Nico y Mila continúan sus aventuras, acompañados de su amigo el duende Silvestre. En este capítulo nos cuentan su historia con ‘El soldadito de plomo’. Los alumnos de 5º de Primaria del CP Mata Linares de San Vicente de la Barquera son los creadores de este cibercuento.
Érase una vez un niño llamado Nico y una niña llamada Mila, eran amigos.
Un día jugando en la calle al balón, se les metió por un callejón y al ir a buscarle vieron una luz muy brillante y se dirigieron hacia ella (era un espejo en el cual se reflejaba el sol).
Cuando estaban a su lado fueron a tocarle y se dieron cuenta de que las manos lo traspasaban así que cruzaron por él como si fuera una puerta y se asombraron de lo que allí vieron: una habitación llena de juguetes y entre ellos había una bailarina y un soldadito hecho de plomo.
Nico le dijo a Mila:
–¡Estos dos muñecos son iguales que los del soldadito de plomo!
–¡Hola nos llamamos Nico y Mila, ¿quienes sois vosotros?
Y los muñecos respondieron.
–¡Somos una bailarina y un soldadito de plomo al que le falta una pierna.
Entre todos los juguetes había uno que era un Brujo malvado:
–¡Qué es este jaleo, aquí nadie puede dormir tranquilo!, por haberme hecho esto pasarás ,soldadito de plomo, una terrible aventura y terminarás muriendo por el fuego, ¡Que así se cumpla la profecía!.- Vociferó el brujo.
Cuando estaban jugando con los muñecos oyeron un ruido y al mirar se dieron cuenta que era su amigo Silvestre (el duende), y los niños le contaron lo ocurrido con el brujo a Silvestre:
–Creo tener la solución, con mis poderes mágicos tendrás una posibilidad soldadito de plomo pero la peligrosa aventura la tendrás que hacer.- Pronunció Silvestre
De repente, entró una ráfaga de viento y el soldadito de plomo, sin querer,cayó a la calle por la ventana, y fue a parar a una alcantarilla.
El soldadito no veía nada en la alcantarilla , pensaba que era de noche ,cuando de repente ve unos ojos brillantes que pertenecían a un murciélago.
A continuación, un pez le mete en la boca (como si lo fuera a comer) y le lleva en la boca hasta llegar a un sitio donde hay claridad.
El soldadito se alegraba mucho de haber salido de la alcantarilla al mar pero el pez no se alegraba ni una pizca porque le habían pescado un barco. Los pescadores no se dieron cuenta de que estaba el soldadito, porque se había vuelto a meter en la boca del pez.
Después de un rato pusieron al pez en una caja de madera y le echaron hielo. Dos semanas después llegaron a un edificio muy grande y había muchos peces, sin duda estaban en una cofradía o mejor dicho en una subasta.
El número de la caja del pez y el soldadito de plomo era el: 12. El soldadito oyó una voz que dijo:
–¡Yo el número 12!
Después de una hora de espera los peces de la caja, el pez y el soldadito se encontraron en un coche de camino a otra nueva vida….
Cuando llegaron a casa la mujer de Alfredo, ( el que compró la caja) se puso a abrir todos los peces la señora al abrir un pez se extrañó mucho dentro de el pez había un soldadito de plomo al que le falta una pierna.
Se lo dio a su marido que coleccionaba soldaditos de plomo.
Nico y Mila creían que habían hecho un buen trabajo al empapelar toda la ciudad con carteles que ponían:
Nico y Mila se fueron a comer a casa de su tío Alfredo.
Al llegar a casa de su tío Alfredo les dijo que para comer había «SORROPOTÚN» (un plato típico de San Vicente de la Barquera) cuyos ingredientes son: patatas, bonito y cebolla roja.
Antes de tomar el postre Alfredo les quiso enseñar algo a sus sobrinos:
–¡Mirad tengo 25 soldaditos de plomo y a uno le falta una pierna!
–¿Nos puedes dar a ese soldadito?
–Sí, pero cuidadlo como un tesoro.
Cuando Nico y Mila llegaron a casa el soldadito les contó todas su aventura y llegando la noche Nico coloca al soldadito en una estantería, donde estaba la bailarina.
A continuación el brujo malvado que estaba encima de la chimenea se puso celoso porque el soldadito estaba con su antigua novia y el mago le dijo:
–Te reto a una lucha a muerte.
El soldadito aceptó y se acercó a la chimenea para ver al mago, el mago lanzó un rayo y el soldadito intentó esquivarlo y con el reflejo de su espada rebotó el rayo y el rayo, fue a parar a las llamas de la chimenea, el fuego subió y quemó al mago, que se hizo cenizas.
Al final el soldadito y la bailarina se despidieron de Nico, Mila y Silvestre. Y Silvestre los acompañó a su casa.