Poema de recuerdos y nostalgias por la muerte del mar a manos de la inconsciencia del hombre, en recuerdo del mar que fue, antes del Prestige.
Me levanté el otro día
dispuesta a ir a la playa
y cuando elevé la vista
me encontré ese panorama.
Me fui acercando intranquila
sin parar de pellizcarme
intentando despertarme
de esa horrible pesadilla.
Cuando recobré mi alma
me senté en aquella esquina
a tres metros de la ría
a diez metros de la playa.
Allí estuve tanto tiempo
que no puedo recordar
cuándo empecé yo a pensar
en lo que estaba ocurriendo.
Me vino a la mente ese día
en que en la arena jugaba
me revolcaba y escondía
y en el agua me bañaba.
Hasta que llegó ese olor
tan extraño y penetrante
espeso y desagradable
de inconfundible fuel-oil.
Pensé después tristemente
lo que la mancha cubría
mis recuerdos se perdían
en ese mismo presente.
Quise con todas mis fuerzas
que todo lo anterior volviera
que la mancha no existiera
y el pasado no muriera.
Pedí que lo deseado
al abrir los ojos se cumpliera.
Y cuando los abrí me di cuenta:
Galicia había cambiado.
Allí quedaron los recuerdos
de la costa, de la playa
cuando ese barco petrolero
destrozó la mar salada.