‘La Maldición de las Fotos’ ganó el primer premio de la IV Edición del Concurso de Relatos ‘El Pozón de la Dolores’ (primer ciclo).

Érase una vez una niña que paseando vio una casa pintada de negro con unos grandes ventanales rotos, el tejado hundido y grandes hierbas cubriendo sus paredes, tenía un aspecto verdaderamente tenebroso.

Al pasar por su lado sintió unos extraños escalofríos, presintió algo. La pobre niña asustada se fue corriendo hacia su casa a decírselo a sus padres, sin aliento llegó a la cocina donde estaba su madre, se lo contó todo pero ella no lo creyó. La niña se llamaba Parumá. Parumá estuvo toda la noche dando vueltas en la cama pensando si debería ir a ver lo que había dentro, pero no se atrevía a ir sola, así que llamó a su mejor amiga Leticia, por teléfono. Le contó toda la historia y esta emocionada le dijo que sí la acompañaría, que después de comer quedarían en la puerta de su casa.

Llegó la tarde y Parumá fue a buscar a Leticia y las dos se dirigieron algo nerviosas y asustadas hacia la casa, cuanto más se acercaban más miedo tenían, hasta que por fin estaban enfrente de la puerta.

Estuvieron allí paradas discutiendo sobre quién entraba primero, ninguna de las dos quería entrar, así que decidieron echarlo a suertes y le tocó a Parumá. Con miedo abrió la puerta poco a poco, esta sonaba como si hiciera cientos de años que nadie la abría. Al entrar dio un chillido espeluznante al sentir algo en sus pies, después se dio cuenta de que era un pequeño gato negro. Juntas de la mano subieron a la planta de arriba por unas viejas escaleras. Cuando ya estaban llegando a Leticia se le trabó el pie. Rápidamente Parumá le ayudó a salir. Llegaron al segundo piso y en el fondo vieron un enorme baúl, fueron a abrirlo pero no pudieron por el largo paso de los años, buscando y buscando vieron una llave que seguía estando brillante como el primer día. Leticia metió la llave en la cerradura y la giró, De repente se abrió el baúl, dentro de este encontraron una foto muy antigua de una niña matando a su padre, en ese mismo cuarto donde estaban, las niñas se asustaron y se fueron corriendo llevándose la foto sin darse cuenta. No pararon de correr hasta llegar a casa de Parumá, en la nevera encontraron una nota de sus padres, en la que decían que se habían ido al cine y a cenar al restaurante del Tío Tom, y llegarían tarde.

Leticia llamó a sus padres para decirles que se quedaba en casa de una amiga a dormir. Cuando colgó el teléfono pensaron en deshacerse de la foto y decidieron que lo mejor era quemarla y tirarla por el baño para que nadie nunca jamás se enterara de lo que habían visto.

Salieron al jardín he intentaron quemarla, pero lo que ocurrió fue totalmente distinto porque la foto no ardió, se le elevó y entró volando hacia la casa, asustadas corrieron detrás, cuando cruzaron la puerta esta se cerró fuertemente detrás de ellas y la foto cayó al suelo inmediatamente. Los teléfonos empezaron a sonar, nerviosas lo cogieron y oyeron una escalofriante voz al otro lado del teléfono, que no dejaba de decir: mi fotooo, mi fotooo. Colgaron el teléfono y oyeron un fuerte ruido en el desván, subieron con mucho miedo a ver lo que había pasado, al entrar vieron un montón de fotos tiradas en el suelo. En estas se vieron a ellas muertas y las tumbas de todos sus familiares.

De repente apareció la niña, era de unos nueve años con un largo pelo negro, ojos verdes y un rostro pálido que asustaba con sólo mirarlo, llevaba puesta una túnica larga y una capucha negra. Ellas empezaron a temblar al verla temiéndose lo peor.
La niña las miró fijamente a los ojos y les dijo que si antes de las doce de la noche no habían devuelto la foto en el baúl una gran maldición caería sobre ellas y toda su familia y les iría destruyendo poco a poco. También les dijo que la llave la tendrían que llevar ellas, para que así nunca más nadie volviera a abrirlo, y dicho esto desapareció.

Ellas aterrorizadas corrieron a mirar el reloj y, con horror, vieron que eran las once y media y sólo tenían media hora para devolver la foto a su sitio y salir de la casa para siempre. Rápidamente, fueron hacia la casa, no tenían tiempo que perder, al llegar subieron a la estancia donde estaba el baúl y vieron con gran asombro que había tres baúles exactamente iguales. Se oyó una voz por toda la casa; era la voz de la niña diciéndoles que por enredar en lo ajeno no lo iban a tener nada fácil y que les quedaba una única oportunidad para elegir el baúl correcto, y que si no acertaban que se quedarían encerradas en esa casa para siempre y la maldición de la foto caería sobre sus padres y sobre toda su familia.
No sabían cuál escoger ya que era una decisión muy importante y trascendental. Pensándolo detenidamente, Leticia se fijó en el baúl de en medio, y vio unas pequeñas letras que ya había visto antes en la túnica de la niña, y se lo dijo a Parumá. Metieron la llave en la cerradura y cruzaron los dedos. Cuando ya pensaban que se habían equivocado de baúl, éste se abrió, se abrazaron contentas, metieron la foto y se fueron de allí, y nunca más volverían a pasar por aquella terrible casa.

Trabajo original