaspina – lo mismo que su experiencia en estrecho de Gibraltar o en el de Magallanes -, sólo sirve para hacer de él algo mejor cada día, como marino, como científico, como ser humano. El sigue demostrando en todo momento una disciplina ejemplar, unos dotes de mando excepcionales y un amor, respeto y fidelidad a España sin parangón posible.
Con esas premisas, y después de realizar con la expedición todas y cada una de las singladuras, después de realizar una fiel traducción del idioma de las islas Bavao, regresa con las dos corbetas a España allá por el 1795 con el diploma de capitán de fragata.

No regresa para obtener un puesto detrás de una mesa de despacho, él por encima de todo sigue siendo un oficial de la Armada cuya vocación es la mar, como capitán de fragata se incorpora a su regreso a la flota mandada por José de Córdoba, con la que luchó en batalla naval contra las fuerzas del almirante ingles Jarvis, jefe de la Flota inglesa del Mediterráneo, fue testigo de nuestra derrota el día 27 de febrero de 1797 en los alrededores del Cabo de San Vicente.

Cartas geográficas de Veracruz

Pasado el tiempo también está Ciriaco en la escuadra del almirante español Mazarredo, luchando contra Nelson. Más tarde aún, después de múltiples hazañas, volvemos a encontrarnos con él incorporado con parte de la flota española a la del almirante francés Bruix.

Estos últimos cinco años lo hemos visto en cuantas acciones ha estado la marina Española. Llega el 1802 y obtiene no solamente el grado de capitán de navío, sino que además es nombrado comandante en Jefe del apostadero de guardacostas de Veracruz, puerto en los que hoy se conoce como el golfo de México y cuyo castillo defensor del puerto era el de San Juan de Ulúa, nombre que se hizo famoso en la historia de México, por que ya independiente, los niños cadetes de la guarnición resistieron el asedio de tropas aguerridas de los EEUU.

Pero volvamos a Ceballos Neto, quien en unión de Manuel Díaz de Herrera es comisionado, para realizar un profundo estudio cartográfico de la costa de México desde Veracruz hasta Campeche. De este trabajo Ceballos da cuenta a través de siete memorias y levanta al mismo tiempo la carta hidrográfica de la Península de Yucatán.
Este hombre además de marino resultó ser un científico de inmensa valía, porque sus cartas geográficas y sus estudios hidrológicos de la península del Yucatán, así como de toda la costa mexicana, aparte de seguir siendo utilizadas, son estudiadas aún hoy por las marinas de todo el mundo.

Sigue él, en México, en Veracruz como habíamos dicho, con un cargo sumamente importante y delicado en el Apostadero; hay motines callejeros todos los días, (son los últimos momentos del Virreinato de Nueva España) recibe ordenes de refugiarse en México Capital. Desde ese momento se pierde todo conocimiento con respecto a su persona, lo presumible es que fue aprisionado por los insurgentes y ajusticiado por los mismos en el momento de su captura. Nada se ha vuelto a saber de su persona.

La opinión de todos cuantos lo conocieron, las de sus compañeros de armas, las de la comunidad científica mundial, España perdió con su muerte, no solamente una marino y un patriota sino un CIENTIFICO con mayúsculas y un hombre de bien.

 

Bibliografía:

  • Enciclopedia Espasa
  • Gran Enciclopedia de Cantabria
  • La expedición de Malaspina a los Mares del Sur según el diario de navegación del teniente de Navío Antonio de Tova y Arredondo, 2º comandante de la Corbeta Atrevida. Escrito por el capitan de Navío Lorenzo Sanfeliu Ortiz 62 meses a bordo. Editorial Naval, Madrid.
  • Solares Montañeses, de Escagedo Salmón.
  • Escudos de Cantabria, de Carmen González Echegaray.
  • Historia de España, de Modesto Lafuente.
  • Personajes de la Historia de España (ABC)
  • Atlas del mundo 1492-1992 Edición V centenario, del Readers Digest, sheperds Historical Atlas.

 

Trabajo original