Cuando en 1946 las gentes de Torrelavega buscaban en sus calles el sosiego y el encuentro, la calle José María Pereda y la Plaza Mayor que allí se alberga eran los lugares elegidos por los jóvenes de aquel entonces para pasear cómplicemente, los chicos a un lado de la calle, las chicas a otro. La Plaza Mayor, con sus acogedores soportales, era parte de aquel rito. Sobre ellos los estudios de Radio Nacional de España, entre ellos comercios amables y entregados a sus conciudadanos, que ejercían de testigos de la vida cotidiana y del motor de una ciudad que entonces bullía como pocas.

Uno de los comercios fue testigo primordial de aquella vida alegre y enamorada de familias que se abrían paso, paseantes que buscaban amores y novios que tejían ilusiones entre escaparates, era la casa de Manuel Muñoz. Han pasado sesenta años y mucho ha cambiado Torrelavega, como tantas otras ciudades. La villa de antaño es ahora un centro bullicioso de comercio, industria y servicios, cada vez más modernos y pujantes, cabecera de una comarca y una región joven y lanzada hacia el futuro. Pero en su corazón sigue la Plaza Mayor, en sus soportales siguen los jóvenes hilando su mañana, y entre ellos sigue Manuel Muñoz, tan joven como ellos, tan ilusionado como ellos, pero con la fuerza vital que depara más de medio siglo de testimonio vivo entre sus gentes. Cuatro generaciones después, Manuel Muñoz nos abre la puerta de su casa, y de una parte de la historia de esta ciudad

Pregunta.- ¿Cómo empezó este negocio?
Respuesta.- El negocio lo empezó mi abuelo, Manuel Muñoz. Con mi padre y conmigo y mis hijos son cuatro las generaciones que han llevado esta tienda. Se inauguró hace 60 años el 1 de mayo, que resultó ser el Día del Trabajo.

P.- ¿Qué se vendía inicialmente?
R.- Una gran variedad de artículos. Vendíamos relojes, gramófonos, importábamos las máquinas de coser, algo de óptica también, las bombillas, que eran el objeto de los anuncios de entonces. Tener en cuenta que en aquel entonces una bombilla era como ahora una lámpara, introducimos también los cochecitos para niños, que antiguamente eran de madera, y bicicletas.
Una vez empezamos aquí, puesto que nuestro origen fue una tienda en Corrales, comenzamos a vender radios, algunas de las cuales las montaba mi padre ya que el fue técnico de radio y después de televisión. Aún tenemos fotos de las primeras televisiones que se vendieron.
Desde luego la vida fue cambiando mucho, y salieron las lavadoras, y gracias a una de ellas ganó un premio en un concurso mi padre. Aquellas lavadoras tenías que llenarlas con cubos de agua vertidos por arriba y, posteriormente, con una goma desaguar por debajo, sacando el agua a una bañera o un bidé. Con esta mi padre hizo un pequeño invento con el cual echaba el jabón con el agua y al hacer mucha espuma le colocó una lámpara que tornaba la luz de diferentes colores y salía la espuma de color roja, verde, amarillo, azul… cada ciertos segundos cambiaba de color. Entonces la gente venía a los escaparates alucinando, ya que creía que era el jabón el que cambiaba de color. Después comenzaron los frigoríficos. Antes se compraba el hielo y se metía en un cajón (que era el frigorífico) y se enfriaba, ya que no existía la electricidad. Cuando la gente venía a comprar un frigorífico los llamaban de todo menos por su nombre: jeroglíficos, nevadoras…

P.- Tengo entendido que en un principio la tienda no sólo vendía sino que era academia. ¿Es así?
R.- No realmente. Enseñábamos a coser y bordar a las mujeres a las que vendíamos las máquinas. Eran las máquinas antiguas, con el pedal debajo, y al igual que hoy en día debes enseñar a utilizar la televisión que vendes, sucedía lo mismo con estas máquinas.

P.- ¿Cómo era la Torrelavega de aquel entonces?
R.- Había que trabajar mucho. Mi abuelo muchas veces cogía la bicicleta, se echaba al hombro una máquina de coser y tenía que ir a venderla a Corrales o a Puente San Miguel. Habiendo muchísimos menos comercios, muchas veces había que ir a buscar a los clientes hasta sus casas y llevar allí una máquina de coser, explicar qué era aquello a una señora que vivía en una casa, otra que se la veía a la vecina… Se vendían también muchas cosas a plazos. Un televisor se pagaba a 25 pesetas al mes. Cada persona venía con su cartón y le apuntábamos allí el mes, el día y lo que había pagado, y así iba pagando la buena gente. La gente era muy noble, era rarísimo que tuvieras rezagados.
La ciudad en sí también ha cambiado mucho. Yo nací en la Plaza Mayor cuando esta tienda tenía seis años y he jugado allí toda mi vida y por aquel entonces pasaba una bicicleta o un carro y poco más. Tampoco había tantos edificios.

P.- ¿Continuó con la tienda por tradición familiar o porque realmente lo querías?
R.- Yo, al igual que mi hija, siempre he estado interesado en el comercio y al plantearme mis estudios decidí que esto era lo que quería hacer. Tampoco todos tenían los medios para estudiar una carrera y, además, tenías que irte fuera. De hecho yo he llegado a poseer hasta seis comercios diferentes al mismo tiempo.

P.- ¿Cómo se ha ido modificando el negocio?
R.- Hemos modificado el negocio mucho. Siempre hemos ido a las nuevas tendencias. Yo sufrí aquellos años que hubo de decadencia y luego, una vez que ibas para arriba de nuevo, subiendo las ventas y demás, llegaron las grandes superficies y hubo que luchar contra todas ellas.
Se cambia la forma de venta. Hay productos que tienen las grandes superficies, que llega un momento que te los machacan y no puedes trabajar con ellos. Vas adaptándote poco a poco a cosas modernas y compitiendo con ellas en terrenos en los que puedas encontrar una ventaja en calidad o en servicio.
Yo he sido un innovador de productos. El primer videoclub que se montó en Torrelavega lo monté yo, y lo quité cuando ya había veintitantos. Mi mujer y yo siempre vamos a ferias y otros sitios buscando novedades. Recuerdo que al empezar los casetes poníamos en el escaparate 20 o 30 cintas de casete. Mi padre no creía que fueran a venderse nunca tantas y ya ves cuántas se vendieron en aquella época.

P.- ¿Se valoran de Muñoz las adaptaciones a los cambios del mercado?
R.- Sí. Siempre he puesto desde hace muchos años una tienda joven, porque siempre me he dedicado mucho a la juventud, a traerles cosas que ellos pedían.

P.- ¿Algunos de esos cambios han sido decisiones difíciles?
R.- Algunas cosas funcionan mejor de lo que esperabas y hay otras que funcionan un poco peor. Los chascos también te los llevas.
A mi hija también la ayudamos a abrir su propio negocio, y así regenta desde hace siete años la tienda de Waipaii. Y eso implicó los sudores y sacrificios de toda la familia. Ella es la empresaria y desde los 14 años ha estado en tiendas nuestras hasta que la puse yo una tienda a ella.

P.- ¿Si pudiese cambiar de trabajo lo haría?
R.- No sabría decirte, también me acostumbré a las bocaterías, pero eran cosas espontáneas de verano. Además esto no sólo es un negocio, es nuestro negocio, el de mi familia, y lleva siéndolo mucho tiempo y me gusta. He nacido aquí y crecido aquí. Yo venía del colegio a merendar aquí. Es algo más que un negocio. Es mi casa.

P.- ¿Influyó tener los estudios de RNE para introducirse en el mundo de la música?
R.- Sí. Precisamente aquí encima estaba la radio que antes era Radio Torrelavega, luego fue Radio Nacional.
Yo he vivido la radio mucho porque, como íntimos amigos que éramos de la gente de la radio, lo mismo he subido yo que han bajado ellos. Cuando pasaron una época de transición, hasta que se hizo cargo TVE de la radio de aquí, y no había dinero ni para comprar discos, muchas veces las peticiones se hacían con los discos que yo les dejaba en un momento determinado.

P.- Y la tienda actual, ¿a qué clientes está dirigida?
R.- Yo trabajo mucho con la juventud. Mis hijos y mi mujer siempre me han apoyado mucho y muchas veces mi hija me ha dado consejos sobre lo que les puede gustar e interesar más a los jóvenes. Ahí me doy cuenta de que tengo una edad, pero he tenido vuestra edad y he trabajado siempre con la música, y sé que los clientes más potentes son los jóvenes.

P.- ¿Qué le parece la crítica realizada, por un reciente estudio, al comercio minoritario de Torrelavega y de la que se hizo eco ‘El Diario Montañés’?
R.- El gran problema de Torrelavega, como es el de Santander, ya le sabemos todos. Y es que cuando la gente quiere comprar, quiere venir con el coche, aparcar, y nosotros no podemos resolver eso. Si a nosotros nos pusiesen un aparcamiento de coches gratuito, tendríamos el mismo poder que podría tener una gran superficie.
El comercio de Torrelavega tiene fama de atender bien, pero el problema que se tiene para aparcar y encontrar sitios es demasiado grande. Aun así, somos un comercio agradable y mucha gente viene aquí por eso.

P.- ¿Cómo crees que va a influir en la evolución de un negocio como éste la apertura de las nuevas áreas comerciales (Los Ochos…)?
R.- Volverán a bajar las ventas, porque lo que viene es muy fuerte. De hecho, creo que Puente San Miguel va a desbancar a Santander. Deben empezar muy fuerte para conseguir clientes, y ahora con las autopistas se está a unos 15 minutos de cualquier centro comercial, dependiendo de donde se viva. Llegas y aparcas.
Sin embargo, hay gente que usa las grandes superficies para ir a pasar el día, no van ha comprar. Muchas veces pasas por allí y los comercios están vacíos.
Aunque yo lo que digo es que si hay una determinada cantidad de dinero y somos 100 empresarios se divide entre 100 y si somos 200 entre 200, el dinero no aumenta y cuantos más seamos más aumentará la competencia.

P.- ¿Qué ofrece Muñoz que no ofrecen otros comercios de esta rama?
R.- Somos un comercio vanguardista, yo siempre intento innovar. Intento traer todo tipo de cosas que los jóvenes puedan querer y procuro tener cosas que nadie más tiene, aunque eso ya es muy difícil. El mismo producto lo hay en 20 sitios diferentes. Aún así intento tener cosas que os gusten y os dejen bien si las regaláis, porque son originales y no se han visto.

P.- ¿Qué dificultades tiene actualmente la gestión de un negocio como éste?
R.- Cuando abrías un negocio antiguamente no había tantos problemas. No tiene nada que ver la gestión de antes con la de ahora, tanto con Hacienda como con los permisos… En la actualidad se necesitan permisos para todo y tienes que estar pendiente hasta del más mínimo detalle, ya que cualquier fallo te convierte en un infractor y además te cuesta un buen dinero. En vez de Manuel Muñoz acabas pareciendo Julián Muñoz. (risas)
Pero seguiremos luchando

 

Trabajo original