Una vez, en una casa, vivían una avispa y un despertador. Resulta que la casa era mágica, hablaba y veía; el despertador también.

Una mañana igual que otra, unos dados y un dinosaurio, que también podían ver y hablar, fueron a refugiarse en la casa.

El despertador se despertó y avisó a la avispa y a la casa. La avispa mordió al dinosaurio y a los dados. El despertador sonaba muy fuerte y la casa se balanceaba para que se fueran, pero no se fueron.

Pero lo que la casa, la avispa y el despertador no sabían era que iban a construir edificios al lado de esa casa. Los tres se marcharon con los dados y el dinosaurio. Se fueron a un bosque, pero allí no tenían refugio. Entonces empezó toda la aventura. Tuvieron que coger palos para hacer un refugio.

Cuando la noche se hizo dueña del bosque, los cinco, es decir la avispa, los dados, la casa, el dinosaurio y el despertador, se refugiaron en la cabaña que habían construido por la mañana. Cuando se despertaron la cabaña estaba destruida por el viento.

Entonces fueron a los lavabos del camping El Rosal y durmieron en las duchas. A la mañana siguiente se levantaron empapados porque se había producido una fuga en los lavabos. A los dados les habían llevado el agua por un desagüe. Entonces fueron a una alcantarilla. Se metieron dentro y encontraron a los dados pero olían muy mal y había ratas.

Cuando salieron de la alcantarilla fueron al pub Sherezade a lavar a los dados. Pero en abrir la puerta tardaron una hora y, después, en subir al lavabo tardaron otra hora. Cuando quisieron salir ya habían cerrado y se quedaron allí toda la noche.

Al día siguiente, por la tarde, el dueño del pub cogió a los dados pensando que eran cubitos de hielo y los metió en el frigorífico. Los amigos entraron a rescatarlos y la avispa se quedó enterrada en el hielo. La encontraron hecha un cubito de hielo y con el calor de la cafetera la descongelaron.

El dueño vio a la avispa y la intentó matar con un trapo; y la echó a la calle. Los demás salieron en su busca, pero no la encontraron porque estaba volando por encima de sus cabezas. La avispa estaba bien. Se fueron a dormir a un macetero de la calle y se taparon con las hojas y las flores.

Al día siguiente decidieron ir al muelle a ver si podían desayunar algún pez. Un niño vio la casa y la cogió con la mano y a los demás los lanzó al aire y cayeron en la redes de un barco.

Cuando llegaron a la cocina se comieron cada uno una magdalena y se quedaron dormidos. Cuando se despertaron estaban navegando.

Se fueron a los camarotes, pero antes de llegar se encontraron con un perro que se llamaba Aruc. Les vio y les impidió pasar, pero al final pasaron, a las doce y cuarto de la madrugada. A los camarotes llegaron tan hechos polvo que enseguida se durmieron en el camarote de un marinero.

Trabajo original