Las cosas han cambiado mucho desde que nací, y eso que sólo tengo 16 años. Qué pensarán mis padres o mis abuelos….Donde había vacas ahora hay casas, urbanizaciones, pueblos enteros o campos de golf. Mires donde mires, sólo se ven grúas.
Está claro que nuestra región, como ha ocurrido ya antes con otros lugares de España, se está convirtiendo en el lugar en el que todos quieren vivir o pasar sus vacaciones. Este hecho favorece a un sector muy importante de la economía.
Turismo y construcción son dos de los motores fundamentales de la economía española. Hace unas semanas leí que en el año 2004 se construyeron en España más viviendas que en Francia, Alemania e Italia juntas. Otro dato que aportaban es que el Informe Global de Corrupción de 2005 estima que un 10% del valor de la construcción se debe a sobornos. «Terrenos que se recalifican indebidamente, constructoras que desaparecen o cambian de nombre, grandes cantidades de dinero encontradas a concejales y dirigentes políticos. Todo eso es parte de la rutina que envuelve a una parte del sector de la construcción».
Está claro que no todo ni todos son culpables directamente, pero lo cierto es que cada día aparecen noticias que hablan de corrupción o de que las cosas no se hicieron como debían. En Cantabria, decenas de urbanizaciones esperan bajo sentencias de derribo firmes a ser destruidas en breve por haber sido construidas de forma ilegal. En algunos casos, las sentencias aseguran que las nuevas construcciones tienen un fuerte impacto ambiental y, en otras, que no se siguieron los pasos legales necesarios.
Otro dato curioso es que, aunque algunas sentencias llevan años pendientes de ser ejecutadas, por una u otra razón se consigue que no se produzca el derribo. Está claro que, en cualquier caso, el mundo de la construcción mueve mucho dinero y que cada vez son más los que se dedican a este negocio en algunos casos en regla y en otros fuera de la ley.
De todas formas, parece complicado, porque no hay que olvidar que en muchos pueblos el dinero que el Ayuntamiento recibe por las licencias de construcción es lo que ayuda a tener ingresos suficientes para poder hacer otras, inversiones que irán en beneficio de los vecinos. Además, si se tienen más casas, hay más gente en el pueblo y esas personas ayudarán a mejorar la economía del lugar con sus aportaciones. El problema parece ser que, en ocasiones, debe ser difícil hacerlo dentro de lo que marca la ley.
La legislación se ha endurecido en los últimos años. Con la aprobación del Plan de Ordenación del Litoral (POL) Cantabria se puso a la cabeza en materia de protección y todo parece indicar que a partir de entonces las cosas han mejorado.
Si nos centramos en lo que yo conozco o tengo más cercano, está claro que hay situaciones increíbles. En el pueblo en el que paso el verano ha habido casos de ilegalidad en la construcción. El afán de ganar dinero de algunas empresas o de creer que se puede estar por encima de la ley hace olvidarse a algunos de lo que son sus propios objetivos. Ahora que se han dado casos en la costa mediterránea de total corrupción nos damos cuenta de que, además de robar, algunos han conseguido destruir los mejores parajes de su región.
Según ARCA, promotora de muchas denuncias, en Cantabria hay cinco municipios con irregularidades urbanísticas denunciadas: Argoños, Arnuero, Escalante, Miengo y Piélagos. En estos cinco municipios existen más de 500 viviendas pendientes de que se confirmen o se ejecuten sentencias de derribo que pesan sobre ellas.
También en los últimos días se ha sabido que el Gobierno prepara un plan anticorrupción, una especie de ley que regulará muchas cosas y que pretende tener en cuenta todo lo relacionado con los desarrollos urbanísticos, pero resulta que los que la tienen que aprobar igual no se ponen de acuerdo.
Lo que está claro es que los que aún somos jóvenes hemos visto cambiar mucho las cosas en los últimos años y que, si no se pone remedio, cuando queramos darnos cuenta no tendremos zonas de playa cuidadas o montañas protegidas. Entre las carreteras, las canteras y las fábricas, que son necesarias, ya se hace bastante estropicio. Los más jóvenes sólo queremos que lo que se tenga que hacer se haga bien y con cuidado, y que cuando pase el tiempo nuestra región, nuestros pueblos, y nuestras playas y montañas se parezcan a lo que contaban nuestros padres.
Tampoco estaría mal que, mientras tanto, la ley se encargue de acabar con la corrupción que existe y se haga pagar por ello a quienes lo hacen. También podríamos aprender en Cantabria de lo que se ha hecho en otros lugares de España, como por ejemplo en la costa mediterránea, en donde hay pueblos enteros irreconocibles.
Se me olvidaba hablar de otro problema: Siempre he oído que lo que al mar le quitas, el mar te lo quita, y algunos pueblos con playa deberían saberlo para no llevarse luego sorpresas cuando un buen día las olas han recuperado todo un paseo marítimo o se han llevado casas por delante.