Una mina es una simple pieza hueca que contiene una carga en su interior y un dispositivo de fuego que estalla bajo una simple presión u otro tipo de contacto.
Estas armas tienen un amplio poder destructor. Hoy en día, aunque las guerras ya estén terminadas siguen ocurriendo matanzas debido a estas armas siempre listas para explotar, matando y mutilando gente inocente hasta 50 años después de finalizar un conflicto.
Existen alrededor de 200 millones de minas en el mundo. Más de 100 millones se encuentran preparadas para estallar en multitud de campos de unos 62 países. Los más afectados son Afganistán, Angola, Camboya, El Salvador, Vietnam, Bosnia y Somalia.
La mayoría de las víctimas son civiles, ya que, les han convertido el vivir de cada día (lo cotidiano) en un peligro o en una sangrienta batalla en la que el enemigo sigue ahí, activo, esperando un ligero contacto para estallar. Es catastrófico que alguien salga a trabajar, al colegio, a jugar o simplemente a pasear y pise una mina que lo mate o lo inutilice en el mejor de los casos. Para esta gente que vive en un país en el que acaba de finalizar una guerra, es más desesperante verse inútiles que muertos. Si se quedan sin piernas no van a poder trabajar, con lo cual, pueden suponer una carga para la familia.
Muchas veces, la gente cultiva campos de minas porque necesitan ese cultivo para subsistir y no ven el peligro que corren. De la población civil, la más afectada son los niños, ya sea, por que no ven el peligro o por la curiosidad que les caracteriza. Además esta curiosidad se ve alimentada por la fabricación de minas de colores y formas muy llamativas con la finalidad de que los niños las cojan o pisen alguna a su alrededor cuando vayan a cogerla.
Parece mentira que haya gente con la mente tan retorcida y la sangre tan fría que sea capaz de atentar contra personas tan inocentes como los niños. ¿Qué harían, pensarían o sentirían lo mismo si esto les ocurriese a sus hijos o a ellos mismos? ¿ Por qué no atentan directamente contra las personas que les han declarado la guerra, por ejemplo, el gobierno? ¿Por qué siempre tienen que atentar contra gente que no tiene la culpa de nada de lo que ocurra en su país?
Estas personas que mueren o son mutiladas cada día a consecuencia de una mina son quienes realmente sufren los efectos y consecuencias económicas y personales de estas temibles y catastróficas armas.
Las minas no son simples fusiles que se guardan cuando han terminado los conflictos. ¿Por qué nadie se da cuenta de que, después de que se ha firmado la paz en un país, estas armas siguen destruyendo a la población civil? ¿Por qué no dejan de fabricarlas o cambian su fabricación por otros productos que les proporcione las mismas ganancias y no sirvan para matar?
A los países no implicados no les importa que la población se vea en esta situación después de que ya haya un tratado de paz. Ellos siguen fabricando minas por dinero, porque les conviene. A veces, incluso, cobran por fabricarlas y también se prestan para desactivarlas. Esta es una conducta bastante hipócrita e ilógica pero real.
Las minas están esparcidas por diversidad de países y en multitud de campos. Se calcula que el número de minas que se siembran al año oscila entre los dos y tres millones; cifra aberrante y escalofriante. Si estos campos no son limpiados de minas, quedarán inservibles pero como la población necesita labrar estos campos correrán los riesgos necesarios y habrá millones y millones de víctimas. De hecho, esta es la pura y cruda realidad: en el mundo hay una víctima de las minas cada 20 minutos.
Actualmente hay asociaciones y ONGS (Organizaciones no Gubernamentales) como «Manos Unidas» que son conscientes del drama que suponen la fabricación de estas armas. Estas organizan campañas para que el mundo y los fabricantes tomen conciencia de lo que pasa (cosa que veo muy difícil).
También hay campañas de desminado cuya labor es muy difícil. Los métodos para llevarla a cabo son muy rudimentarios e ineficaces. Muere mucha gente desactivando minas y económicamente sale muchísimas veces mas caro el desminado que la fabricación de estas armas. Destruir una mina cuesta entre 100 y 300 veces más que fabricarlas.
Se calcula que destruir una mina puede costar entre 300 y 1000 dólares mientras que fabricarla cuesta de 3 a 4 dólares. Según la ONU el desminado completo de todos los campos de minas existentes superaría los 33.000 millones de dólares.
El segundo impedimento que tiene el desminado es el carecer de planos exactos de dónde se han colocado las minas. Esto se debe a los métodos que se han utilizado para sembrarlas. Si las colocan a mano tienen planos exactos de su ubicación y no habría dificultad en estas labores pero esto a los fabricantes no les importa ni les conviene porque se tarda mucho. Prefieren las aeronaves o los siembraminas ya que es más rápido aunque nunca se encuentren esas minas de no ser por las muertes que causan.
El mercado de las minas al igual que los demás, se esta modernizando. Actualmente se fabrican un tipo de minas llamadas «minas inteligentes». Se controlan por un sistema informático y se desactivan al finalizar un conflicto. El método de desactivación no es efectivo al 100% pero cobraría menos vidas que los demás modelos de armas subterráneas.
A pesar de la fabricación de estas nuevas armas, los países en conflicto siguen utilizando las minas convencionales ya que les salen más baratas que las inteligentes. Ellos lo que quieren es matar y mutilar. No les interesa desactivarlas puesto que no son ellos quienes tienen que sembrar y habitar en esos peligrosos campos.
Para mí, el método más eficaz de limpiar el mundo de esa mina es prohibir su fabricación y para limpiar los campos ya minados creo que se necesitaría un fondo de ayuda internacional y una mayor implicación de los países que han intervenido en las guerras, es decir, «quién las haya puesto o fabricado que las quite».
A finales del año pasado y principios de este, se dio un paso adelante en la eliminación de minas. Unos 70 países han firmado el «Pacto de Ottawa», una serie de conferencias y reuniones que tuvieron lugar en la capital canadiense y que tenían como finalidad el dejar de fabricar minas.
Este tratado debieran firmarlo el resto de los países del mundo. El no hacerlo indica que ni les importa ni les interesa ni mucho menos les afecta la destrucción que ocasionan estas armas y que para ellos estas armas son un negocio muy lucrativo a costa de vidas humanas.