Una estudiante del colegio La Salle expresa su opinión sobre el caso De Juana y muestra su apoyo a la decisión del Gobierno de concederle el segundo grado, con lo que el estado de derecho se sitúa moral y jurídicamente por encima del terrorista.

Últimamente se ha desatado una vez más la polémica sobre el terrorismo con el caso de José Ignacio (Iñaki) De Juana Chaos. Este hombre, puesto en prisión por los asesinatos de veinticinco personas, fue condenado a más de 3.000 años de pena en 1987, con el Código Penal vigente en esa época. Tras cumplir una condena de algo más de dieciocho años debido a los beneficios penitenciarios que había obtenido mientras cumplía condena, en el año 2005 iba a ser puesto en libertad, pero su liberación se retrasaba a causa de la publicación de dos artículos en el diario Gara, titulados ‘Gallizo’ y ‘El Escudo’, en el mes de diciembre de 2004.

En 2006 fue procesado y puesto en prisión preventiva por escribir los dos artículos antes mencionados en los que, se dijo, hacía apología del terrorismo. El día 7 de agosto de 2006 inició una huelga de hambre (sin contar con el apoyo de la banda terrorista ETA, dado que ésta se encontraba en el alto el fuego), huelga que abandonó el día 8 de octubre, aunque dijo que esta decisión se debía a las «innumerables» peticiones que recibió de su entorno familiar y social para evitar que prosiguiera con el ayuno y al compromiso de la sociedad vasca en cuanto a reivindicar «la vuelta» de todos los presos, y no al estado de salud en que se encontraba.

El día 6 de noviembre de 2006 se le condenaba a doce años y siete meses de cárcel por la publicación de esos dos artículos, los cuales, se dictaminó, contenían amenazas terroristas. El día anterior comenzó una nueva huelga porque consideraba que ya había cumplido su condena.

El 25 de enero la Audiencia Nacional decidió que el preso siguiera encarcelado dado que la situación en que se encontraba era libre y voluntaria. El 12 de febrero el Tribunal Supremo rebajó la condena de doce a tres años. Mientras duró su huelga de hambre se ordenó varias veces que se le alimentase a la fuerza mediante sondas que, al menos en una ocasión, él mismo se arrancó. Tras casi cuatro meses de huelga en los cuales se deterioró mucho su salud, llegando a peligrar su vida según los médicos que lo trataron, el pasado 1 de marzo el Gobierno le concedió el segundo grado penitenciario, y fue trasladado al hospital Donostia de San Sebastián, donde abandonó su huelga, comenzando a alimentarse. Terminará su condena de tres años en ese hospital o, si se recupera, en su casa.

Todo este proceso ha sido retransmitido por los medios de comunicación, junto con sus repercusiones políticas. A lo largo de estos cuatro meses hemos tenido la oportunidad de seguir otro continuo debate que enfrenta al Gobierno y las demás formaciones políticas con el principal partido de la oposición, el Partido Popular.

La noticia del segundo grado concedido a De Juana y su abandono de la huelga de hambre no ha dejado a nadie indiferente, y las opiniones son muy variadas, siendo quizá la más extendida la de que el Gobierno «ha cedido al chantaje terrorista», como dijo el propio Mariano Rajoy.

Esta opinión es comprensible dado el historial de De Juana, he mencionado antes que es el responsable de veinticinco muertes, y su declarada falta de arrepentimiento por ellas. Y es que, si desde el punto de vista de quienes han sufrido el terrorismo resulta difícil perdonar a los responsables de los atentados, es mucho peor soportar la actitud de quien no se inmuta o incluso dice alegrarse por la ejecución de éstos.

Ahora bien, en contra de los que creen que a este hombre se le ha mandado a casa por no poder soportar las presiones de la organización terrorista ETA, cabe decir, en primer lugar, que no se le ha liberado, ni siquiera ha llegado aún a su casa; está en un hospital cumpliendo su condena, de un segundo grado o prisión atenuada.

En segundo lugar, destacar que la condena original que se le impuso en 1987 ya la había cumplido, dado que se le permitió obtener beneficios penitenciarios, y actualmente se hallaba en prisión por la publicación de dos artículos (disponibles en http://webmasterchaos.tripod.com). Si resulta intolerable que un asesino sea liberado tras dieciocho años en la cárcel, hay que ponerse en contra de la legislación que existe respecto a ese tema, no en contra del asesino que la aprovecha para reducir su estancia en prisión, como es lógico.

Por otra parte, si estamos en un país en el que existe libertad de expresión, se entiende difícilmente que a una persona la metan tres años en la cárcel por la publicación de dos artículos, aunque se consideren amenazas terroristas; si está permitida cualquier opinión y ésta aparece en un periódico, sólo cabe publicar una opinión en contra.

Si, por otro lado, ya ha cumplido la mitad de la condena… ¿a qué viene «rasgarse las vestiduras» tan hipócritamente? Si 25 muertos valen 18 años de prisión, ¿tres no son suficientes por escribir dos artículos?… Las matemáticas ayudan a la razón con una regla de tres bastante simple.

Por último está la huelga de hambre. Ante algo que considera injusto, De Juana deja de alimentarse y va enfermando poco a poco, declarando que terminará con esta protesta cuando sea puesto en libertad. Para algunos está claro lo que hay que hacer: nada. Como su situación es voluntaria, es responsabilidad suya. Nos horroriza que un hombre afirme no sentir remordimientos por veinticinco asesinatos y nosotros estamos dispuestos a que ese mismo hombre se muera de hambre para que no se quede sin cumplir en prisión la pena de tres años por publicar dos artículos. Está claro que si él se siente con potestad para quitarle la vida a veinticinco personas, también la tendrá para quitársela a sí mismo, pero no podemos permitir que eso ocurra, aunque sea sólo porque no llegue a tener veintiséis asesinatos en su haber. Aparte de esto hay que considerar la reacción que ETA habría tenido ante la muerte de De Juana, que podría traer como consecuencia más violencia, y creo que nadie ha olvidado el atentado de la T4 en Madrid del 30 de diciembre del año pasado.

Habiendo tomado esta decisión, el estado de derecho se sitúa moral y jurídicamente por encima del terrorista.

El otorgar el segundo grado a De Juana, siguiendo todos los trámites del estado de derecho, demuestra responsabilidad y coherencia por parte del Gobierno, y el hecho de que empezara a alimentarse al llegar a San Sebastián debería dejarnos a todos, como ciudadanos de bien, tranquilos, finalmente.

 

Trabajo original