Quizá era por la magia que tenía Celina en su cuerpo o porque era un sueño, pero llegue a una conclusión: de mis preguntas me tenía que olvidar, ya que tendría pocas ocasiones para disfrutar tanto del mar.
De repente, Celina y su amiga Atlantis me llevaron a una cueva preciosa, era larguísima o eso me parecía a mi.
– ¡Oh! Estoy nadando yo solo, sin nadie a mi alrededor.- Eso me hizo pensar por qué yo no podía ser como Celina.
Después de recorrernos la cueva, Celina me dijo: – ahora se acerca una tormenta y nos tenemos que refugiar, pero tu no puedes venir con nosotras, espero que lo comprendas –
Me llevaron a un pueblo y allí me dejaron. Me refugié en un barco que estaban arreglando, ahí pase la noche.
Cuando amaneció me fui al agua. Me esperaba Atlantis, me dijo: -Tengo poco tiempo, así que seré franca. La tormenta ha destruido nuestro refugio, tenemos que buscar un lugar apropiado, posiblemente no volverás a ver a Celina -me quedé alelado.
¡Despierta, Quini, despierta! Todo era un sueño.